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Reconocimiento

Las otras vidas de Miguel

La Policía Nacional de Málaga rinde un emotivo homenaje a los 19 agentes fallecidos en la provincia desde 1922

Las otras vidas de Miguel FRANCIS SILVA

Pablo D. Almoguera

Debía ser un día normal en sus vidas. Haciendo monótono lo extraordinario . Mirando frente a frente al miedo. Sin dar un paso atrás cuando el instinto de supervivencia te empuja a ello. Pero todo se torció inexplicablemente. «Teníamos un asalto en Granada por la noche, así que decidimos aprovechar el tiempo y por la mañana fuimos a Sierra Nevada para practicar ejercicios de escolta en ski . Yo iba con Miguel, que era el instructor, cuando sufrió el accidente. Se salió de la pista y choco contra unas rocas. No salió adelante », recuerda su compañero mientras enseña cómo se le pone la piel de gallina. Han pasado más de 11 años desde aquel fatídico mes de enero de 2004 y Miguel Vílchez sigue presente entre los componentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) de la Comisaría Provincial de Málaga. Un «hombre tranquilo», capaz de transmitir a los suyos «la serenidad necesaria» cuando sabes que tras la puerta hay alguien dispuesto a acabar con tu vida y que, como recordaba ayer Elena, su viuda, fue solidario hasta el final: «La familia decidió que se donaran todos sus órganos porque él lo hubiera querido así. Fue su último servicio y me gusta pensar que pervive en esas personas» .

Este subinspector que perdió la vida a los 47 años de edad fue uno de los 19 agentes de la Policía Nacional fallecidos en la provincia de Málaga —desde que se tiene constancia documental— a los que ayer se rindió homenaje en un acto que coincidió con el primer aniversario del asesinato de Francisco Enrique Díaz. Miembro de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), murió tras ser apuñalado por un problemático indigente que arrastraba una larga lista de delitos. Rosa, su madre, depositaba un ramo de flores en el monolito en memoria de «Caco» —como lo llamaban los más íntimos— para después fundirse en un abrazo con su nuera. Son días difíciles. Muchos recuerdos.

Una lista demasiado larga

El comisario provincial, Pedro Garijo, comienza a pronunciar los nombres de los agentes fallecidos y la entereza inicial se desploma. Agustín Montes , muerto en 1981 a manos de los atracadores de un banco que se hicieron con las nóminas de los trabajadores del antiguo hospital Calos Haya; Manuel Donaire , asesinado en 1985 durante un motín en la cárcel malagueña; Juan Alameda , a quien Albertus van Dijken, un peligroso delincuente holandés, mataba en 1996 en Marbella; o Francisco José Fernández , conocido por todos como «Franki» , que perdió la vida al sufrir un accidente de coche cuando perseguía a unos narcotraficantes a los que perseguía por la sinuosa carretera del Cerro del Águila en Mijas.

Los familiares y agentes escuchan cada uno de los nombres con entereza, aunque son varios los que encuentran consuelo a la añoranza dejando brotar sus lágrimas. El compañero que iba con «Franki» aquel fatídico día se muestra firme. La procesión va por dentro, se deduce. Salvó la vida milagrosamente, y tras un largo periodo de recuperación, logró reincorporarse al cuerpo. «Desde entonces, cada vez que me pasa algo bueno. Miro al cielo y me acuerdo de él» , confiesa.

Eran muchos los agentes que ayer rememoraban una anécdota, una palabra, un recuerdo, para traer a su lado a los que nunca podrán volver a vestir el uniforme de «chapa». Otros bromeaban con el hijo del compañero desaparecido y trataban de buscar en él similitudes que les agarrase un pellizco en el estómago. Elena, rodeada de «sus» GOES, sabe que su marido no sólo está presente en el corazón de sus compañeros, en el de aquellas personas a las que salvó, sino que forma parte de otras anónimas que pudieron tener un futuro gracias a sus órganos. «Fue su forma de dar vida. Una manera de pervivir» .

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