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CRÓNICAS DE PEGOLAND

LA FRESCA DE EL CORTE INGLÉS

RAFAEL RUIZ

Ganemos aprobó en asamblea instar al gobierno a subirle los tributos al supermercado por su sistema de climatización

LAS actas de las asambleas de Ganemos Córdoba deberían labrarse en piedra, imprimirse en vietnamitas, colocarse en la fuente de las Tendillas para lectura general. Constituyen una fuente de hallazgos no tanto porque Ganemos sea Ganemos, y tiene sus cosicas raras, sino porque reproducen fielmente —enhorabuena a los responsables de ese trabajo— las propuestas de los reunidos tal y como se le ocurren al pueblo empoderado. Sirva como ejemplo el acta de la soberana asamblea que aprobó los criterios políticos a sostener en la negociación de las ordenanzas fiscales de 2016. Como la libertad consiste en que cada cual dice lo que le parece oportuno, un propio de la organización abogó por una penalización de los consumos energéticos excesivos de la ciudad. Y puso un ejemplo concreto, directo, en el que no existe ninguna posibilidad de equivocarse: «El aire acondicionado de El Corte Inglés».

Contra lo que pudiera parecer, el asunto no se quedó ahí. La asamblea de Ganemos votó el asunto y se aprobó el tributo del fresquito como demanda política estructurante y necesaria en las negociaciones con el gobierno municipal. Por unanimidad de los presentes, que eran 77, según reza el acta. No le consta a este que firma que PSOE e IU hayan aceptado que El Corte Inglés —se entiende que a Zara también le tocaría pagar, llegado el caso— vaya a tributar más por lo que, a todas luces (salvo la de Ganemos, por supuesto), es de los pocos servicios sociales que funciona en esta ciudad.

Porque la fresca de El Corte Inglés hay que defenderla con uñas y dientes, carajo, que parece que el servicio público de alumbrado es lo único que merece la pena. La empresa que está donde estuvo Galerías Preciados ha cumplido siempre un papel social que es el de proporcionar la bocanada de aire reparador cuando la ciudad de Córdoba se pone bochornosa, que es de mayo hasta octubre. Las señoras con sofocos se ponen en la puerta y los novios que esperan a sus novias (o viceversa) se dejan caer en las columnas para pasar lo peor de la flama. Los ancianos hacen su parada en el expositor de relojes, hacen como que se van a comprar un peluco y toman resuello. La puerta de El Corte Inglés es, en sí misma, un microclima peculiar donde se mezcla el que compra, el que vende cupones o el que se lleva el cable de cobre en el carrito gracias a esa corriente de aire acondicionado.

Hay que animar a todas las fuerzas políticas a insistir en esa vía. La de abrir debates necesarios, sin los cuales esta ciudad no puede vivir. Como lo de Sánchez Drago, por guarro, machista y pederasta. El mejor camino a la irrelevancia es que se te considere prescindible, poco útil. Y vivimos tiempos de gente que inventa la pólvora o impuestos al aire acondicionado y encima está encantada de haberse conocido. Con razón.

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