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urbanismo

El casco antiguo de Málaga, cada vez menos «antiguo»

El geógrafo y bloguero Anton Ozomek denuncia que el centro está perdiendo su «autenticidad»

El casco antiguo de Málaga, cada vez menos «antiguo» abc

Francisco Javier Flores

Anton Ozomek pasea por Málaga no sólo por placer, que también, sino para hacer acopio de información con la que luchar contra la destrucción de las señas de identidad del casco antiguo, que se viene produciendo en las últimas décadas de forma sistemática.

Los paseos de este geógrafo malagueño le llevaron a crear en el año 2010 un blog sobre los «Bodrios arquitectónicos del centro de Málaga», mediante el cual ha ido constatando una triste realidad: desde la década de los años 60 la mitad de los edificios del casco urbano han sido derruidos, en concreto 550.

«Se está produciendo un arrasamiento de la edificación histórica, lo que va en contra de las leyes de protección del patrimonio», ha comentado a ABC este bloguero, cuya cruzada es «una cuestión de autenticidad y legalidad». De hecho, en su opinión «los centros históricos deben ser precisamente eso, históricos», por lo cual las demoliciones deberían ser «excepcionales».

Esta paulatina pérdida empezó a fraguarse en los años 60 y 70, cuando se construyeron en la ciudad edificios con materiales ajenos a la tradición arquitectónica local, que resaltan por su gran volumetría y especialmente por el impacto visual que generan.

Algunos ejemplos de estos «edifeicios», como los llama el propio Anton, son el aparcamiento de final de Calle Carretería; el edificio de Pasillo de Santa Isabel frente al Puente de los Alemanes; y especialmente el hotel Málaga Palacio, creado en 1966 y que destaca al igual que los otros por superar la altura edificatoria legal, bloqueando además la vista de la Catedral.

Sin embargo, para Anton Ozomek lo más preocupante es la intensificación de este expolio que se viene produciendo desde los años 90 hasta la actualidad, lapso en el que la tasa derribos se ha multiplicado por cinco.

«Entre el año 2000 y el 2011 se han producido unos veinte derribos anuales. Con un censo de 1.100 edificios pueden parecer pocos, pero el hecho es que en la zona central de casco histórico, la llamada almendra, la mitad de los inmuebles tienen ya una antigüedad de menos de cuarenta años», ha indicado el geógrafo malagueño.

Las nuevas edificaciones no alteran especialmente el «skyline» de Málaga, aunque sí que rompen la esencia del conjunto histórico y además su número ha llegado a ser «brutal».Tanto es así, que el visitante tiene cada vez menos opciones de contemplar ejemplos genuinos de la arquitectura malagueña y debe conformarse con otra más aséptica y anodina, como ha ocurrido en los entornos de los museos Picasso Málaga y Carmen Thyssen, en la zona otrora conocida como la Judería.

Anton Ozomek no considera que los promotores sean los responsables de este dislate, puesto que «estamos en una economía de mercado y buscan su máxima rentabilidad». Por el contrario, señala como culpables a las autoridades competentes, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga.

«Permiten que se incumplan de forma sistemática las leyes de protección», ha comentado el bloguero, que se refiere en concreto el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del centro, impulsado por el Consistorio, y a la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía. En este último caso, la competencia es municipal, salvo cuando se trata de edificios considerados de Bienes de Interés Cultural (BIC), que requieren para cualquier actuación de una consulta previa a la Consejería de Cultura.

Hotel de Moneo

De cualquier forma, los desaguisados se siguen produciendo, como ocurre con el conocido como hotel de Moneo en la plaza Hoyos del Espartero, que tiene todos los trámites legales en regla pese a que supera con creces la altura edificable permitida y a que viene a fusionar parcelas históricas, algo que prohíbe la Ley andaluza.

«Por suerte, debido a la actual coyuntura económica, el proyecto está muy parado y esperamos que nunca se llegue a materializar», ha comentado Ozomek, que forma parte de la plataforma Torrevigía que se opone a su construcción, al considerar que acabaría con el actual edificio, conocido como «La Mundial», que fue mandado levantar hace un siglo por la familia Loring-Heredia.

Por suerte, no todas las situaciones que se están produciendo son negativas, puesto que cada vez hay más propietarios y profesionales del urbanismo que apuestan por restaurar los edificios antiguos o por conservar sus fachadas. «Es algo por lo que debemos luchar todos los malagueños, para que las generaciones futuras puedan disfrutar de ese patrimonio», ha finalizado Anton Ozomek.

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