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Mario Flores - EL DEDO EN EL OJO

Las buenas noticias

También hay hechos que celebrar con la familia y los amigos

Hoy vamos a celebrar las buenas noticias porque el ambiente, mal que les pese a algunos, se empieza a adornar con la luz de la fiesta que alcanzará su eclosión gozosa el día que nacerá Jesús. Estamos sumidos de lleno en ese puente que empieza a descoser las costuras del morral navideño que nos traerá alegría, paz y felicidad . Que desplegará por nuestras calles ese aroma inconfundible de las Felices Pascuas.

El puente de la Inmaculada (o de la Constitución, según se prefiera) ha traído buenas noticias hasta Córdoba porque hoy lunes, por fin, podremos visitar los palacios y monumentos que dependen de nuestro ayuntamiento: el Alcázar de los Reyes Cristianos, los Baños Califales, el Museo Taurino, la Posada del Potro-Centro Flamenco Fosforito y el Museo Julio Romero de Torres. Seguro que los muchos turistas que llegan hasta Córdoba lo agradecerán. Ahí tienen ustedes un planazo para hoy; aprovechen porque según nuestro teniente de alcalde de Cultura y Patrimonio, no se sabe muy bien qué va a ocurrir el próximo año los lunes vísperas de fiesta. El paciente ha tenido una notoria mejoría pero podría recaer de un momento a otro.

Y las buenas noticias siguen acompañándonos porque mañana celebramos el aniversario de nuestra Constitución . Lo celebraremos con orgullo y respeto porque nuestro magno marco normativo nos ha permitido llegar hasta hoy con muchos más éxitos que fracasos y porque nuestra Constitución, la que aprobó el pueblo español, nos ha facilitado el camino del reencuentro y la reconciliación . Son muchos los españoles que miraremos orgullosos y emocionados a nuestra bandera y a las instituciones, y solo unos pocos los que, con sempiterno gesto avinagrado, mirarán para otro lado mientras se cuecen en la propia salsa del desarraigo, el rencor y el odio. Lo lamento por ellos.

Y pasado mañana celebraremos el dogma de la Inmaculada , el que nos marca el camino para superar el estigma del pecado original, el que nos anima a ser cada vez mejores a pesar de nuestras imperfecciones. Hay motivos para celebrarlo.

Los tarros de las esencias ya se han destapado en Rute y la matalauva, el chocolate, los mantecados y los alfajores se despliegan generosos por las Sierras Subbéticas inspirando a los mochileros de Gaena que empiezan a templar sus zambombas para cantar a Jesús desde su gloriosa rusticidad. El norte de nuestra provincia destapa sus esencias ibéricas para acompañarnos en las mesas adornadas con excelso cariño y primor. Y el mazapán de Montoro se ofrece un año más dadivoso al paladar. Y los primeros villancicos empiezan a sonar, y los pueblos y ciudades despiertan bajo el fulgor de la iluminación de la Navidad , esa luz que regala cada año Puente Genil y que, en su exceso de prodigalidad, obsequiará esta vez su luz a la Quinta Avenida de Nueva York.

Tiempo para el gozo, tiempo para la familia, para esa familia vapuleada por irritantes doctrinas e ideologías que, a pesar de todo, se mantiene erguida como faro, norte y guía.

A la mesa se sientan todos estos días, los que creen y los descreídos, los que celebran y los que mascullan entre dientes improperios. Estos últimos, por cierto, ni siquiera ven bien que la caridad cristiana adopte un papel protagonista en estas fechas. Hay quien opina de manera destemplada que la caridad es un perverso artefacto cristiano que debiera ser sustituido por la solidaridad o la justicia social. Y de ese modo han censurado el telemaratón que en Lucena recogerá alimentos y dinero para las familias necesitadas de la localidad. Tengo malas noticias para ellos: también para vosotros se aproxima la Navidad.

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