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TRIBUNALES

La duquesa de Cardona niega que custodiara el rifle que disparó a su guarda en un pie

La artistócrata se enfrenta a penas de prisión y multa por lesiones graves

La duquesa de Cardona, en los alrededores de los juzgados ALVARO CARMONA

P. GARCÍA-BAQUERO

La XXI duquesa de Cardona , Casilda Guerrero Burgos Fernández de Córdoba , negó ayer ante el juez que fuera la responsable de custodiar el rifle monotiro que hirió gravemente en el pie a su guarda mientras realizaban un «aguardo» ilegal de madrugada en una finca propiedad de la aristócrata cordobesa.

Casilda, a preguntas del fiscal, aseguró que « no había visto el rifle esa madrugada hasta que escuchó el disparo y los gritos del guarda», que de no ser por un torniquete podría haber muerto desangrado en un barranco de Sierra Morena . «Yo estaba en la pick-up (vehículo con cajón abierto) esa madrugada esperando que subieran la cierva que había abatido por la tarde; no estaba cazando», aseguró al tribunal.

En esta línea, la artistócrata quiso defenderse del delito de lesiones graves por imprudencia, por el que se enfrenta hasta dos años y medio de prisión, y una multa de 200.000 euros que solicita la acusación particular, «intentando bajo presión que se autoinculpara el administrador de la finca, que le acompañaba junto al guarda que resultó gravemente herido en un pie, y que ambos fueron despedidos».

Así lo recordó el abogado de la defensa de la víctima , José María Sánchez de Puerta . Este extremo lo corroboró el propio administrador quien aseguró que «la duquesa estaba con el móvil cuando el rifle que soportaba entre sus rodillas cayó y saltó el disparo porque además no tenía el seguro puesto».

La Fiscalía de Córdoba pide para la acusada por lesiones graves un año de prisión y multa de casi 50.000 euros por un delito. Los hechos se remontan a la madrugada del 15 de septiembre de 2012, la acusada llamó al administrador y al guarda para salir de cacería ilegal sobre la 1 de la madrugada, ya que era periodo de veda y no contaba con permiso alguno.

La acusada le había acoplado un silenciador al rifle, y posteriormente, según el administrador, « le obligó a esconderlo , y también ordenó al otro guarda a que quemara la res abatida esa noche». Tanto la víctima como el administrador coincidieron al señalar que ella portaba el arma.

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