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REPORTAJE

La gota que colma el lago de Las Jaras de Córdoba

Los vecinos de la urbanización de la sierra reclaman medidas urgentes para mejorar el suministro de agua y los servicios básicos

Casas con vistas al estanque de la urbanización RAFAEL CARMONA

RAFAEL A. AGUILAR

«NO hay derecho a que nuestra tranquilidad se vea alterada por este tipo de cosas, por cortes de agua constantes. Porque a nosotros nos ha costado mucho dinero conquistar esta tranquilidad: le estoy hablando de años de esfuerzo». Serafín -a secas, porque se niega a dar su apellido- tiene a Las Jaras por un paraíso. Por su paraíso. Empleado de la Administración de Justicia desde hace más de tres décadas llegó al enclave de la sierra como un ermitaño que busca la inmersión en la naturaleza para olvidarse de todo. En concreto, del pasado.

«Una cosa es querer ser como Robinson Crusoe y otra morir en el intento»

Serafín

vecino de la urbanización

«Un divorcio doloroso, muy doloroso, que me dejó la cuenta bancaria en los huesos y una adicción a la consulta de los psiquiatras me trajeron hasta aquí: este silencio me curó, por eso no quiero irme aunque a veces me den ganas por las cosas que pasan», explica este hombre de una madurez que linda con la edad de la jubilación en un carril que va a dar a la venta Casa Pepe, justo a la entrada, o a una de ellas, de la urbanización que ha estado en el primer plano de la actualidad en las últimas semanas a cuenta de los cortes de agua y en el centro del debate político por la situación generada.

Carmen Campaña, en la piscina de su casa RAFAEL CARMONA

«Estos disgustos no están pagados», detalla el vecino a renglón seguido. Sus palabras se refieren a la última avería del servicio de abastecimiento de agua, ocurrido en pasado fin de semana y que dejó sin suministro a la comunidad de la sierra durante un día y medio. «Una cosa es querer ser un poco como Robinson Crusoe y otra morir en el intento», bromea.

«Los cortes son cada dos por tres»

La historia no es nueva: «Esto sucede cada dos por tres y ya es hora de que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto, pero para eso todos los vecinos tenemos que poner de nuestra parte: lo que no vale es querer ser parte de Córdoba para unas cosas, para las que nos interesan, y querer ser como una isla o como una república independiente, para otras, que son las que no nos interesan», recalca Serafín, que compró un terreno de unos mil metros cuadrados en uno de los extremos del enclave hace quince años.

Pablo del Real secunda las palabras de su vecino unas calles más abajo, por más que su caso sea diferente. «Hace cinco años, cuando mis hijos ya tenían edad de quedarse solos en el piso de Córdoba, me hice con un chalecito de segunda mano a buen precio para venir los fines de semana con mi mujer: el pasado no vinimos, porque nos llamaron unos amigos de aquí para contarnos los problemas con el agua y nos quedamos en Córdoba, asándonos de calor».

Una mujer llena un vaso de agua RAFAEL CARMONA

Carmen Campaña, una histórica del paraje situado a unos diez kilómetros del centro de Córdoba, habla con conocimiento de causa. Ella fue una de las primeras promotoras de la zona, en la que en la actualidad viven unas quinientas personas. «Nosotros hicimos unas ochenta casas», explica en la terraza de vivienda, con unas vistas espléndidas al lago que es, desde siempre, uno de los elementos distintivos de Las Jaras. «El problema que tenemos aquí se explica muy fácilmente, porque se reduce a los políticos y a algunas asociaciones de vecinos», esgrime con cierta vehemencia. «Los servicios municipales que recibimos son pocos, podríamos decir que nada más que la recogida de basura que hace Sadeco: el resto lo pagamos nosotros, desde la iluminación de las calles al arreglo de las carreteras», relata.

«El problema que tenemos aquí es explica por los políticos y los vecinos»

Carmen Campaña

promotora

Campaña hace hincapié en las contradicciones normativas de Las Jaras, construida a finales de los años setenta del siglo pasado en suelo urbano consolidado y que no ha sido aún recepcionado por el Ayuntamiento; se trata de la única parcelación de la ciudad que se crea legalmente pero la gestión de sus servicios se encuentra aún sin definir a pesar de su antigüedad, de ahí que la mayoría de los servicios han de ser provistos por los propios vecinos.

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