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TURISMO ACTIVO

Derroche de adrenalina con el rafting en Benamejí

Varias empresas ofrecen recorridos por los rápidos del río Genil en la localidad

Una balsa bajando por el Genil S. N. T.

SANDRA NÚÑEZ

El río Genil nace en Sierra Nevada y desemboca en el Guadalquivir en Palma del Río . En su paso por la provincia de Córdoba tiene un tramo especialmente singular en Benamejí . Son solo ocho kilómetros pero a los que la empresa de turismo activo Alúa les ha encontrado su lado más divertido y emocionante. En él es posible la práctica del rafting , una modalidad deportiva que no deja de ganar adeptos desde 2010. Según explica el gerente de Alúa, José Carlos Romero , «cuando empezamos a ofertar el rafting en 2008 tan sólo funcionábamos en el río dos o tres empresas; ahora somos siete». Resalta que es la «actividad estrella del verano. Durante la temporada la practican cerca de 20.000 personas y año tras año va creciendo».

El tramo del Genil está en el nivel II-III, lo que significa una dificultad media-baja . Alúa divide el descenso en dos partes. «Es una de las grandes ventajas que nos permite el río», explica Romero. «El primer tramo es más tranquilo y más familiar » añade. Aquí «se van practicando las técnicas que después se van a utilizar en la segunda parte» apunta el gerente de Alúa. En el tramo largo hay cinco rápidos con una dificultad para pasarlos de nivel 4 y 5 en una escala de 6.

«Bañador y ganas»

Aunque para algunos el solo hecho de pensar en descender por un río en una balsa neumática puede resultar angustioso e incluso temerario, hacer rafting en el Genil da un giro a esas sensaciones para transformarlas en pura diversión y explosión de adrenalina . Para practicar esta modalidad deportiva todos en Alúa lo dejan claro: «Sólo hacen falta un bañador y ganas ». En el Camping Rafting Benamejí tienen todo lo demás necesario para la aventura: neopreno, escarpines, remos, chalecos salvavidas, cascos, balsas y, por supuesto, los guías .

El peor momento es la charla de seguridad que «pone el cuerpo malo» pero es necesaria e importante, insisten desde Alúa. Comienza el descenso. Crece la expectación. El guía revisa que los viajeros estén bien sentados . La sonrisa tensa en la cara. Se practica el remo. Todo va en orden. La balsa avanza. Diversión. Los nervios empiezan a desaparecer. Primer chapuzón y primer rescate. La tensión deja paso a las carcajadas . Abordajes entre las balsas. Una de piratas. Ya toda la balsa rema al compás . Tarea imposible en los primeros metros.

Toma cenital de una de las balsas por el Genil S. N. T.

El viaje continúa por el primer tramo. La zona tranquila da juego y siguen los asaltos, chapuzones inesperados . Las instrucciones del guía se alternan con los chistes y llega el final del tramo corto. Un pequeño descanso y nueva charla. Se inicia el tramo largo. Crece la dificultad y hay que estar más atentos. Es el momento de superar los rápidos. La adrenalina bulle. Un instante de silencio. Algunos gritos. Carcajadas. Vítores. Así hasta en cinco ocasiones. Los participantes han superado con más diversión que tensión los rápidos. Se acaba la jornada de rafting como finaliza un buen concierto, todos repetir: «¡Otra!».

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