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REPORTAJE

Callejas con mucho recorrido en Córdoba

Los cordobeses disfrutaron este sábado de la penúltima jornada del primer festival de los adarves

Participantes en la actividad en el casco histórico RAFAEL CARMONA

BALTASAR LÓPEZ

El I Festival de las Callejas de Córdoba agotó ayer su penúltima jornada, entre la admiración de los cordobeses y de los turistas que llenan la ciudad con motivo del puente. Eso sí, esta iniciativa de la Casa de las Cabezas, con colaboración de Tierra Creativa y apoyo de la Junta y el Ayuntamiento, iba más orientada a los habitantes de la ciudad, a que conocieran los secretos que guardan sus históricos adarves (estrechos pasadizos sin salida que hunden sus raíces en el urbanismo musulmán que tuvo la ciudad). Para ello, desde el día nueve y hasta hoy, ha activado un programa con dos rutas con 36 enclaves de la Axerquía y la Medina, más una programación de visitas guiadas, exhibiciones de artesanía, conferencias o citas culturales (teatro, poesía o flamenco).

Sus promotores anunciaron que el festival nace con vocación de continuidad. Y los cordobeses les toman la palabra. O eso se deduce de lo que se les escuchó ayer por la mañana. Por ejemplo, a Charo y Manolo, un matrimonio que visitaba la calleja-barrera del Hospital de San Andrés (Círculo Juan XXIII) en la calle La Palma. Ambos se mostraron «encantados» con la iniciativa, porque estamos «conociendo Córdoba de otra manera». No era hablar por hablar. Llevaban «tres días» pateándose las callejuelas y ya tenían casi visitadas las 36 recogidas en las dos rutas. Y se les veía con ganas de más, porque dejaban claro que querían que esta idea, «muy buena para cordobeses y turistas», se «repita y se amplíe».

En esa misma zona, otra pareja de residentes en la capital, Pilar y Antonio, incidieron en lo novedoso del Festival. A su juicio, es algo «muy curioso», porque «vas viendo rincones que habitualmente no ves». «Parece que no estás en Córdoba. Parece que estás en otro sitio», sentenciaron.

Antonio, Ana y Carmen eran otros tres cordobeses con ganas de patearse las callejas. No en vano, anunciaron su intención de pasar por todas. Además de alabar el proyecto, Antonio quiso destacar el tirón de convocatoria de una iniciativa, a la que no ha habido que destinar grandes recursos. «Con un poco de imaginación, hay que ver la cantidad de personas que se movilizan. Hay gente por todos los lados», afirmó.

Tienda artesanal en la Casa de las Campanas RAFAEL CARMONA

Se fueron cruzándose en el entorno de la plaza de San Pedro con Lola y Marta, dos amigas de Córdoba que a las primeras de cambio le contaron al periodista cómo les gustaría que fueran futuras ediciones del Festival, después de que el primero les haya parecido «muy interesante» y aseguraran que debe «seguir haciéndose».

Por lo pronto, advirtieron de que este año «sólo ha habido 36» adarves que visitar. Puntualización precisa y certera. Porque el director de la Casa de las Cabezas, Manuel Ramos, ha catalogado 169 en la ciudad. «A lo mejor con el tiempo pueden hacer más rutas», añadieron, para luego dar rienda suelta al potencial que, a su juicio, tienen estos enclaves históricos. «Con el paso de los años, se pueden llegar a equiparar con los Patios», afirmaron categóricas. La vertiente turística del evento es innegable, y sus organizadores tampoco la ocultan.

Una pareja gaditana

La receptividad de los visitantes a la iniciativa era igualmente fácil de comprobar. Bastaba con escuchar a Javier y Ana, una pareja llegada de Priego, que vino el viernes a Córdoba a un evento y ayer dedicaron el día a hacer turismo. El Festival les pareció un proyecto «interesante y una buenísima idea, porque es una forma de descubrir otra Córdoba». Y Ana confesó: «Le he dicho a él: “Nos hemos salido de Córdoba. Parece otro lugar”».

Destacaron, además, que la historia de las callejas está «muy bien explicada con los carteles. Es muy didáctico». Pero, para encontrar turistas, era mejor dejar San Pedro y trasladarse a una de las callejas que no necesita Festival para ser internacionalmente conocida: la del Pañuelo. En ella, se inmortalizaron Mariano y Alicia, una joven pareja gaditana que visitaba por primera vez Córdoba. En su viaje de puente, admitieron que «nos sobraba un poco un día e íbamos a ir de tiendas». Pero en un punto de información turística se toparon con estas rutas de los adarves y a ellas se lanzaron. «Es una forma diferente e interesante de conocer Córdoba», contaron. Matizaron que «habíamos escuchado hablar de las callejas del Pañuelo y las Flores. Pero las otras también son interesantes. Algunas son muy bonitas».

Alicia llevaba su cámara colgada al cuello. Señal de que es una amante de la fotografía, para la que las callejuelas tienen el plus de ser lugares «con un encanto especial» para ser inmortalizados. «Dan mucho juego», añadió.

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