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Fallece el Padre Quevedo, jesuita, escritor e insigne rociero

Estuvo muy vinculado a muchas Hermandades del Rocío y escribió letras popularizadas por los Romeros de La Puebla

Fallece el Padre Quevedo, jesuita, escritor e insigne rociero

p.r. bueno

El pasado viernes 2 de octubre fallecía en Málaga, a los 89 años, don José María González de Quevedo y Álvarez, sacerdote jesuita y célebre escritor y poeta . Nació en Málaga en 1926, ingresó en la Compañía de Jesús y cursó sus estudios sacerdotales en El Puerto de Santa María y seminario de Comillas (Santander).

En 1960 se incorporó al Centro Misional de Montilla (Córdoba) y participó activamente en numerosas misiones en Buenos Aires, Lima, Vitoria, Murcia, Granada, Sevilla, Santiago de Compostela, etc. Recorrió toda España predicando pastoralmente y sus homilías tuvieron siempre un hondo contenido teológico , fruto de su gran formación religiosa.

Estuvo muy vinculado a muchas Hermandades del Rocío, a las que dedicó sus cultos y pregones, especialmente a las Hermandades de Almonte, Sanlúcar de Barrameda y La Palma del Condado. De hecho, en 2013 fue nombrado hermano honorario de la Hermandad Matriz de Almonte .

En 1996 se publico su libro «Cosas de Ella» , que recoge la mayor parte de sus poemas dedicados a Andalucía y a la Virgen, destacando sus célebres poemas rocieros inmortalizados por famosos interpretes y conjuntos (Romeros de la Puebla, Requiebro, Chiquetete y numerosos Coros rocieros). Entre esos muchos poemas hoy recordamos especialmente uno lleno de finura y melancolía, que cantaba a la Virgen y al Niño cuando acababa la Romería y la tristeza invadía el corazón:

«La Rocina está en silencio, el sol se duerme aburrío; están recientes las huellas de las gentes que se han ío. El Niño se ha despertao y vio tan sola la ermita que, de pena, resbalaba el llanto por su carita. La Pastora mece al Niño; qué largos se hacen los días, tiene que pasar un año pa volver la romería. El pastorcillo impaciente cuando la Virgen dormía, deshojó to el almanaque pa que volaran los días. Y el Niño se fue durmiendo soñando con caravanas, que vienen por la marisma cantando por sevillanas»

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