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MUNICIPAL

El botellón acecha al Albaicín de Granada

Ante el inminente cierre del «botellódromo», las reuniones con alcohol se extienden también por el centro

Restos del botellón en la placeta de Carvajales, en el Albaicín

DIEGO MÁRQUEZ

Granada afronta el próximo 1 de septiembre el reto del cierre definitivo del «botellódromo» , el recinto en el que se ha acotado la última década la bebida de alcohol en grupos al aire libre. Su uso está limitado estos últimos meses a los fines de semana y vísperas de festivos, lo cual ya se está notando en el resto de la ciudad. Hay barrios donde se sufre en las últimas semanas una proliferación de botellones que alarma a los vecinos. Es el caso del centro de la ciudad y, especialmente, el Albaicín, barrio declarado Patrimonio Mundial por la Unesco pese a que tiene récords de suciedad en sus calles.

Lola Boloix, presidenta de la asociación de vecinos del Albaicín, advierte de que desde hace un par de meses, coincidiendo con el fin de las clases universitarios, los pequeños botellones que hay en las recónditas plazas del barrio se han ido haciendo más grandes. Hasta un centenar de personas se puede reunir en una de estas reuniones.

En placetas como la de Carvajales , con privilegiadas vistas a la Alhambra, hay personas de la calle bebiendo desde por la mañana. La del Huerto del Carlos es más frecuentado por hippies y jóvenes. Al entorno único, aquí se suman multitud de bancos y espacios donde poder practicar malabarismos y pasar el rato con los perros.

Antes de que caiga la noche, en estas fechas veraniegas hay también muchos menores de edad. Todos los grupos aumentan en número los fines de semana.

«Cada sitio es específico de un tipo de gente», admite Boloix que es clara contra las prácticas incívicas: «derecho a ensuciar las calles, derecho a pegar voces hasta las tres de la mañana, no tienen». Por eso, lo que más preocupa a estos vecinos es que se vuelva a la situación previa a la apertura del «botellódromo», «que esto no se corte y terminemos otra vez que no podamos vivir».

Por eso piden una patrulla de barrio con policías locales a pie . Se quejan de que los agentes municipales tardan en llegar cuando se les llama a altas horas de la madrugada por la reducción de turnos a esas horas y lo intrincado del callejero. Los chavales saben llegar a miradores y sitios de difícil acceso y cómo escabullirse por sitios donde los coches no entran o no pueden parar.

El Ayuntamiento de Granada ha prometido reforzar la limpieza y la seguridad ante botellones que derivan muchas veces en actos vandálicos como los que cometen quienes se suben en aljibes que han sobrevivido siglos al paso del tiempo, o tiran botellas contra la pared haciéndolas polvo.

En unas declaraciones a la prensa, el alcalde Francisco Cuenca (PSOE) habló de «grupos pequeñitos que se reúnen muy tarde» pero, más allá de horarios, en ocasiones no son tan pequeños. El martes de la semana pasada en la céntrica plaza de los Lobos, pasaban las tres de la mañana, cuando, tratando de mitigar una de las primeras noches de canícula del verano, los vecinos incluso aprovechaban para pasear el perro ante la imposibilidad de dormir.

Tampoco habrían podido descansar mucho debido al escándalo que se escuchaba en varias manzanas a la redonda. Según testigos presenciales, dos patrullas de Policía Local circulaban tratando de disuadirlos pero sin impedir ninguno de los botellones que llenaban la plaza. El consumo de alcohol está prohibido en la vía pública en Granada, según la ordenanza de la convivencia.

En cuanto a la limpieza, muchas mañanas las cuadrillas tardan en pasar por zonas donde es imprescindible que la vía esté expedita como son los carriles bici de detrás del parque Federico García Lorca , junto a la autovía, cerca también del «botellódromo».

El botellón ya dio la cara en el último Día de la Cruz , el 3 de mayo, a pocas horas de que el PP fuera descabalgado del Gobierno local. Tanto en el centro como en el Albaicín surgieron ya escenas que previeron lo que ahora se ve: lo difícil que puede ser para una ciudad histórica que vive del turismo afrontar el día después del cierre del recinto donde hasta ahora se había concentrado este fenómeno que algunos consideran sociológico.

Así lo creen expertos como el profesor Manuel Amezcua, autor del libro «Botellón. Riesgo consentido» , quien aboga por dar alternativas a los chavales granadinos antes de cerrar el «botellódromo». Sobre todo porque, de lo contrario, las buscarán cuando, en plenos exámenes de septiembre, se vean sin poder donde ir a beber barato.

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