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Rafael González - LA CERA QUE ARDE

La pobreza

Mientras que unos se pelean por la Mezquita mis vecinos se buscan la vida

Los estadistas dicen que mi barrio es pobre . De los más pobres de España, en la ciudad más rica en intelectuales y hacedores de nada. En la comunidad autónoma que iba para California de Europa. En el país de las plurinacionalidades no equidistantes y a su bola. En la Europa de los d iputados Master Class que recortan a los demás para seguir manteniendo la pantomima y sus dietas. Pobre, coño. Mi barrio es pobre.

Pero decente hasta donde ese concepto que es la decencia nos permite. Porque hay que buscarse la vida y tal. Y eso marca para hacerte conciencia de clase y sobre todo, superarla, porque si no, te conviertes en miembro del sistema administrativo que te empobrece pero con pancarta en la mano , y digamos que para eso no necesitamos ni viaje ni alforjas. De todas maneras, los de la conciencia de clase hoy la ejercen cómodamente desde casa en 140 caracteres, que quien nos iba a decir que se iba a ejercer tal burguesía digital y reivindicativa hace algunos años. Los analistas contemporáneos se están tocando las gónadas con una mano y con otra acarician el Twitter. Y otros recaban datos a pie de campo y te sueltan, así, a las bravas: su barrio es uno de los más pobres del planeta. Qué contrariedad, señor encuestador, yo es que no conocía el entorno , ¿sabe usted?No hemos visto pasar planes municipales varios, marchas por la paz, planes Urban, yinkanas de género, jornadas asociacionistas de participación ciudadana, talleres de reiki, actividades extraescolares, campañas electorales , colegios okupados y días de la bicicleta, claro. Pues sí, todo eso lo han visto estos ojitos que se van a comer los impuestos postmortem andaluces y ahora vienen los estadistas a contarnos lo que ya sabíamos. Y lo malo del dato es que se convierte en seguida en trending topic de la bancada política contraria según quién esgrima el asunto. Con lo cual la pobreza al final es solo un dato y no un fin contra el que luchar. Y entramos en la habitual rueda de declaraciones, contestaciones y redactores callados y cabizbajos tomando atentas notas para el informativo ese que hay que rellenar . Y la pobreza pasará a un titular y después quedará en la hemeroteca del olvido .

Mientras, la peña en mi barrio sigue a lo suyo, que es buscarse la vida con mayor o menor acierto, chupando del sistema que los condena o intentando escabullirse del mismo escribiendo cosas, por ejemplo. Ya hemos comprobado que los planes Urban y los talleres transgénero son muy monos, pero después la cruda pobreza te devuelve a tu sitio. Sin muchas esperanzas en poder superarlo por los cauces que se suponen deben propiciarlo: la gerencia de urbanismo, por ejemplo, tiene atascadas más de mil licencias para el emprendimiento y los negocios, y la alcaldesa está muy preocupada por el rezo compartido en la Mezquita Catedral. Cuando venga un yihadista malo a pedir su cuota de rezo cuchillo en mano, verás como lo hace también en este barrio. Como si lo viera. La esperanza es la manta de piñazos que le pueden caer y, quién sabe, igual salimos en los telediarios como el primer barrio no buenista y netamente español de Europa.

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