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VERSO SUELTO

Luces para tiesos

Retales de tiendas de segunda mano; lo mínimo que despachan por alumbrado de Navidad, para que nadie diga que no está

Alumbrado navideño en la calle Gondomar VALERIO MERINO
Luis Miranda

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Alguna vez tenía que llevar razón la alcaldesa : si los cordobeses y en particular los comerciantes quieren un alumbrado navideño digno de una ciudad a la que da gusto ir deberían pensar en pagar ellos algo. Hace no tantos años las patronales del comercio se hacían cargo de una parte de la iluminación, que aunque asombrase a los niños e ilusionase a las personas mayores que salían de sus residencias se hacía sobre todo para atraer a la gente al Centro de Córdoba e invitarla a comprar, que es de lo que va esta Navidad de abetos y nieve que se felicita ahora. No es que las tiendas tuvieran que pagar un impuesto por beneficiarse de los mosaicos de colores, sino que su propia iniciativa les llevaba a rascarse el bolsillo para conseguir que la gente tuviera ganas de pasear por sus calles principales en vez de coger el coche para pasar la tarde en el microclima del centro comercial y volver llenos de bolsas sin preocuparse del aparcamiento.

La siesta dulzona del rosismo consagró como derecho el alumbrado navideño y la portada de Feria más grande del mundo y disimuló con la sonrisa feliz que en realidad eran los ciudadanos quienes se pagaban las luces a sí mismos. Ahora que de las obras ya no brotan erupciones de impuestos ni plusvalías, los cordobeses se han enfadado al ver que en sus calles no cuelgan más que retales de tienda de segunda mano, luces colgantes de ocasión, «outlets» al alcance de bolsillos tiesos . Lo mínimo que despachan por alumbrado de Navidad: nadie dirá que no está, pero menos querrán mantener la mirada para reparar en los ejercicios de dibujo técnico que han puesto en la calle Gondomar , en las guirnaldas de Cruz Conde o en la yedra raquítica de Ronda de los Tejares .

Isabel Ambrosio llevaba en realidad razón sin querer. Cuando dijo que alguien tenía que sumarse al esfuerzo del Ayuntamiento no hacía más que sacudirse las protestas de encima y de paso enmascarar en la frase más llamativa otra realidad más triste: para ciertas cosas sigue ceñida en el corsé ideológico y opresivo de Ganemos . Es más que probable que tres cuartas partes de los que votaron al movimiento asambleario pensando que elegían a Pablo Iglesias no tengan el menor interés en reducir el consumo eléctrico ni se pregunten de dónde vienen los kilovatios con que cargan el teléfono, pero sus consignas residuales mantienen a la ciudad en el escaparate de unas causas que son perdidas precisamente por hacerse pensando más en quedar bien que en la estrategia.

Ni ella ni los cordobeses, por mucho que pataleen, quieren salirse de este mundo en el que es mucho más cómodo y divertido quejarse de la tacañería de las luces de Navidad que poner dinero para que sean mejores, como si fuesen tan esenciales como arreglar el tejado de un colegio o quitar los baches del acerado. Por esa mentalidad de la Administración como un médico malo pero gratuito y que al menos da motivos para desahogarse criticándolo siguen los aficionados al fútbol sufriendo en El Arcángel . Podrán hacer cadenas, llevar camisetas y hasta tener razón en el fondo, pero nadie le podrá decir a Carlos González que esté donde no debe. El Córdoba CF fue durante años una empresa municipal a nombre de tres constructores, que hacían llover millones en fichajes y regalaban entradas, y los que vieron desde fuera aquella época siguen pensando que no interesa dar el paso si no hay un político con un paraguas.

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