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AGRICULTURA

La rentabilidad del olivar en seto garantiza su expansión en la provincia de Córdoba

Esta variedad se abre camino en las explotaciones porque supone una reducción en costes y tiempo de recogida

Una plantación de olivar en seto en la provincia de Córdoba ARCHIVO

P. CRUZ

Son muy pocos -por no decir nadie- los que discuten el buen momento del sector olivarero en Córdoba , que en 2016 generó unos ingresos de 852 millones de euros, una cifra que supuso un aumento del 57,6 por ciento superior a la contabilizada un año antes. Casi tres cuartas partes de esas ventas se corresponden con exportaciones . A día de hoy esta buena situación únicamente se ve perturbada por la sequía reinante y por la amenaza que supone la declaración del primer caso en España de la plaga conocida como Xylella fastidiosa.

Dentro de la actividad oleícola , el olivar en seto se está abriendo camino entre las explotaciones cordobesas gracias a su rentabilidad en términos monetarios y de tiempo. Con motivo de este avance, el campus de Rabanales organizó el pasado 29 de junio el I Simposio Internacional de Olivar en Seto en el que participaron unos 600 especialistas, entre investigadores y representantes empresariales. En ese evento, el delegado provincial de Agricultura, Francisco Zurera , aseguró que en la provincia hay unas 6.500 hectáreas que trabajan con este sistema, una cuarta parte de las 26.000 repartidas en el conjunto de Andalucía.

Uno de los asistentes a esta cita fue el catedrático de la Universidad de Córdoba (UCO) en el departamento de Agronomía, Diego Barranco , quien aseguró a ABC que la provincia tiene «un potencial muy elevado» en cuanto a la expansión de este sistema, cuyo origen se remonta a hace unos 20 años cuando se utilizaba para las campañas vitivinícolas en Cataluña. Este experto destacó que la principal característica y ventaja de esta forma de cultivo se concentra en la mecanización de la recogida de la aceituna , de manera que los frutos son recolectados con maquinaria tipo cabalgante conducida por un solo operario, lo que aumenta la rapidez del proceso (se calcula que la retirada de la aceituna en una hectárea de terreno puede realizarse en dos horas). Asimismo, se permite la recogida en un momento de maduración temprana, un hecho que facilita que todo el aceite molturado sea virgen extra . A esto se suma, según el catedrático, que los agricultores apenas tardan dos años desde la plantación de los olivos en obtener zumo de aceituna.

Ventajas económicas

Barranco subrayó dos importantes ventajas desde el punto de vista económico de este modelo. Por un lado, los ensayos realizados por su grupo de investigación detallan que en un terreno fértil se están obteniendo de media unos 2.000 kilos de aceite por hectárea , mientras que el sistema tradicional de riego se queda en los 1.000-1.200 kilos y el intensivo, entre 1.500 y 1.600. «Al mismo tiempo, observamos menores costes para el agricultor, puesto que los gastos de recolección con una cosechadora se sitúan entre 4 y 5 céntimos de euro por kilo, mientras que con las formas habituales de trabajo con vibradora o manualmente se llega a triplicar esa cifra», aseveró el profesor.

En cuanto a las necesidades de agua , Barranco afirmó que son muy similares a las que se han venido produciendo durante los últimos años porque «el manejo del olivo exige que se recorte un poco el vigor de las plantas, y la mejor técnica para ello a través de un riego deficitario». Según aseguró, las dotaciones para el olivar en seto se colocan entre los 1.500 y los 2.000 metros cúbicos por hectárea para cubrir todos sus requerimientos hídricos.

En base a todas estas ventajas, el catedrático de la Universidad de Córdoba vislumbró que la superficie dedicada a este cultivo «crecerá considerablemente» durante los próximos años. En este sentido, recalcó que «se le ha perdido el miedo» que surgió a finales del siglo XX a este sistema por la incertidumbre de los investigadores sobre su fiabilidad. Barranco destacó las posibilidades de las plantaciones cordobesas en este ámbito concreto debido a la existencia de tierras de cereal que pueden transformarse y de muchas explotaciones de secano en las que el olivar en seto puede tener buenos resultados. «No pasa lo mismo con Jaén, ya que allí hay más dificultades para este cultivo por su orografía, por su baja pluviometría y porque casi toda su superficie está ya cubierta con olivar tradicional », apuntó.

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