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APUNTES AL MARGEN

IU formatea su memoria

No es el callejero franquista, sino el del PCA e IU. Si esas calles están ahí, es porque quisieron

El Rey Juan Carlos I en la recepción de Julio Anguita ABC

RAFAEL RUIZ

De todo lo que ocurre en la política local, la reinvención de Izquierda Unida es quizá el hecho más fascinante. La renovación generacional sucedida a raíz de la masacre electoral de las eleciones de 2011 ha dejado en primera línea a una serie de dirigentes (ya no tan jóvenes) que se han empeñado en borrar el hecho comprobable de que el PCE e Izquierda Unida han sido los partidos que durante más tiempo han gobernado la ciudad desde la restauración de la democracia en 1977 y desde la celebración de las primeras elecciones municipales libres desde la Segunda República. La organización comunista, primero, y postcomunista, en segunda instancia, ha aportado cinco de los ocho alcaldes y ha formado parte de seis gobiernos, bien sola o en compañía de otros. Como ahora.

No hay análisis que resista una realidad. Tanto el PCA como Izquierda Unida han configurado la realidad socioeconómica de Córdoba : su urbanismo, la estructura vecinal o aquellas pequeñas iniciativas que organizan la vida de la comunidad. Lo hizo mediante una actuación política que iba mucho más allá de la mera representación institucional y disponía de las terminales más peculiares tanto en las asociaciones de vecinos como en la vida de los barrios o en cualquier movimiento organizado. Plantear que en Córdoba existe una realidad urbana que ha escapado al control de dirigentes y militantes de Izquierda Unida a lo largo de la democracia es una quimera por mucho que esa sea la sensación que a este que firma se le queda cuando se lee y se escucha a la organización hablar sobre el callejero franquista o sobre asuntos relacionados con la gestión de la ciudad .

Porque no. En Córdoba no hay un callejero franquista. Lo que se está revisando es el nomenclátor que modelaron Julio Anguita y Herminio Trigo ya que el resto de los alcaldes realizaron aportaciones más o menos afortunadas pero muy limitadas. En ningún caso puede decirse que el primero y el segundo de los alcaldes de la democracia se dedicaran a mirar al techo. Realizaron, sobre todo Anguita, un trabajo bastante minucioso y si quedó algo fueron omisiones por desconocimiento (estas cosas pasan) o deliberadas. En una ciudad que ha estado gobernada por varios historiadores ( Julio Anguita y Andrés Ocaña eran profesores de esta materia) o por gente de muchas y variadas lecturas, como Manuel Pérez , si algo se coló fue por error involuntario, porque el personaje tenía méritos poliédricos o porque el arraigo del topónimo eran tan fuerte que obligó a reconocerlo oficialmente, caso de la plaza Obispo Fernández Conde , Cañero desde que Herminio Trigo lo decretase. Si mis ojos no me engañan desde hace veintitantos años de profesión, el retrato de José Cruz Conde cuelga de la galería de notables de la primera planta de Capitulares. Justo al lado del despacho que ocupa el primer teniente de alcalde, Pedro García , y el grupo municipal de Ganemos.

La misma IU que ahora se permite dar clases de memoria democrática (el argumentario emitido por el partido debe leerse para entender cabalmente la estrategia) ignora sistemáticamente un dato relevante. Todas esas calles señaladas están porque IU quiso que siguieran. Tuvo oportunidades de sobra para realizar los cambios y no los hizo por alguna razón. Y no es cierto que existiera un grado de conflicto en Córdoba lo suficientemente relevante por evitar este tipo de medidas en aras a la transición pacífica . Si Franco perdió su calle, no había razón para retirar también los rótulos de personajes de mucha menor relevancia. No se hizo porque no se quiso hacer, porque ni siquiera entraba en los planes políticos o porque se reconocían determinadas aportaciones como el estudio de la historia local de José María Rey Díaz, la renovación urbana de Cruz Conde o la aportación de Fernando Suárez de Tangil defendida públicamente por IU.

Se entiende perfectamente la necesaria expedición de carnés de progres y antiprogres -por ende, fachas- con la que se nos deleita durante estos días desde la institución municipal. Políticamente, existe la urgencia de emular a Kichi para la izquierda que ha de venir y que alumbra un futuro de paz, prosperidad y nómina garantizada. Existe una competición por diferenciarse, por ser el guay de la asamblea. Por mucho que echando la vista atrás, alguien debería recordar aquellos tiempos en los que no hubo tantas melindres en sentarse en una mesa con determinados personajes en provechosas negociaciones o mantener a esos nazis en calles, plazas y jardines.

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