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EL DEDO EN EL OJO

VOTAR SIN MIEDO

MARIO FLORES

Mientras IU va de frente y admite que lo único es echar al PP del Ayuntamiento, el PSOE lo maquilla con el «cambio tranquilo»

Mañana dicen que es día de reflexión. Singular paradoja ésta: si alguna función intelectual ha sido arrojada por los políticos al infierno ha sido precisamente la meditación, el pensamiento detenido, la cavilación y hasta la noble introspección.

Pasado mañana tenemos elecciones municipales (¡qué les voy a contar a estas alturas!). Estos días de campaña han seguido prestigiando la descalificación y los socorridos estereotipos que tanto nos ahorran a la hora de emplearnos en el debido análisis de las cosas. ¿Reflexión dicen?, ¿qué clase de reflexión tiene sentido ejercer mañana en medio de tanto zafio y vocinglero ruido político?

El pensamiento parece no encontrar asiento. Y si a ello le unimos que «lo que el espíritu no siente y la moral no obliga, la maldad se regocija», ya tenemos el cuadro completo de unas nuevas elecciones donde los propósitos tienen más que ver con ocupar el sillón sea como sea.

Es tan vehemente el propósito de detentar el poder que ya vemos cómo en Córdoba la izquierda está dispuesta a organizar un nuevo «frente popular», si bien bajo nueva nomenclatura («frente de izquierdas» según el candidato de IU). Y la candidata del PSOE entiende ese frente como un «cambio tranquilo» y lo valora como positivo si el fin último fuera desalojar al PP del gobierno popular (el comunista Pedro García va de frente y declara que su único objetivo es «echar al PP»). Imagino que ya habrán colegido la dificultad que entraña armonizar un «cambio tranquilo» con la concurrencia en el mismo de un frente popular de izquierdas: es sencillamente un oxímoron.

Y sobre este virulento escenario donde se persigue al adversario (enemigo) con la horca y la soga en la mano para administrar la «justicia popular» aparece doña Susana Díaz; con gesto torcido, cara de vinagre y ceño fruncido como consecuencia de su monumental cabreo (porque no reina la virreina) viene a arengar al frente de izquierdas imputando a nuestro epistolar alcalde el ánimo de confrontación con la Junta (14 ó 15 cartas dirigidas al anterior virrey andaluz Griñán para ocuparse de los asuntos de Córdoba le conceden ese epistolar blasón).

Y también afirma que el señor Nieto «mira para otro lado»; bien debe saber la baronesa socialista en qué consiste exactamente eso de mirar para otro lado porque el doctorado obtenido en obviar los ERE ha sido superado con mención honorífica.

Tampoco quiero olvidar a la candidata socialista. Como el niño que rompe el jarrón y dice que él no ha sido viene Isabel Ambrosio a asegurar que ella defendió a Córdoba frente a la Junta de Andalucía, ¿no es tierno?

A partir del lunes veremos intentos de pactos en Córdoba y provincia; ¿para administrar el bien común?, ¡y una leche!, para rememorar el «¡No pasarán!». En todo caso, voten sin miedo.

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