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«El jamón y la Cruzcampo son algunas de las maravillas de España que echo de menos»

El historiador Robert Goodwin presenta este miércoles en el Aula de Cultura de ABC su libro «Spain, the center of the world»

«El jamón y la Cruzcampo son algunas de las maravillas de España que echo de menos» abc

jesús álvarez

Robert Goodwin (Londres, 1969), doctor por la Universidad de Londres con una tesis sobre la gastronomía, el arte y la literatura españolas, presenta este miércoles a las 20.00 horas en el Aula de Cultura de ABC de Sevilla (entrada gratuita hasta completar aforo en el hotel Alfonso XIII ) su última obra «Spain, the centre of the world». 1519-1682», un ensayo en el que retrata con pasión a los hombres que descubrieron un nuevo continente e hicieron posible el Imperio español. Aficionado del Chelsea («con el “show Mourinho ” tenemos garantizado entretenimiento, aunque los aficionados nos aburramos en el campo», dice), llegó a Sevilla por primera vez con 18 años, acompañado por su madre, y se quedó tan impresionado con la ciudad y sus habitantes que decidió que esa ciudad formaría ya parte de su vida. « Vuelvo cada mes y pico a Sevilla, cuando se me acaba el jamón serrano que compro siempre en una tienda de la calle Feria», bromea, pero muy en serio.

Goodwin asegura en una entrevista con ABC que «todos los actos del colonialismo europeo tienen puntos oscuros y desde un punto de vista indígena han sido lógicamente muy criticados. El colonialismo se cobró muchas vidas, pero es curioso que los ingleses siempre hayan sostenido que ellos no fueron tan malos como los españoles con los indígenas».

—¿Y fue así?

—No se pueden comparar porque en el norte de América la población indígena que había no era tan numerosa como en el resto del continente. Para un español en 1510 era más fácil matar a miles de indígenas que para un inglés, sencillamente porque en el Norte de América no había tantos indígenas que matar.

—España fue el centro del mundo durante el siglo XVI y casi todo el XVII. Después de tres siglos de lenta pero inexorable decadencia, ¿cree que podría volver a serlo?

—¿Por qué no? Tal vez no el centro del mundo como lo fue entonces, pero con la influencia del español en Estados Unidos es muy factible que se coloque en un papel preponderante en las relaciones internacionales. Sudamérica, aunque ahora sufra un bajón económico, también es una zona de influencia creciente. Chile y Perú serán países muy importantes y España y lo español se verán beneficiados de ello.

—¿A qué cree que se debe que hayan sido historiadores extranjeros, fundamentalmente británicos, los que más y mejor han investigado el Siglo de Oro español y la Guerra Civil?

—Es cierto que hay una generación de ellos, Elliot, Kamen, etcétera, que ahora se está terminando, que ha aportado mucho al estudio de esos dos momentos claves de la historia de España, pero ha habido muchísimos historiadores españoles de gran valía. Y actualmente son ellos los que protagonizan las mejores investigaciones.

—¿Los historiadores extranjeros son más objetivos que los españoles en el tratamiento de la Guerra Civil?

—Algunos sí, pero también los británicos nos enrollamos a veces con los temas políticos. Cuando escribes sobre los Austrias en España tienes que ser consciente de que hubo una manera muy nacionalista de escribir esa historia que es la única que han conocido dos generaciones enteras de españoles.

—¿Cree que la ideología personal del historiador se nota más en los españoles que en los ingleses?

—No. Y le digo por ejemplo que Inglaterra todavía no ha superado su relación con la I Guera Mundial. Lo que sí creo es que la distancia cultural o geográfica te permite, en principio, una mayor objetividad.

—Del Siglo de Oro español destaca en su libro a autores como Francisco de Vitoria, Juan Luis Vives o Bartolomé de las Casas. ¿Cabe decir que ellos anticiparon en cierto modo, dos siglos antes, la llegada de la Ilustración a Europa?

—En cierto modo, sí. Esos autores e intelectuales fueron muy interesantes y tuvieron cierta influencia en el concepto de la Ilustración europea y en la experiencia española del siglo XVIII.

España, un país maravilloso

—Usted define con frecuencia a España como «un país maravilloso». ¿Cuáles son sus principales maravillas?

—La gente, sobre todo. Tengo grandes amigos en España, la mayoría sevillanos. La cerveza Cruzcampo, el fino de El Puerto, las gambas y los jamones de Huelva y los langostinos y atunes de Cádiz también son maravillosos. Y el sol de España también. Se echa de menos.

— ¿Qué recuerda de la primera vez que estuvo en Sevilla?

—Llegué a Sevilla en coche desde Inglaterra con mi madre. Yo tenía 18 años y vinimos a buscar a mi padre, que estaba escribiendo una guía del arte de la España musulmana. Aparcamos en la calle García Vinuesa y entramos en el hotel. Un chico me dijo que mi padre estaba en una bodeguita cercana. Tenía gorra y una buena panza. Parecía un mayoral, comiendo aceitunas y tomando una copa de manzanilla. Y entonces me dijo:«Hijo, he estado por toda España y en todos los sitios que he pedido manzanilla me han servido una infusión que no se puede beber. Y ha sido en Sevilla donde por fin me han puesto la manzanilla que yo quería».

—¿Cuáles son las otras maravillas sevillanas, aparte de la manzanilla «de Sanlúcar»?

—El primer día de primavera, oliendo a azahar y jazmines. Pero también el Archivo de Indias, una maravilla en todos los sentidos. Desgraciadamente casi todo se puede ya consultar por ordenador desde Londres y ya no se conceden becas a extranjeros para venir al Archivo a investigar. Voy a tener que ponerme a investigar el siglo XVIII, que aún no se ha digitalizado, lo que me permitiría volver a Sevilla.

—¿Cuáles son los principales defectos de los sevillanos?

—Los sevillanos no tienen muchos defectos. Lo que echo de menos es el antiguo barrio de Santa Cruz, que ha cambiado mucho. Yque antes, cuando salías por Sevilla, quedabas en un bar y tu amigo había quedado con otro amigo e ibas acumulando una pandilla. Siempre con una tapa por medio. Ese ambiente se ha perdido un poco. Algo parecido ha pasado en la Feria y los móviles no han ayudado mucho. Pero a pesar de eso. Sevilla es de las ciudades del mundo que conozco en las que mejor se vive y mejor te acogen.

—¿Qué echa más de menos de Sevilla en Londres, aparte del sol?

—Los escoceses tienen unos langostinos bastante aceptables que se pueden conseguir en Londres. Echo mucho de menos el jamón. En una tienda de la calle Feria me venden un jamón cortado a mano y envasado al vacío que me lo llevo para casa y nos lo vamos comiendo poco a poco. Me encanta Londres, pero a las 7,30 de la tarde, cuando está lloviendo y voy al metro no funciona, me dan unas ganas locas de venir a Sevilla.

—¿No ha notado que los sevillanos son un poco ombliguistas, además de no demasiado viajeros?

—Sin duda, esa es una característica del sevillano, pero no sólo del sevillano. Los granadinos también son así. Y conozco a sevillanos muy viajeros y que están encantados con su ciudad y a los que le gusta compartir Sevilla contigo. En Baden Baden (Alemania) compartí un plato de salchicha con mi pareja y nos miraban como a bichos raros.

—¿En qué se parecen un londinense y un sevillano, si es que hay algo?

—Los ingleses tenemos un sentido de la ironía muy cervantino. Y los sevillanos también. Compartimos el doble sentido, la ironía y eso de mantener cierta distancia respecto a dos posiciones enfrentadas. Yo he comprobado que tengo menos problemas cuando suelto un comentario irónico en Sevilla que en cualquier otra parte de España.

¿Y la guasa?

—Esa es puramente sevillana. La guasa tiene más picaresca que la ironía, que es más matizada e intelectual. Es una forma de resevarte, no entregarte a ninguna posición definitiva. Yo aún no la he adquirido, pero no me resigno.

El indepentismo catalán y lo español

—¿Cree que el indepentismo catalán se saldrá con la suya?

—Espero que no.

—¿Un referéndum a la escocesa podría servir para cerrar este tema definitivamente?

—No estoy seguro de que todo el mundo aceptara su resultado. Desde fuera de España se piensa que es más peligroso denegar el referéndum a los independentistas que concedérselo. Y fuera pensamos que en España nadie quiere que Cataluña se vaya.

—¿En Escocia se ha resuelto?

—Sólo hasta cierto punto. Habrá que ver los resultados de las últimas elecciones generales. Pero ha habido empresas que ya se han mudado de Escocia porque no se fían.

—Los independentistas catalanes hablan del nacionalismo español. ¿Son comparables?

—Sólo ligeramente comparables en el sentido de que sienten parte de una nación.

—Aquí hay algunos españoles como Fernando Trueba que dicen no sentirse españoles cuando reciben un premio otorgado por España ¿Es comprensible eso en su país?

—Sí, por desgracia, sí. Aquí también pasa. Escocia, Gales o Irlanda siempre prefieren que pierda Inglaterra, da igual con quién juegue. Como el Barsa y el Real Madrid.

—No hay nada más español que despreciar lo propio...

—No se crea, aquí también.

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