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El dedo en el ojo

¿El más solidario?

Parece que la conciencia fetén es patrimonio de algunos

Un voluntario ayuda a un inmigrante en el buque «Aquarius» KARPOV / SOS MEDITERRANÉE

MARIO FLORES

No debería empezar esta columna imitando a todos cuantos hacen alarde de una insufrible demagogia , de un impostado humanitarismo o de una hiper-desarrollada conciencia social fetén. Quiero decir que podría haber empezado diciendo que las seiscientas y pico personas que han llegado a Valencia son seres humanos, que necesitan de nuestra mano tendida y que debemos mirar a los ojos de esos inmigrantes (hoy lo que dicta la corrección política es llamarlos migrantes), porque de hacerlo estaría engrosando las filas de todos aquellos que hoy compiten descarnadamente para determinar quién de todos es el más mega-guay de los hiperconcienciados. Como si los demás no fuéramos capaces de adivinar la tragedia de esas personas . En esto, igual que en lo de ser demócratas, también hay dispensadores de certificados de denominación de origen que determinan quién es solidario pata negra y quién no.

Dando por hecho —sin necesidad de carnet solidario alguno— que a todos nos duele el sufrimiento de las personas, deberíamos tener más templanza a la hora de arbitrar soluciones razonables y consensuadas al problema de la inmigración en Europa. Digo esto porque ese gesto oportunista del nuevo «presidente del Gobierno a como dé lugar» ofreciendo nuestros puertos para la llegada de los inmigrantes del barco Aquarius no deja de ser un calentón de adolescente que, saltándose las recomendaciones de sus mayores, se tira al agua sin saber si esta se encuentra contenida en el vaso de la piscina. Y detrás de él vinieron presidentes de comunidades autónomas, de diputaciones, alcaldes y alcaldesas... Y ahí que estuvo atenta a no perder el tren de la hiperconciencia guay nuestra alcaldesa, Isabel Ambrosio , ofreciendo nuestra ciudad para acoger a parte de esos inmigrantes africanos. Postureo lo llaman esos adolescentes que se tiran a la piscina sin saber si hay agua y sin haber hecho la digestión.

Hay en la UE dos corrientes más o menos enfrentadas : una que aboga por la acogida y la asimilación (no siempre posible) de los inmigrantes en suelo europeo y otra que apuesta por volcar toda la ayuda en los lugares de origen de estas personas. Yo me adscribo a esta última por diferentes razones: porque resulta más barato, porque las personas no se ven empujadas a poner en riesgo sus vidas, porque así se les corta el grifo a las mafias que trafican con personas (habría que conocer el grado de connivencia de algunas oenegés en este sucio asunto), porque se eliminan así los problemas de asimilación de los recién llegados en la población local y se evitan guetos y porque se evita que los jóvenes talentos sean perdidos para el capital humano necesario para hacer prosperar sus propios países de origen. Asumir como necesaria la acogida de miles y miles de africanos en nuestros países, sin valorar con rigurosidad la cuestión, nos hace perder de vista lo anterior. Y también se pierde de vista que el Estado del Bienestar , ese que tanto promulgan algunos en actitud cuasi-mística, se vería seriamente comprometido si no se regula el flujo de inmigración.

Este postureo hipersolidario obvia (no sé si deliberadamente o no), además, que el 70% de los rescatados en el Mediterráneo no provienen de países en conflicto (o sea, no son refugiados) o que los famosos barcos de las sobrevaloradas oenegés operan en aguas territoriales de países como Libia para facilitar la salida de estas personas. Resultaría por tanto necesario distinguir entre refugiados e inmigrantes económicos .

¿Ha valorado nuestra alcaldesa todas estas consideraciones? Creo que, lamentablemente, no. Vivimos tiempos donde la razón ha sido destronada por la emoción . Y así no se puede abordar ningún problema con seriedad.

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