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HOMENAJE

Sentob Bendodo, un eterno caballero con toga

El ministro de Justicia le ha distinguido junto a Juan Antonio Conejo con la medalla de la Orden de San Raimundo de Peñafort

Sentob Bendodo recibe la distinción de manos del ministro de Justicia F. SILVA

J.J. MADUEÑO

Sentob Bendodo acude cada semana a los juzgados de Málaga y cada día entra en su despacho para organizar el trabajo. A sus 90 años sigue con su rutina, dentro de la que se encuentra comerse una tableta de chocolate diaria. El año que viene va a cumplir 50 años como abogado. Se colegió en Málaga en 1968. Desde entonces no ha faltado a su cita con su amada profesión. Sigue gestionando casos y ve el turno de oficio con vocación. El veterano colegiado es respetado, como reseñó el ministro de Justicia, Rafael Catalá, al entregarle el sábado en la Subdelegación del Gobierno de Málaga la medalla de la Orden de San Raimundo de Peñafort por «su lealtad, rectitud y rigor ». «En su expediente se demuestra toda la admiración y cariño que se le profesa desde todos los ámbitos del sector de la Justicia», remarcó el ministro tras condecorarle.

Padre de Daniel, que ejerce en el despacho con su padre, Elías, que está en excedencia por su carrera política –ahora presidente de la Diputación y presidente del PP de Málaga– y Moisés, que es el único que no se dedicó al derecho, su amor por la abogacía no le impidió ser un buen padre. «Mi padre nunca nos condicionó, pero nos hicimos abogado guiados por la dedicación y la vocación por la profesión que él sigue teniendo», señala Daniel Bendodo, que comparte el día a día con su padre en el despacho. Pese a todo, siempre les dedicó tiempo. «Siempre ha dedicado muchas horas a su trabajo, pero no ha sido un padre ausente . Supo sacar tiempo para estar con nosotros», recordó Daniel.

La primera impresión ante Sentob Bendodo puede ser chocante por un carácter fuerte que esconde a «un buen hombre» . «Es un cacho de pan», afirmó su hijo. Además, el veterano abogado goza de un buen sentido del humor, lo cual le permitió improvisar un discurso porque «esas cosas no se escriben, se dicen como vienen». Y sobre el atril se descubrió a un abogado enamorado de su familia, dando las gracias a su mujer, hijos y nietos, con los que comparte momentos y a los que le inculca férreos valores. «Mi nieto me preguntó que antes de la barriga de su mamá dónde estaba y le dije que con Dios», recordó en un discurso en el que achacó su longevidad a su trabajo y a vivir en Málaga .

Nació el 15 de octubre de 1927 en Larache (Marruecos) bajo un temporal de nieve al que el ministro de Justicia achacó la forja de su carácter. Y a punto de cumplir 50 años con la toga no piensa jubilarse. «Estaré en esto mientras esté aquí» , afirmó en su discurso. «Es imposible separar al abogado de la persona. Mi padre es todo uno. La abogacía es parte de él y no una faceta de su vida», explicó Daniel.

En el acto también recibió el mismo reconocimiento Juan Antonio Conejo , secretario idóneo del Juzgado de Paz de Valle de Abdalajís. Conejo lleva 35 años en ese puesto ganándose el respeto de todos sus ciudadanos. «Tiene un legado de lealtad, siendo un trabajador intachable y eficaz », definió Catalá, que dijo que ambos galardonados que son un ejemplo vital porque la distinción es «la recompensa al esfuerzo y la convicción». «Es una victoria personal alcanzada a lo largo de su vida», concluyó el ministro de Justicia.

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