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Juan Eslava Galán, biógrafo del Guadalquivir

El escritor presenta en Córdoba un libro sobre la geografía y la historia de «uno de los tres grandes ríos culturales de Europa»

Juan Eslava Galán, en el Molino de Martos de Córdoba VALERIO MERINO

LUIS MIRANDA

Bromea Juan Eslava Galán con que los bomberos tienen que ir cada cierto tiempo a desatorar los ojos de los puentes del Guadalquivir para que los versos que sobre el río andaluz se han escrito no se atasquen y permitan que el viejo río grande siga bajando hasta Sanlúcar de Barrameda. Algunos son buenos, como la mención de Góngora en el famoso soneto a Córdoba, y otros no tanto, como el que escribieron los hermanos Álvarez Quintero y que está grabado en mármol en la Sierra de Cazorla .

Allí, no podía ser en otro lugar, comienza el escritor (Arjona, Jaén, 1948) el viaje que narra en su último libro «Viaje por el Guadalquivir y su historia» . ¿No podía ser en otro lugar? El escritor e historiador lo ha hecho quizá por obedecer a una tradición que se enseñaba en el colegio: «El río Guadalquivir nace en la Sierra de Cazorla», pero el autor cuenta que según los estudiosos en realidad el viejo Betis nace en la sierra de Huéscar , en la provincia de Granada, en el afluente conocido como Guadiana Menor. ¿Qué pasó? Pues que durante la Reconquista hubo un momento en que el río quedó casi al completo bajo dominio cristiano , pero su nacimiento real formaba parte del Reino de Granada. Y como para Fernando III , era fundamental la conquista de todo el río, se optó por Cazorla.

El escritor hizo en el Molino de Martos la presentación mundial de su última obra, que ha publicado La Esfera de los Libros , y que es un libro de viajes y a la vez también un resumen de la historia de Andalucía , que ha florecido alrededor su río. Su frase es contundente: «El Guadalquivir es uno de los tres grandes ríos culturales de Europa, junto al Rin y al Danubio ». Y acto seguido lo prueba a través de un relato en el que se mete en la piel de una viajero ficticio que va contando cómo pasa el río por los pueblos y ciudades y cómo fueron las civilizaciones que florecieron a lo largo del río.

Un río trabajador

Presentó el libro porque en Córdoba, dijo, porque «es la ciudad que mejor ha entendido al río y que más se ha reflejado en él». Para Eslava Galán, el Guadalquivir es sobre todo «un río muy trabajador ». Por él bajaba, desde Sierra Morena, la plata del río «de raíces argénteas» que luego compraban los cartagineses y fenicios, cuando el río se llamba Tharsis, en el enigmático reino de Tarteso. Luego, cuando los romanos lo llamaron Betis, por allí se transportaba el aceite que en se consideraba el mejor del Imperio , y muestra imágenes de los restos de vasijas en que viajaba por el Guadalquivir o por el Genil. En todo este tiempo, también la madera de la sierra se bajaba por el curso alto del río, y de allí salían «los galeones que iban a América , los postes de telégrafos y las traviesas de la primera red de ferrocarriles».

Eslava Galán comienza en Cazorla y el viajero en el que se encarna va entablando conversaciones con lugareños que le cuentan historias del río, de la gente que se bañaba, de los pocos puentes que resistían las crecidas y de las frágiles balsas que lo salvaban para acceder a muchos pueblos. Así, el lector puede conocer que probablemente Jorge Manrique nació en la Sierra de Segura - «porque allí estaban entonces sus padres, y no en Palencia»- y que al hablar de que « nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar», seguramente pensaba en el Guadalquivir. En el curso alto, en Jaén, habla Eslava Galán del enigmático reino de Tarteso y de ciudades hoy desaparecidas como Cástulo, más tarde de la Bética y al llegar a Córdoba se detiene en la época del Califato , habla de la vida en la ciudad omeya, recuerda el lirismo de «El collar de la paloma» y describe Medina Azahara y la vida de los grandes califas musulmanes, siempre con la ayuda de ficiticios cicerones locales.

«Córdoba es la ciudad que mejor ha entendido al río, que más se ha reflejado en él»

La Sevilla del comercio con las Indias y la desembocadura en Sanlúcar de Barrameda marcan el final de un libro, mientras el autor advierte sobre el «peligro» del río y del final de la vida que antes tenía. «Los pantanos son necesarios , pero los esturiones ya no suben a desovar desde el Atlántico y tampoco entran las anguilas», se queja.

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