Historia
El cura malagueño que mató por «honor» al primer Obispo de Madrid
Un nuevo libro repasa el suceso protagonizado hace 129 años, un Domingo de Ramos, por el sacerdote Galeote

El 18 de abril de 1886 era Domingo de Ramos y el sacerdote Cayetano Galeote , nacido en Vélez Málaga, esperó a las diez de la mañana a las puertas de la colegiata madrileña de San Isidro al primer obispo de Madrid, Narciso Martínez-Vallejo Izquierdo, y le disparó tres tiros a bocajarro sin ocultarse de los fieles. El autor de aquella acción moríría años después, en 1922, en un manicomio, convencido de que su acción fue un acto de «honor». «¡Ya estoy vengado!, gritó el cura tras el asesinato que convulsionó a la Iglesia de la época, que acababa de nombrar al prelado para poner orden en la diócesis y no encontró otra respuesta que la locura como la razón última del magnicidio. Así se expresa el historiador Francisco Montoro, paisano del sacerdote, que ha recogido nuevos testimonios históricos en el libro «El cura Galeote. La verdadera historia del cura de Vélez-Málaga que mató al obispo de Madrid» , presentado este jueves en la Cámara de Comercio de Málaga.Montoro asegura que Cayetano fue educado por su padre con el honor como lo más importante en la vida. El cura padecía además una sordera que se fue agravando con el tiempo y que lo convirtió en un hombre «suspicaz» en exceso y algo raro. «Su personalidad recordaba un poco el espíritu de los duelistas» y estaba convencido de que si se podía matar para defender la vida, por qué no para defender el honor. «En caso de duda que sea Dios quien decida», era su pensamiento, según Montoro.Hasta el punto se obsesionó que hizo responsable al obispo de sus problemas con el rector de su capilla , la del Cristo de la Salud, el padre Vizcaíno. Galeote había enviado varias cartas al obispo pidiendo que «impusiera justicia» , porque no se sentía respetado por su superior, pero no la obtuvo y concluyó que el obispo «se tomaba a chifla» sus preocupaciones. Un día antes del asesinato llevó personalmente una copia de esas cartas al director del rotativo «El Progreso» .El carácter republicano de este periódico alimentó los rumores de un «complot» en la muerte del obispo , hombre con fama de emplear «mano dura» y cuyo objetivo era poner orden en la diócesis. Tras el asesinato, el cura malagueño fue condenado a muerte el 9 de octubre de 1889 por el Tribunal, sentencia que confirmó el Supremo pero que se sustituyó por su ingreso en un centro para enfermos mentales de Leganés, donde falleció a los 83 años.El historiador aporta en esta obras nuevos datos sobre la familia del cura, los informes médicos presentados al juicio y una publicación inédita hasta ahora, obra del padre de los hermanos Antonio y Manuel Machado; «La Iglesia y Galeote. Dos procesos por Demófilo», de 1886. Según Montoro, ante la magnitud del escándalo, fue la propia la Iglesia la que logró la intervención de la Academia de Medicina para conseguir internar al cura y hacerlo pasar por loco.El suceso fue muy seguido por la prensa nacional e internacional, y Benito Pérez Galdós le dedicó un libro titulado «El crimen de la calle Fuencarral. El crimen del cura Galeote». El proceso contra el sacerdote sirvió para que la psiquiatría se abriera paso en España en los procesos judiciales . «Hasta entonces no era considerada por los jueces», asegura el historiador Montoro. El último informe forense sobre el cura aseguraba que padecía «monomanía de persecución en su tercer periodo» , calificación que sirvió para encerrarlo de por vida.
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