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APUNTES AL MARGEN

Julio Anguita, elogiado en la CIA

Un informe desclasificado de 1985 señala que era uno de los comunistas a salvar de la quema

El político cordobés Julio Anguita en los comicios de 1979 ABC

RAFAEL RUIZ

Los norteamericanos tendrán lo que tengan pero sus legislaciones sobre libertad de información se cumplen como un reloj. Entre otras, la de la desclasificación de documentos. Una sana costumbre que permite abrir los archivos a los investigadores. La CIA lo acaba de hacer con una gran cantidad de material procedente de operaciones de las que han pasado al menos 25 años.

Los documentos, desde la época de Clinton, se encuentran en la base de datos Crest (acrónimo de CIA Records Search Tool), que permite realizar una búsqueda afinada de los principales elementos. Allí van todos los papeles que pueden tener valor histórico o que son significativos para los profesionales . Ahora sabemos, por ejemplo, las enormes dudas de los analistas de la CIA sobre el futuro de Juan Carlos I como actor de una democracia consolidada y se pueden leer intentos bastante contudentes para matar a Castro . Todos los países están realizando la revisión de esa época.

No existe mucho material sobre Córdoba (se centraron en la homónima ciudad argentina por las razones obvias de la actividad de la dictadura y los montoneros) de hace tres décadas salvo por una cuestión fundamental. Aquí gobernaba el Partido Comunista y la ciudad se encontraba en cierto sentido en el radio de los análisis que se efectuaban pulsando la situación de las formaciones marxistas. Recuérdese el contexto. Reagan estaba en la Casa Blanca , el muro de Berlín seguía en pie, Gorbachov era elegido secretario general del PCUS etcétera. Es decir, los retazos de la guera fría .

La oficina local de la CIA realizó un extenso informe sobre la situación del PCE cuyo mero nombre ya avanza el contenido: «España, comunistas en crisis». El documento relata una historia sumamente bien explicada. La Transición se llevó por delante a los dos partidos que tuvieron el mayor protagonismo durante su desarrollo, UCD y el PCE . El informe analiz a la situación concreta de 1985 por una razón: conocer la relevancia del PCE en el panorama electoral de cara a la entrada de España en la OTAN . El contexto es el siguiente: Carrillo se ha dado la gran caraja electoral y los comunistas se encuentran en el seno de una pugna entre las corrientes del partido. El informe no tiene datos que no pudiera conseguir un analista un tanto avezado que leyese prensa.

El documento se detiene en las elecciones andaluzas de 1986 (se realizó en agosto de 1985) avanzando la creación de Convocatoria por Andalucía. Sostiene qu e la operación partió de Gerardo Iglesias y Nicolás Sartorius -a los que asigna el papel de ala moderada del PCE- frente al sector prosoviético del exdiputado por Córdoba Ignacio Gallego (que formó en 1984 el PCPE). Advierte el informe que Anguita es la gran baza de la dirección de cara a revitalizar las escuálidas fuerzas de los comunistas en toda España mediante la configuración de un polo de fuerzas de izquierdas .

La CIA dedica unos párrafos elogiosos a Anguita por increíble que parezca. «Es el más popular y respetado titular de un cargo», asegura el documento sobre el entonces alcalde. Advierte, eso sí, que el político cordobés no las tiene todas consigo porque no todo el PCE andaluz puede considerarse homogéneo . En concreto, afirma que la zona oriental de la comunidad, en concreto Granada, puede minar la fortaleza de Anguita. Es bien sabido que eso no ocurrió. Prácticamente un año después, se cre ó Convocatoria por Andalucía y Anguita renunció a la Alcaldía en favor de Herminio Trigo para intentar conseguir la presidencia de la Junta .

Una curiosidad paralela es la de un documento que sí guardaron los agentes de la CIA vaya a saber por qué (buena parte de la base de datos son recortes, boletines internos, etcétera). Es sobre el caso de la desaparición de Vladimir Valentinovich Alexander , un científico soviético que desapareció cuando vino a dar una charla en Córdoba sobre el invierno nuclear. En aquella crónica, del «Washington Times», aparecía Alfonso Ceballos (Caballos en el artículo), secretario particular del alcalde y contacto del científico soviético. El buen caballero se pasó el rato beodo, lo que se consideraba una táctica estándar para desacreditar a quien desertaba (las sospechas eran que desertó ante el MI-6). Visto ahora, y para desengrasar de tanta política, tiene hasta gracia.

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