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Jesús Cabrera - El molino de los ciegos

Las marías de Capitulares

El desahogo de Pedro García con la concejal Martínez-Sagrera pisa unos terrenos inéditos

EL desahogo que se marcó el primer teniente de alcalde, Pedro García, la pasada semana con la concejal Elena Martínez-Sagrera abre una nueva etapa en el Ayuntamiento de Córdoba, al pisarse unos terrenos que hasta ahora estaban inéditos porque no repercuten en una mejor gestión ni en el bienestar de los cordobeses. Quienes se empeñan en echar tierra en las meteduras de pata del gobierno municipal no han reparado en algo tan elemental como que no hay que buscar confabulaciones externas, ni contubernios que lo único que provocan es risa, porque no existen y porque son los propios ediles con áreas de gobierno quienes se empeñan semana a semana en exponerse a un ridículo al que nadie les obliga.

Pedro García ha iniciado el infructuoso camino de hacer oposición a la oposición con este lance a Elena Martínez-Sagrera del que dijo que lo llevaba meditando desde hace un tiempo; es decir, que no fue nada premeditado, algo muy lógico en este edil que actualmente es el que más brilla en el gobierno municipal en materia de proyección exterior, tanto por saber donde tiene que estar y lo que decir para captar la atención, como por protagonizar muy elocuentes silencios con los que abandona en la más cruel soledad a sus socios de gobierno cuando a él no le interesa mojarse en un asunto determinado. En su favor hay que añadir también que es una persona con un gran sentido del humor, un valor escaso en la clase política y más aún en la izquierda.

Por esto extraña que Pedro García iniciara su oposición a la oposición con la solemnidad de un «he estado mucho tiempo pensando si decir esto o no decirlo» para terminar con la solemne gravedad de que «con las cosas de comer no se juega», algo que daría mucho juego pero que no es el asunto de hoy. Tampoco voy a entrar en la polémica de éste con la concejal popular sino que me quiero centrar en otras palabras del primer teniente de alcalde que desvelan el concepto que él tiene de la gestión municipal.

Cuando él le pide al portavoz del PP que traslade a Martínez-Sagrera a otras áreas municipales, aparte de actuar con una impunidad que no se le permitiría si eso lo dijera alguien sentado en los escaños de enfrente, está creando un agravio dentro del propio gobierno municipal, porque hace una distinción entre delegaciones de primera y de segunda. García no propuso que la concejal popular fuese destinada a Urbanismo o Hacienda, sino que pidió que la manden a Parques y Jardines, Salud y Consumo, Deportes o Juventud. Estas concejalías, tan cercanas a las personas, bien gestionadas, son tan importantes como las que más, pero está visto que los intereses de Izquierda Unida van por otra parte, pese a que las dos primeras son gestionadas por sus compañeras, Amparo Pernichi y Alba Doblas, respectivamente. Las otras dos, curiosamente, recaen en el socialista Antonio Rojas, quien guarda silencio y no ha salido en defensa de sus responsabilidades, a no ser que crea, al igual que García, que sirven para poco. Gracias al primer teniente de alcalde ya sabemos el valor que le dan a determinadas áreas de poder, y los concejales que las ocupan han descubierto a la vez el peso específico que tienen dentro del gobierno municipal. Si Pedro García quiere mandar a ellas a la edil popular que le quita el sueño es porque está convencido de que se va a aburrir haciendo oposición en unas comisiones en la que, según él, hay poco que rascar. El portavoz de IU le ha echado valor a la hora de distinguir entre concejalías de primera y de segunda, algo que todo el mundo suponía pero que los propios políticos se encargaban de ocultar y maquillar.

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