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El Murillo más «visto» motivó el regreso de la Inmaculada de los Venerables

Según Valdivieso, «la fama de Murillo desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX decayó por diversas razones»

La Inmaculada de los Venerables cuando estuvo en Sevilla por última vez EFE/Eduardo Abad

Cristian López/EFE

El uso desmesurado de imágenes murillistas en Europa propició una concepción 'kitsch' y trillada de Bartolomé Esteban Murillo a principios del siglo XX, lo que facilitó en 1940 el regreso de una de sus obras más representativas, la Inmaculada Concepción del antiguo Hospital de los Venerables.

Así lo ha manifestado a Efe el catedrático en Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso , responsable actual de la recuperación del patrimonio pictórico mural sevillano del siglo XVIII y de la pintura andaluza del siglo XIX en Francia.

Según Valdivieso, «la fama de Murillo desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX decayó por diversas razones; en primer lugar, porque lo popular termina en lo 'kitsch'», hacia una estética cursi, pretenciosa o, en definitiva, pasada de moda.

«A Murillo comienzan a hacerle reproducciones en calendarios, en estampas de primera de comunión, en latas de melocotón en almíbar, en cajas de chocolatinas, en botes de comestibles... todo tipo de consumo popular venía reforzado por la presencia de imágenes de Murillo», ha subrayado.

«Imágenes que no se cuidaban en absoluto, sino que eran fotocopias de fotocopias , de fotocopias; y cuando ya fallaba la fotocopia, había un 'manitas' que retocaba y terminaba de fastidiar la imagen, creando un populismo verdaderamente inferior, un hartazgo de esas imágenes en todo tipo de elementos de consumo», ha añadido.

Valdivieso ha ilustrado esta tendencia atendiendo a una anécdota que él mismo vivió: «Cuando estaba en el colegio, los frailes nos dijeron "debéis llevar en vuestra cartera dos imágenes: una, la foto de vuestra madre de la Tierra , y otra la de vuestra madre del Cielo"».

Curiosamente, ha señalado que «para esta última repartió a cada uno una estampa; la estampa no era otra que la Inmaculada de la Media Luna , del Museo del Prado».

«Un fenómeno que denigraba inconscientemente la imagen del pintor sevillano quien, a la par, 'sufrió' que algunos intelectuales lo tachasen de pintor amable, dulce, azucarado, para viejecitas ; una desastrosa campaña de desprestigio para Murillo», ha explicado.

Sin embargo, tal y como cita el catedrático, «la mentalidad de cada siglo era diferente; no podían pretender que concordase Murillo en tantos años de diferencia; a Murillo hay que entenderlo en su época».

Aprovechando este marco, «un arrebato espiritual hispánico» permitió que el 9 de diciembre de 1940 un periódico nacional abriese su edición con la imagen en portada de la Inmaculada de los Venerables recibida en la estación del Mediodía -actual Atocha- por el director de Bellas Artes, el embajador de Francia y otros altos funcionarios y diplomáticos.

El motivo del regreso de la obra a la Península fue el resultado de negociaciones entre representantes españoles y franceses «a nombre de Petáin», que se consumaron con el regreso de la Inmaculada y «los dos grandes lienzos de (la iglesia de) Santa María la Blanca» , a cambio de «dos princesas de Velázquez», ha señalado indignado Valdivieso.

Indignado porque, según ha recordado, «mis amigos franceses jamás me han pedido perdón por el expolio que cometieron», a pesar de que fuera «un saqueo sin precedentes en la historia».

Un saqueo de parte de la producción de un pintor que, durante el Barroco europeo «fue el pintor de moda , el único que supo poner remedio en imágenes a los problemas terrenales del pueblo a través del mensaje de esperanza y alivio que enviaban los personajes del Cielo».

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