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TERRORISMO

Las víctimas del terror de ETA reclaman su espacio

Un libro de relatos homenajea la lucha de los familiares para sobrevivir al dolor generado por la violencia etarra durante décadas

Foto de familia tras la presentación del libro con el presidente de la Diputación, José Entrena. RUIZ DE ALMODÓVAR

DIEGO MÁRQUEZ

«El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad». Estas palabras de San Juan Pablo II introducen el libro memorial a las víctimas del terrorismo de ETA editado por la asociación de amigos de la Guardia Civil Duque de Ahumada. Su presidente ejecutivo, Francisco Rodríguez Palma, recuerda en su prólogo a «aquellos que en los duros años de plomo fueron a su vez doblemente víctimas por la indiferencia y el olvido de una parte de la sociedad».

  Por eso es imprescindible no olvidar a las víctimas de ETA con las que la democracia tiene una «perenne deuda de gratitud», como recalca Rodríguez Palma que subraya la importancia de que «nadie trate de tergiversar la historia contándola de otra manera».

  Los relatos y vivencias que agrupa el libro, que cuenta con el patrocinio de la Diputación de Granada y la colaboración del diario ABC, son los finalistas del primer certamen de relatos cortos Benemérita Guardia Civil convocado por la asociación para «recordar, homenajear y mantener viva la memoria de los 243 guardias civiles y de cada una de las víctimas asesinadas por ETA». Como recordó en su presentación el coronel jefe de la Comandancia de Granada, Manuel Llamas, ellos están «prendidos» en el recuerdo «para siempre» junto con los 12 menores y 7 mujeres de guardias civiles que también fueron asesinados vilmente en cuatro décadas de terror etarra.

  España no puede caer en la «falsa reconstrucción de la verdad» como la definió el fiscal superior de Andalucía, Jesús García Calderón, en presencia de quince familias de víctimas granadinas o vinculadas con la provincia en un acto en el Colegio Oficial de Médicos de Granada, que celebra este año su 120 aniversario.

Encarnación Villena perdió a su padre cuando solo tenía dos años, un guardia civil que cumplía con su deber, con apenas 27 años, en Lekeitio. Nunca ha vuelto al País Vasco desde que, después del asesinato, en 1978, regresó al pueblo granadino de su madre, Otura, no lejos de Padul, donde descansan los restos mortales de su padre. Aún hoy se sigue preguntando ante su tumba «por qué». Pero lo principal para Villena es que los terroristas «no han logrado su cometido» ya que sus hijos, de 17 y 13 años, «saben la historia de lo que allí pasó».

  Dos años tenía también Fabio Moreno, el niño asesinado por ETA en Erandio en 1991. Su padre, el guardia civil Antonio Moreno, con los años se ha sentido «engañado» por los gobernantes. «No nos han tenido en cuenta para nada», indica cuando se le pregunta por la liberación hace dos años del asesino de su hijo tras el fin de la doctrina Parot.

  La gran victoria en este caso se observa en el orgullo que destila cuando habla de Álex, como él herido en aquel salvaje atentado. Es su hijo, hermano mellizo de Fabio, y hace su vida con normalidad en Bilbao: «siempre le hemos inculcado que no tiene por qué haber odio y rencor».

El peluquero de la Base aérea

El 10 de febrero de 1997 Granada despertó gélida cuando asesinaron con coche bomba al peluquero de la base aérea de Armilla, Domingo Puente, a quien en esa fecha cada año se homenajea en la plaza de su pueblo, Güéjar Sierra. «Los mayores lo recordamos y a los niños se lo cuentan los padres», explica Antonio Puente. Así se construye la memoria basada en la verdad de un pueblo en torno a una familia a la que «nos vino más de sorpresa porque nunca creímos que tuviera riesgo», reconoce el hermano de Domingo.

  Era 2002 cuando Pedro Molina, aún adolescente, perdió a su hermano en acto de servicio. Hoy es él, a sus 28 años, quien lleva con orgullo el uniforme de la Benemérita, Cuerpo al que su familia se ha dedicado en cuerpo y alma durante generaciones. Quiere ir al País Vasco desde que era muy pequeño y su padre estuvo destinado allí. Ha conocido a mucha gente de allí que compartió con él que «todo aquello era innecesario e injusto», dice Pedro.

  También la década pasada, en el año 2000, Irene Fernández se convertía en la primera guardia civil asesinada por ETA cuando prestaba servicio junto a un compañero. A ella dedicó la asturiana Mar Braña el relato ganador de este primer certamen al que concurrieron dos centenares de relatos y del que surge este libro desgarrador, con portadas históricas como la de ABC aquel mismo año tras el asesinato a sangre fría en Granada del fiscal jefe de Andalucía, Luis Portero, cuyo hijo Daniel, presidente de la asociación Dignidad y Justicia, se mantiene firme en que «no se puede hablar del final del terrorismo con impunidad».

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