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crónica negra

El maltratador degollado

Ana Recio acabó con la vida de su esposo, Rafael Almoguera, en 1929 después de años de sometimiento y miedo

El maltratador degollado abc

d.d.

Muchos han sido los delitos pasionales que han teñido de sangre la memoria archivada de esta ciudad. Algunos de ellos han vuelto a ver la luz en la «Crónica negra de la historia de Córdoba. Antología del crimen» , del exmagistrado de la Audiencia Provincial de Córdoba Antonio Puebla Povedano y el comadante de artillería en la reserva José Cruz Gutiérrez, un libro que relata algunos de los crímenes que más han consternado a la opinión pública.

Uno de estos episodios «exhumados» por estos autores es el denominado homicidio de la calle del Sol , que tuvo lugar en 1929. Su protagonista, Ana Recio , acabó con la vida de su marido después de haber aguantado años de vejaciones y malos tratos .

Según recoge el libro, Recio, natural de Almodóvar del Río, se vino a vivir muy joven a la capital con sus padres. Cuando tan solo contaba con 17 años, entró a trabajar en la Fábrica de Porcelanas , que se encontraba en el barrio de Las Margaritas . Allí conoció a su futuro esposo y verdugo, Rafael Almoguera , y, poco después, se fueron a vivir juntos.

Al principio todo fue muy bien, pero «pronto al tal Almoguera le dio por 'golfear' [... ] y a no entregar a su compañera ni un céntimo de lo que ganaba y, entonces, ese amor originario empezó a hacer aguas», relatan Cruz Gutiérrez y Puebla Povedano. Además, la conducta del hombre fue pervirtiéndose: « Altivo, borracho y tremendamente conflictivo , sometía a su compañera a tratos vejatorios y degradantes, siendo frecuente, por no decir diario, que ella recibiese serias palizas». Incluso le decía que si quería dinero, se entregase a otros varones.

«¿Usted cree que me habrá 'matao'?»

Un tiempo después, Ana quedó embarazada, pero el bebé moriría con solo ocho meses . Rafael le propuso entonces matrimonio, a lo que ella accedió, pensando que, de esta forma, su vida mejoraría. Nada más lejos de la realidad. Así, la mujer se fue a casa de sus padres, pero la situación de acoso por parte de su marido fue tan insoportable que Ana se vio obligada a poner tierra de por medio y se trasladó a Sevilla.

Sin embargo, la mujer enfermó y tuvo que regresar a Córdoba y el 2 de diciembre de 1929 fue citada en la comisaría para declarar con motivo de una contusión que Rafael le había causado en el ojo meses antes. De camino, en la calle Agustín Moreno, antiguamente conocida como la calle del Sol, tuvo la mala suerte de encontrarse con Almoguera , que se abalanzó sobre ella, agarrándola del cuello. Pero en esta ocasión, Ana se había provisto de una navaja barbera , con la que le dio un corte en el cuello. El hombre trató de huir, pero la mujer lo persiguió y le propinó otras dos puñaladas más .

Cuando estaba siendo trasladado al centro de socorro por el doctor Julián Ruiz Martín, decano de la Beneficencia Municipal, le llegó a preguntar: «Don Julian, ¿cree usted que me habrá 'matao'?» . Fueron sus últimas palabras. Almoguera murió por la sección de la yugular.

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