cuaderno de viaje AL ROCÍO
El camino se tiñe de nostalgia
Los romeros llegan hasta el cortijo de Bujalmoro, donde rezaron juntos por los que ya no están
Cumplir con las tradiciones es, sin duda, fundamental en el viaje hacia la aldea de Almonte de los hermanos rocieros. En su sexto día de peregrinación, el grupo cordobés hizo este martes parada en el cortijo de Bujalmoro, una de las joyas de la arquitectura andaluza perteneciente a la provincia de Sevilla.
Tras cruzar la monumental portada de la hacienda, uno de los puntos clave del camino pues marca el ecuador en el recorrido que les lleva hacia la Blanca Paloma, la nostalgia embriagó a los hermanos. En Bujalmoro se vive uno de los momentos más conmovedores cada año; allí los recuerdos se mezclan con las emociones en homenaje a los que ya no están pero que aún siguen presentes.
Una de las citas más importantes de la jornada se vivió en torno a la capilla del cortijo, presidida por un cuadro de la Inmaculada, donde un camino más se congregaron un gran número de hermanos para rezar la Salve. Ya por la noche, el simpecado de la hermandad de Córdoba llegó a la dehesa de Coria, muy cerca del pueblo de mismo nombre que atravesará hoy. La localidad de Coria, ya se sabe, es considerada como una especie frontera rociera.
Queda poco tiempo para que Córdoba cruce el Guadalquivir y el paisaje empiece a cambiar. Los pinares anuncian la llegada al Coto de Doñana y el olor a romero significa que la entrada triunfal a la aldea de Rocío después de nueve días de camino es ya inminente. El cansancio empieza a notarse, el camino es largo y duro, pero la aldea almonteña cada vez está más cerca y el esperado momento de reencontrarse con la Blanca Paloma casi se roza con los dedos.
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