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GUERRA DE INTERESES EN SALUD

El modelo informático de los hospitales, clave en la crisis de las fusiones

La Junta reformó su sistema de gestión clínica mientras expandía un software alternativo impulsado por un alto cargo socialista

Diraya comienza a implantarse en 2004 en los centros de atención primaria ABC

LEO RAMA

Cuando Andalucía recibe las competencias sanitarias, allá por 1987, tiene ante sí el reto de atender a la comunidad más poblada de toda España. Los responsables, entre los que destacaban militantes comunistas, se decantan por seguir las recomendaciones derivadas de la Conferencia de Alma-Ata que había celebrado diez años antes la Organización Mundial de la Salud con el patrocinio de la URSS . Bajo el lema «Salud para todos en el año 2000», urge a los gobiernos al desarrollo de la atención primaria: básica, preventiva, barata y equitativa. En definitiva, ofrecer mucho por muy poco dinero con la creación de una red de centros de salud.

Los primeros integrantes de la Consejería de Salud —entonces en Jaén— hacen suyo el modelo de Alma-Ata y sientan las bases de lo que tendría que ser el servicio sanitario. Alguien que protagonizó aquel periplo inicial recuerda los días de euforia, compromiso y su «ideología, en el buen sentido de la palabra» . Nada que ver con lo de ahora: «políticos profesionales,obsesionados por los votos, las apariciones en prensa y atados al partido».

De aquellos polvos surge Diraya, «conocimiento» en árabe; un proyecto de digitalización y unificación de los sistemas de información asistencial que nace a finales de los 90. De la misma manera que los primeros cargos de la Consejería, sus impulsores se enfrentan al reto de implementar un modelo en el que aportan ideas cientos de profesionales del SAS y técnicos de la Administración para mejorar la continuidad asistencial que recibe el paciente. ¿Cómo?Entonces se hace imprescindible crear un censo que es fundamental en la actualidad, la Base de Datos de Usuarios, con historias digitales individualizadas. Cada una de ellas está asociada a una tarjeta con el Número Único de Historia de Salud de Andalucía (NUHSA), en sintonía con la premisa de Diraya: hacer del paciente el centro de la estrategia sanitaria.

Del Diraya al Sidca

Diraya comienza a implantarse en 2004 en los centros de atención primaria. La empresa encargada del software, en colaboración con personal técnico del SAS, es Indra , que más tarde desarrolla la siguiente fase con la integración de los servicios de urgencias y consultas externas. El plan original de Diraya era extenderse por los tres escenarios hospitalarios —urgencias, consultas y hospitalización— de acuerdo a las especificidades del programa de primaria para garantizar una correcta conexión con la historia clínica, de modo que se potencie la continuidad asistencial al poder obtener de un vistazo la información básica del paciente.Diraya llegó a estar en urgencias –donde sigue– y en consultas externas.

La hoja de ruta del modelo Diraya se vio trastocada por la irrupción de Sidca, un programa gestado en el Hospital Virgen del Rocío

Pero la hoja de ruta del modelo Diraya se vio trastocada por la irrupción de Sidca, un programa gestado en el Hospital Virgen del Rocío en torno al 2000. La elaboración de este programa corre a cargo del Centro de Documentación Clínica Avanzada, dirigido entonces por Eduardo Vigil, un cardiólogo pediátrico que había desempeñado entre otros altos cargos la Dirección General de Planificación del Ministerio de Sanidad , con el ministro socialista Ernest LLuhc, y posteriormente la Secretaría general del Servicio Andaluz de Salud. Tras formarse en Sistemas de Información y Calidad en el Maryland University Hospital de Baltimore, el doctor Vigil se hace cargo del Centro de Documentación Clínica Avanzada del Hospital Virgen del Rocío donde desarrolla el nuevo sistema de gestión informática junto a la empresa Everis, a la que se incorpora inmediatamente después de jubilarse en el SAS.

El modelo que propone Sidca para la gestión digital de las consultas responde a una visión distinta a la solución original de Diraya, al que desplazó en el área de consultas externas. Su historia digital, en vez de pivotar en torno a la información básica del paciente, lo hace en relación al especialista.

Paralelamente a todo eso, muchos hospitales andaluces trabajan por su cuenta —de espaldas al proceso— en la creación de soluciones digitales individuales para sus servicios. Es significativo el caso del Clínico San Cecilio de Granada, que despliega el sistema informático «Cármenes», con su propia base de datos de expedientes, mientras que el Hospital Virgen de las Nieves aún trabajaba con papel. A todos ellos se les impuso la solución Sidca, hecho que niega Eduardo Vigil.

¿Imposición o influencia?

Según Vigil, «la idea inicial era que confluyeran» los distintos programas, pues «desde el principio» el Virgen del Rocío desarrolló su propio software «como una herramient acorporativa». Otras fuentes indican justamente lo contrario: la hoja de ruta de Diraya nopasaba por SIDCA. Los planes de Diraya iban por un lado y por otro los de SIDCA, y en ningún momento estaba previsto que convergieran. De hecho, la irrupción de Diraya en los hospitales hacía peligrar la continuidad de SIDCA.

El 95% votó en contra de la fusión de los hospitales en Granada

La expansión de este software no es casual. En 2008, la entonces consejera de Salud, María Jesús Montero, empezó a dar pistas sobre el futuro del modelo hospitalario andaluz, con el objetivo de potenciar las «superespecializaciones» (sic ). Aquel planteamiento se dio por hecho en las capitales de provincia. Comenzaron a celebrarse reuniones con el fin de unificar los servicios médicos. Aún faltaban años para que entraran en vigor las órdenes de fusión, pero la creación de unidades intercentro empezaba a ser una realidad contra la que de nada sirvió oponerse. La Administración desoyó a los profesionales. El 95% votó en contra de la fusión de los hospitales en Granada. También algunos directivos se mostraron crítico con el proceso de convergencia hospitalaria, entre ellos el propio Aquilino Alonso , quien luego se convirtió en ferviente defensor de las fusiones.

Había mucho en juego y una oportunidad única: concentrar las cadenas de mando. Y así acabar, de paso, con las incómodas comparaciones entre «superespecialistas» y meros «cliniqueros». Y la tecnología estaba de parte de los que configuraron el nuevo reparto de poder.

Para ello, el gerente del SAS, José Luis Gutiérrez, pareja de Montero y también procedente del Virgen del Rocío , nombra en 2013 como director de la Estrategia de Participación y Corresponsabilidad Profesional del SAS a su mano derecha con el objetivo de potenciar la gestión clínica: Alfonso Soto Moreno, jefe de Endocrinología del Virgen del Rocío. Se da la circunstancia de que su hermano Ignacio Soto Moreno trabaja en Everis y colabora con una empresa que suministra tecnología de IBM –empresa aliada de Everis– al SAS. La sociedad que administra Ignacio Soto también ha sido adjudicataria por parte de la empresa pública Sandetel o las consejerías de Hacienda, Economía y Educación.

El modelo sanitario

Desde Alma-Ata hasta hoy, han cambiado muchas cosas. Lo cierto es que la integración del software del Rocío se planteó en su día, según fuentes del propio SAS, con una filosofía particular que pretendía dar «un giro de 180 grados» en la metodología digital . SIDCA es una pieza más del puzle sanitario gestado durante la etapa de María Jesús Montero, actual consejera de Hacienda, al frente de la Consejería de Salud.

Todo ello en un contexto peculiar: continuos recortes en medios humanos y materiales, proliferación de nuevas empresas públicas para casi cualquier cosa y crecimiento paulatino de las ya existentes, contratos temporales precarios para profesionales, fusiones hospitalarias, potenciación de las Unidades de Gestión Clínica (UGC), manipulación de listas de espera, conciertos con centros sanitarios privados...

Las Unidades de Gestión Clínica son el último, aunque no menos importante, eslabón de la cadena de mando en la sanidad andaluza . Se crean para dar autonomía en la gestión de los recursos de varios servicios agrupados. Las conforman todo tipo de profesionales que libremente aceptan formar parte de ellas. Su principal función es la de marcarse y cumplir una serie de objetivos cuyos fines parecen a menudo más economicistas que asistenciales. Por ejemplo, no derivar más de un determinado número de pacientes al especialista, no solicitar tantas pruebas diagnósticas o no recetar más medicamentos de la cuenta.

Para poder controlar los objetivos, el software procedente del Virgen del Rocío va acompañado de un módulo de gestión. El cumplimiento de los objetivos reporta ingresos extra a los miembros de las UGC, así como a sus superiores, que se rigen por idénticos fines. La jerarquía tiene que cumplir para poder cobrar la bonificación anual. Cuanto más alto es el puesto en la organización, más dinero se percibe. «Es una perversión», critican de forma radical fuentes sanitarias.

La Fundación Progreso y Salud ha absorbido buena parte del peso formativo, antes impartido sobre todo por el propio SAS.

Los objetivos de las UGC también favorecen la retroalimentación del actual modelo con las exigencias en políticas de certificación y acreditación, prácticas que han sido tendencia en los últimos años en Andalucía. Hasta las competencias de los profesionales son susceptibles de superar un proceso de acreditación que suele ser cosa de la Fundación Progreso y Salud, que también ha absorbido buena parte del peso formativo, antes impartido sobre todo por el propio SAS.

Los intereses por la implantación de un modelo informático que gestione la actividad de la mayor empresa andaluza, como es el SAS, con enorme peso en el gasto público de la comunidad, son evidentes. En 2010 el Servicio Andaluz de Salud adjudicó a Everis el proyecto de plataforma de integración entre 29 hospitales andaluces por más de cinco millones de euros . Para la empresa, según uno de sus directivos, la firma de ese proyecto, les situó «como referente en el desarrollo de sistemas de interoperabilidad en el sector sanitario».

Ni qué decir tiene que la implantación y expansión del sistema informático de gestión conlleva hacerse además con importantes y periódicos contratos de mantenimiento. Sólo el último contrato de Everis con el SAS asciende a 4.356.000 euros por la adjudicación del «servicio de mantenimiento de los sistemas de información económico-financiera a medida» . Igualmente, las consejerías de Presidencia, Justicia, Economía o Empleo han contratado los servicios de Everis. Las cantidades que se desprenden de la web de transparencia de la Junta suman decenas de millones de euros en adjudicaciones. La Sociedad Andaluza para el Desarrollo de las Telecomunicaciones (Sandetel), una empresa pública participada en un 51% por IDEA y polémica desde que Gaspar Zarrías la puso en marcha a finales de los 90, también ha contratado en multitud de ocasiones los servicios de esta firma. Los dos últimos contratos de Sandetel con Everis se cerraron el 19 y el 24 de enero de este año, por 1.325.000 y 1.900.000 euros, respectivamente, en concepto de «servicio de asistencia técnica». En ambos casos –en realidad son cuatro, pues los dos contratos están a su vez divididos en dos lotes– han ganado las UTE en las que estaba Everis.

Exportación

El programa informático, con un importante peso del software del Virgen del Rocío, se comercializa actualmente en el extranjero bajo la marca Echos y opera en paísescomo Brasil, Argentina, México, Chile o Portugal.

Eduardo Vigil ha contado con dos destacados especialistas de la sanidad andaluza para integrarlos en el consejo médico de Ehcos: el granadino Guillermo Antiñolo , director del Plan de Genética de Andalucía y de la Unidad de Genética, Reproducción y Medicina Fetal del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y Francisco Murillo , director de la Unidad de Cuidados Intensivos del mismo hospital sevillano. Murillo era director del Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias cuando la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias contrató a Everis para desarrollar su sistema de información a razón de un millón de euros al año.

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