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PRETÉRITO IMPERFECTO

Bellido

Debe aprender a equilibrar su alta faceta gestora con la habilidad social que la ciudad merece

José María Bellido en su presentación en Córdoba como candidato del PP a la Alcaldía en 2019 ÁLVARO CARMONA
Francisco Poyato

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El PP ya sabe lo que es ganar y perder la Alcaldía de Córdoba . Por dos veces, en dos contextos parejos, con parecida aritmética electoral, con similar enjuague político, legítimo por otra parte. Pudiera darse la circunstancia dentro de quince meses de que los populares ganasen las elecciones y gobernasen el Ayuntamiento con Ciudadanos , la única opción que se antoja factible, si es que la formación naranja mantiene la burbuja -tienen días- y el PP enmienda sus resultados de 2015, donde perdió treinta mil votantes y cinco concejales (también tienen sus días). Ello, sin poder desentrañar lo que el marasmo del PSOE de Ambrosio , lo que queda de Izquierda Unida y la colmena podemita pueden deparar de aquí a 2019. Aunque dos aspectos se tornan cada vez más clarificadores en este escenario local: no habrá mayoría absoluta de ninguna fuerza y el bloque de la izquierda vive en su endogamia sectaria de velar sólo por una parte del electorado (menos de la mitad) como palanca para poder revalidar el mestizaje del desgobierno. Algo, si cabe, más incomprensible en los socialistas, que debieran aspirar a mirar más a posiciones moderadas si quieren ser una fuerza sólida de gobierno, aunque viendo la trayectoria de su cabeza de cartel y regidora: «¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!».

Con esta tarjeta de visita José María Bellido Roche fue ungido ayer en Marbella como alcaldable del Partido Popular a la Alcaldía de Córdoba. Nada nuevo bajo el sol. Es la opción natural y más capacitada de entre las que pudieran barajarse o quisieron especularse. Puede que las aguas populares en Córdoba sean las que bajen más calmadas de cuantas se agitan en Andalucía en estos momentos. Lo cual ayuda y mucho, y en eso hay que reconocerle mérito al nuevo presidente de la formación en la provincia, que no es hombre de fango ni colmillo retorcido. Hasta en Málaga, donde todo se intuía una balsa de aceite y un cetro entre De la Torre y Elías Bendodo , se han resquebrajado las interioridades con la decisión del alcalde de continuar, lo que, pensando mal -discurrir en clave política-, podría beneficiarle más al segundo de lo que cabilaríamos con la primera opción: el relevo del sempiterno regidor malagueño con un legado incuestionable e insuperable. Al tiempo.

Bellido tiene ante sí quince meses para darle la vuelta al PP como a un calcetín y dejarlo en la suerte de las urnas con todas las papeletas. Nunca ha sido un partido atrevido en la capital, lo cual no es incompatible con sus principios conservadores . Pero en esta ocasión, y apelando al sentido frío y racional (no distante ni maquiavélico) de su ya candidato, bueno sería refrescar e ilusionar a la parroquia con personas e ideas tan necesarias como recuperar el pulso de una ciudad y su gobernanza que está viviendo uno de sus peores mandatos desde que Anguita asomara el agudo pico de su barba califal por el Consistorio. La nada con sifón, para entendernos. Un bluf acartonado que, además, abre heridas y gesticula sin actuar, que es una manera muy particular de hacer poco, con honrosas excepciones que no hace falta ni apuntar, pues son ya de uso público.

El alcaldable popular debe conformar su equipo sin ataduras, compromisos ni compasiones. En torno a un paquete de medidas tan realistas como ilusionantes e integradoras de la ciudad, que sigue yuxtapuesta; porque, cierto es, que la tesitura actual no es el tramo áspero y cicuta que le tocó gestionar -y José María Bellido lo sabe mejor que nadie-, y ese viento favorable de lo económico ayuda a una ciudad enlentecida , encorsetada, ensimismada, acomplejada, castigada y manipulada que se merece la oportunidad de dar un paso adelante y un golpe en la mesa. Y Bellido debe aprender, aunque eso es más complicado en cualquier persona, a equilibrar su alta faceta gestora con la habilidad social que todo alcalde que así precie a su ciudad debe desarrollar y cuidar, por encima del partido o contra el partido.

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