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FALSA VIOLACIÓN EN MÁLAGA

«Es increíble que nosotros tuviéramos que demostrar nuestra inocencia»

Hablan por primera vez los chicos que fueron acusados falsamente de vejar y violar a una compañera de su propio colegio

Los jóvenes, espaldas en el salón de actos de su colegio al término del acto de su graduación I. MAYA

FERNANDO DEL VALLE

«Lo peor son los recuerdos del calabozo . Estuvimos allí horas, y comprendí lo que se nos podía venir encima cuando llegó una agente y le preguntó a un compañero qué habíamos hecho. “ Han violado a una muchacha ”, respondió». Los cuatro jóvenes malagueños que fueron falsamente acusados de vejar y violar a una compañera de curso en su propio colegio hablan por primera vez para un medio de comunicación semanas después de que su caso haya sido definitivamente archivado. Meses después de este caso que adelantó ABC, tienen absolutamente fresco el recuerdo de aquellas primeras y angustiosas horas cuando se toparon de bruces con una denuncia que nunca esperaron.

«Cuando recibimos la citación para ir a Comisaría nos llamamos. No teníamos ni idea de qué podía ir el tema». Hablan para ABC minutos después del acto en el que por fin han podido graduarse como bachilleres , varios meses después de que lo hicieran sus compañeros. Cuando fueron denunciados, un juez les impuso una orden de alejamiento de la joven que los había acusado. Como consecuencia, no pudieron regresar a clase entre Semana Santa y fin de curso , precisamente en el año en que iban a enfrentarse a la temida Selectividad.

Ya con el alivio que supone haber sido exonerados de cualquier culpa, aseguran no explicarse aún qué pudo motivar la denuncia de su compañera. «No es que vayamos a llamarla precisamente, pero sí nos gustaría que algún día a lguien nos dijera por qué . Ni nos habíamos metido con ella ni recordamos prácticamente haber tenido contacto con ella». ¿Rencor, ahora que todo ha pasado?, inquiere el periodista. «Sí, pero por las familias más que por nosotros».

Reconocen que es difícil olvidar el trago . Dicen no haber sido demasiado conscientes de lo que podía ocurrirles. «Nuestros padres nos tuvieron entre algodones; nos informaban, pero intentaban siempre que permaneciéramos algo al margen para que nos centráramos en nuestros estudios».

Sí aseveran que lo peor, con todo, es sentirse inmersos en un sistema en el que fueron declarados culpables de inicio , bastando únicamente la denuncia de la niña. «Fuimos nosotros quienes tuvimos que demostrar nuestra inocencia . ¿Y si otras familias en un caso similar no lo consiguen?», se preguntan.

Lo mismo opinan varias chicas asistentes al acto, compañeras que siempre defendieron su inocencia . «Soy mujer pero me parece increíble que porque yo diga que alguien me ha hecho algo ni siquiera se le pregunte», dice una. «Yo he votado a Ciudadanos después de escuchar lo que querían hacer con la Ley de Violencia Doméstica», apunta otra que el 20D acudió a las urnas por primera vez.

Efectivamente, tras las denuncias de la joven, el paso de los adolescentes por el calabozo y la orden de alejamiento, comenzó una odisea para los padres, que tuvieron que ir desmontando una a una las acusaciones de la chica para demostrar la inocencia de sus hijos, en la que siempre creyeron.

Así, lograron acreditar cómo los días en que la chica denunciaba haber sido víctima de puñetazos y golpes ni siquiera estaba en el centro. Cómo las fotos de moratones que presentó como prueba ante la Policía las había sacado de internet . Y que la jornada en que ella aseguraba haber sido violada bucal, anal y vaginalmente en los jardines del colegio por tres de los muchachos ellos ni siquiera estaban en sus instalaciones . Incluso que sólo media hora después del momento en que situó el aberrante episodio de agresión sexual que aseguró haber sufrido realizó dos exámenes de recuperación sin manifestar ningún tipo de actitud extraña.

Ahora, el caso puede volverse en contra de la niña . La juez que sobreseyó el caso pidió que se dedujera testimonio contra ella por obstrucción a la Justicia. El asunto está en la Fiscalía pero los padres quieren incluso ampliar la querella al delito de calumnias.

Los padres consiguieron demostrar la inocencia de sus vástagos , pero la travesía fue muy larga. Repleta de noches sin dormir, de episodios de ansiedad que ni siquiera las pastillas lograban domeñar e incluso ingresos en el hospital.

Hoy, superada la prueba más difícil de su vida –y además la Selectividad— tres de ellos estudian ya en la Universidad y un cuarto prepara oposiciones para Policía Nacional . «Es algo que ya tenía pensado, pero después de esto más ganas me han entrado», afirma.

El martes 22 de diciembre, el colegio donde habían estudiado toda su vida les preparó un emocionante acto de desagravio . El acto de graduación que se perdieron en junio. Sólo para ellos cuatro.

«Fueron meses duros pero conseguimos sacar lo mejor de nosotros». Lo afirmó en el acto Victoria, evocador su nombre, la compañera que en su día inició una recogida de firmas en defensa de los muchachos y fue la elegida para pronunciar unas palabras en representación de todo el curso. Apenas hubo en ese acto referencias al suplicio atravesado por los jóvenes. Pero la rabia contenida se desató en aplausos y lágrimas, muchas lágrimas, cuando subieron a recoger las insignias que les acreditan como bachilleres.

«Memoria selectiva para olvidar el pasado, prudencia lógica para no arruinar el presente y alegría desafiante para afrontar el futuro». Parafraseando a Isabel Allende, la directora del centro escolar puso el colofón a un desagravio merecido.

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