La santidad se puede medir

«Un santo en datos» es una exposición itinerante que quiere reflexionar sobre la santidad y sus consecuencias de progreso en la sociedad desde un punto de vista nuevo, el de los datos. El Colegio de Arquitectos de Granada acoge esta muestra, en la que a través de paneles semicirculares, se hace un recorrido por la vida de Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría, fundador del Opus Dei.

«Se trata de un espacio expositivo muy visual, en una época donde todo lo visible es mucho más atrayente, y sobre todo, estamos más acostumbrados. Aquí puedes obtener todos los datos que conforman la vida y trabajo de Álvaro y hacer una interpretación propia y personal», han explicado desde la organización de la muestra.

¿Quién es? ¿Dónde nació? ¿Qué hizo durante su vida? ¿En qué trabajó? ¿Cuál es su huella? Y sobre todo, ¿por qué es santo? Son algunas de las preguntas a las que pretende responder esta exposición. «Al hombre moderno –acostumbrado a pensar, medir y contar- la santidad le resulta un concepto lejano porque ni el amor, ni el servicio, ni la entrega se pueden cifrar. Sin embargo, el santo siempre deja una estela de progreso y un rastro tangible», explica el comisario de la exposición, Pablo Pérez López.

Los cuatro paneles, ilustrados con gráficos y fotografías de Guadalupe de la Vallina,  giran en torno a cuatro grandes áreas: Una historia en la Historia, Radiografía de un servicio, La huella de Álvaro y El secreto de lo Intangible. La vida de Álvaro se intercala con las grandes fechas de la Historia, con las obras que llevó a cabo durante su trabajo de caridad y fe, y con los testimonios de otras muchas personas que lo conocieron.

«La huella de Álvaro en la vida de las personas no se puede contar, o tal vez, con un poco de matemáticas y diseño, sí», ha contado Pérez López. La muestra, que se ha organizado con motivo de la próxima beatificación de Álvaro en septiembre, ya estuvo en Pamplona, ahora en Granada, y después viajará a Sevilla, Alicante y finalmente a Madrid.

El tercero de ocho hermanos, estudia Ayudante de Obras Públicas para ayudar económicamente a su familia, al tiempo que cursa la carrera de Ingeniería de Caminos. Realiza tres doctorados y en 1935 se incorpora al Opus Dei, que san Josemaría había fundado siete años antes, sucediéndole al frente de la Obra, tras su fallecimiento.

Siempre sintió un gran amor por África, lo que le llevó a realizar numerosas iniciativas sociales y educativas como la Fundación Niger, en Nigería, o el Centro Hospitalario Monkole, en Congo.

Fue consultor de diversos organismos de la Santa Sede y trabajó en varias comisiones del Concilio Vaticano II. Falleció en Roma, el 23 de marzo de 1994.