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«A los políticos se les ha concedido una sobredosis de responsabilidad en la crisis»
El filósofo y ensayista Javier Gomá publica «Razón: portería», que presentará este jueves en el Ateneo de Sevilla

Doctor en Filosofía y licenciado en Filología Clásica y Derecho, Javier Gomá (Bilbao, 1965) es Letrado del Consejo de Estado, dirige desde 2003 la Fundación Juan March. Obtuvo el Premio Nacional de Ensayo por «Imitación y experiencia», primer volumen de una trilogía que completó con «Aquiles en el gineceo» y «Ejemplaridad pública». Este jueves presenta en el Ateneo de Sevilla su último libro: «Razón: portería», en el que hermana, en cierta forma, a porteros y filósofos.
«Platón hace decir a Sócrates que la función de la filosofía es «dar razón» -comenta a ABC- . Y de igual manera que un portero da razón de un piso que se alquila o se vende y explica cuántas habitaciones tiene, cuántos baños y, sobre todo, el precio, el filósofo debería ser capaz de dar razón de la vida. ¿Por qué se desea, por qué se sufre, por qué se envejece, por qué se muere? Y si luego, encima, le ocurre como al portero, que tiene las llaves del piso y te lo enseña, mucho mejor».
Gomá tiene una opinión diferente sobre el descrédito de los políticos: «Hemos pasado una crisis extremadamente dura y la sensación de mucha gente es que todo el dolor que ha producido lo están sufriendo los que no han causado la crisis. Y es normal que esa sensación produzca odio y resentimiento, que se necesita personalizar en alguien. Y se hace en los políticos, a los que es muy fácil odiar y a los que se somete a un escrutinio público que otras profesiones no sé si podrían soportar. Pero los políticos han salido de nuestra sociedad, no de una cepa de Saturno.
¿Cree entonces que los políticos españoles están siendo injustamente demonizados? «No me atrevería a decir eso. Pero sí que se les ha concedido, en mi opinión, una sobredosis de responsabilidad en la crisis. Es más fácil odiar a los políticos que conocemos que a la democracia parlamentaria».
Gomá se muestra esperanzado en el futuro y no considera que el presente sea apocalíptico: «Yo no creo que esta época sea peor que otras. Creo que esta dolorosísima crisis es algo coyuntural. Pienso que si la sociedad española se escandaliza mucho con la corrupción no es porque no exista la ejemplaridad, sino porque existe y está en la conciencia de la gente. Lo peor sería una sociedad narcotizada a la que le diera igual. Creo que ahora hay una transparencia de los asuntos públicos superior y por eso trascienden estos casos. Dicho esto, creo que debe haber una mayor educación de la ciudadanía en línea de virtud pública y ejemplaridad».
¿En las escuelas? ¿En las familias?, le preguntamos. «En todo. La filosofía tiene aquí un papel fundamental, pero esto no se resuelve de aquí al lunes y llevará mucho tiempo porque requiere un cambio de mentalidad y tocar el corazón de la gente. No podemos regenerar la sociedad únicamente a través de la reforma de las instituciones y de las leyes, evitando la reforma fundamental, que es la de uno mismo para ser más cívico y virtuoso».
Gomá se muestra muy crítico con el papel de los intelectuales españoles durante esta crisis: «Si hay algo que me ha sorprendido durante la crisis ha sido el comportamiento de la ciudadanía, que ha sido bastante ejemplar, salvo excepciones: no ha habido violencia, ni destrucción y ha habido una enorme solidaridad que ha salvado la cohesión social. No ha sido así el de la opinión pública, que me ha decepcionado mucho, especialmente el de los intelectuales. En épocas prósperas, deberían ser críticos y en épocas de crisis deberían dar esperanzas fundadas racionalmente. Pero catedráticos, escritores y artistas, en la época próspera descorchaban champán, mientras en la de crisis acentuaron aún más la desesperación, la angustia y el histerismo de la gente».
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