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HISTORIA

Los franceses «andaluces» que combatieron a los nazis

En torno a 10.000 soldados fueron confinados en Málaga antes de embarcar para luchar en África contra Hitler

El Sidi Brahim, embarcación que en al menos dos ocasiones, recaló en Málaga para llevar a Marruecos a los franceses evadidos ABC

CRISTÓBAL VILLALOBOS

Tras el verano de 1943, Franco se aleja de las potencias del Eje ante la previsible derrota que se avecina, lo que provocó también su cambio de postura con respecto a los refugiados aliados, que cruzaban los Pirineos desde los inicios de la Segunda Guerra Mundial en una penosa carrera que solía acabar en cárceles y campos de concentración. Entre octubre y diciembre de 1943 miles de franceses huidos de la Francia ocupada partieron de Málaga para unirse al ejército francés en el norte de África y retomar la lucha contra los nazis. El testimonio del cónsul de la Francia de Vichy en Málaga, Simón Arbellot, rescata estos hechos hasta ahora olvidados en un artículo publicado en el último número de la revista «Andalucía en la Historia».

En octubre de 1943 se informó al cónsul Arbellot del acuerdo firmado por los aliados y el gobierno español, por el que Franco se comprometía a facilitar el embarque para Casablanca de los jóvenes franceses. El puerto de Málaga sería la base de operaciones . Con tal fin, se dispuso que se produjeran una serie de embarques entre los meses de octubre y diciembre, a razón de unas 1.500 personas por embarque hasta hacer un total de unos 10.000 hombres. La Cruz Roja se haría cargo de la subsistencia de estas personas. La plaza de toros de La Malagueta se acondicionó como provisional campamento y Auxilio Social, organismo de Falange, se encargaría del abastecimiento de víveres y enseres de primera necesidad.

El recinto estaba limpio y los franceses, varones jóvenes en su mayoría, tenían suficientes mantas y comida. Pero los barcos tardaban en aparecer, los días se hacían muy largos, y el aburrimiento hacía mella, por lo que el diplomático llevó a la plaza todos los libros y revistas francesas que pudo.

Bajo pabellón británico

El 21 de octubre dos barcos galos de transporte, bajo pabellón británico, uno de ellos el Sidi Brahim, entraron en el puerto, mientras dos destructores ingleses los esperaban cerca del Estrecho para escoltarlos . El cónsul inglés supervisó la maniobra junto a los enviados de la Francia Libre. El 30 de octubre llegaría un nuevo contingente a la capital malagueña.

Hasta el 29 de diciembre cientos de franceses estuvieron en la ciudad, acostumbrada la presencia de estos jóvenes «con el pelo rapado, vestidos miserablemente y que deambulaban por las calles en grupos pequeños». Por la noche permanecían retenidos en la plaza, vigilados por la policía, que aumentó sus efectivos para impedir que saliesen del coso, como refleja la documentación del Gobierno Civil.

Los malagueños, hospitalarios y generosos, según el cónsul, se interesaban por las aventuras de los jóvenes y charlaban dificultosamente con ellos, en diálogos bilingües en los que siempre salían las palabras «De Gaulle», «ejército de África» y «Victoria». Los malagueños los convidaban a algún vino en tabernas y los franceses volvían a la plaza cantando alguna canción «con una voz que el Moscatel y el Jerez hacía desentonar ligeramente».

Los habitantes de Málaga acogieron favorablemente la caída de Mussolini, según despacho del cónsul británico, Robert Goldie, pero la Falange local y la policía reaccionó deteniendo y multando a los ciudadanos que mostrasen satisfacción por los éxitos aliados. Las “abundantes expediciones de franceses” para alcanzar el África francesa, como recoge l a documentación de la Jefatura Provincial de FET y de las JONS, provocó en la ciudad numerosos comentarios resaltando el acercamiento de Franco a los aliados, con el consecuente desánimo de los partidarios del Eje, mayoritarios en la Falange.

Ocultado por la prensa

Por eso, ante el desagrado de los miembros del Movimiento por el acercamiento a los aliados, y por el propio interés de Franco en no empeorar las relaciones con Alemania, la prensa local y nacional sepultase este paso multitudinario que no pudo pasar desapercibido en la ciudad.

El 29 de diciembre fue el último día del éxodo. El humeante Sidi Brahin había regresado al puerto, mientras los destructores británicos esperaban a una distancia respetuosa de las aguas territoriales españolas. La salida del barco estuvo llena de incertidumbre para los franceses, pues se amenazaba tormenta y corrían rumores de que submarinos alemanes les esperaban en el Estrecho. Muchos compatriotas, se imagina el cónsul en su libro, albergarían gran miedo al ver peligrar su aventura. En el Hotel Miramar una comida entre el nuevo embajador francés y los cónsules de Inglaterra y EE.UU., junto con sus colaboradores de la plaza de toros, dio por concluida la operación.

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