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CHIQUITO

Los cómicos piden la Medalla de Oro de Andalucía para Chiquito de la Calzada

Varios centenares de malagueños se concentran en la plaza con el nombre del humorista para recordarle y rendirle homenaje

Manu Sánchez y Manolo Medina durante su intervención J. J. M:

J.J. MADUEÑO

Málaga salió el domingo por la tarde a la calle para rendir homenaje a Chiquito de la Calzada. En la plaza que lleva su nombre en el barrio de Huelin –donde residía– varios centenares de personas se concentraron para recordarle. Asistieron varios humoristas andaluces, que eran amigos de Gregorio Sánchez, su nombre real. Y en ese ambiente de recuerdo y fiesta, saltó la reivindicación. La que llevaba unos días siendo un «runrun», que acabó de estallar cuando Rafael Estades «Morta» recordó la visita de Susana Díaz a la capilla ardiente de la Diputación de Málaga, afeando que no se le haya concedido la Medalla de Oro Andalucía a Gregorio Sánchez.

No fue el único. Manu Sánchez también quiso reivindicar su figura y reclamó este reconocimiento para el humorista malagueño. «Si no la tiene, no nos la merecemos ninguno» , aseguró Sánchez, quien llamó a sus compañeros a cumplir con la memoria de Chiquito, si alguna vez son galardonados. «Si a algún humorista le dan la Medalla de Andalucía tiene que recogerla, para no hacer un feo a todos, pero que no se le ocurra no hacerlo en nombre de Chiquito de la Calzada », avisó el cómico sevillano, que recordó anécdotas con el malagueño hasta que Manolo Medina le arrebató el micro para contar la respuesta que Gregorio le había dado cuando le preguntó por ese reconocimiento y Chiquito le dijo: «Me parece que me la voy a tener que comprar» .

El malagueño Tomás García fue el artífice de este homenaje al que definió como «el Dalí del humor». En principio estaba pensado para darle fuerza para superar sus dolencias pero, tras el fallecimiento el pasado sábado a las tres de la mañana, se cambió por un homenaje a uno de los maestros cómicos nacionales. Hubo un minuto de aplausos al cielo , sustituto de uno de silencio, porque «Chiquito no callaba nunca» –aseguró García–. «Era la única persona de Europa que no tenía enemigos» , resaltó García, que fue uno de los asistentes a la comida que todos los compañeros tuvieron en el Café Chinitas, donde le recordaron en el lugar de donde era fiel parroquiano. «El mejor restaurante del mundo», lo definió Chiquito sabedor de que aquella céntrica esquina de Málaga junto a calle Larios era «su segunda casa».

Fueron allí tras su funeral, que por la mañana en la Iglesia de San Pablo había vuelto a concentrar a cientos de personas para decirle adiós. «Se tiene que estar descojonando en el cielo con una misa que comenzó con un «todos somos pecadores» y acabó con un «hasta luego Lucas», recordó Manu Sánchez sobre la emotiva celebración en su memoria ante la mira de Jesús Cautivo, la devoción que le acompañó desde pequeño, como a todo aquel que nace en el barrio de La Trinidad. Gregorio se ha marchado para siempre, en busca de su mujer Josefa García «Pepita» –como reseñó Medina en la misa–, pero Málaga no deja de recordarle en cada rincón sabedores que es una ciudad de «pecadores» que rieron con un «fistro» flamenco que cambió la forma de hablar de toda una generación de españoles.

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