Simulacro de resistencia contra el once de gala culé

El once de gala del Barcelona se paseó en Córdoba. A cuatro días del que, por el momento, será el partido más importante de la temporada; Luis Enrique decidió tirar de los mejores para convertir en un trámite el choque frente al colista.

Al final, 0-8. Y pudieron ser más. Sin embargo, la afición de El Arcángel tuvo tiempo de sobra para ilusionarse con una gesta como la de 1972. Porque hasta el minuto 41 no lograron las estrellas culés desnivelar el marcador. El muro defensivo dispuesto por José Antonio Romero, la falta de puntería y la mala suerte mantuvieron con vida al Córdoba, que incluso se creció por momentos.

Pero poco podían hacer los zagueros blanquiverdes. Achicar agua carece de sentido en pleno diluvio. Y la catástrofe se desató en las botas de Messi, que sirvió el 0-1 a Rakitic para hundir al Córdoba en Segunda. Desde entonces, la lógica y la pasividad de un equipo indolente hicieron el resto.

El once formado por Bravo, Alves, Piqué, Mascherano, Alba, Busquets, Rakitic, Iniesta, Messi, Suárez y Neymar sólo necesitaba tres puntos para amarrar otra jornada su liderato, pero terminó por dar siete veces más en la diana.

Quizá le hubiese bastado a Luis Enrique con una alineación menos explosiva. Con un gol, probablemente hubiese conseguido que bajasen los brazos unos rivales que no merecían seguir en Primera. La goleada, de una u otra forma, era cuestión de tiempo. Pero, con las estrellas sobre el césped, el entierro del cadáver tuvo algo más de lustre.