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Jorge Edwards: «En un descuido de Neruda me llevé una novela de Stendhal»

El escritor chileno ha pronunciado este jueves el pregón inaugural de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión

Jorge Edwards: «En un descuido de Neruda me llevé una novela de Stendhal» vanessa gómez

andrés gonzález-barba

Jorge Edwards es uno de los grandes escritores de la lengua española de los últimos sesenta años. Ganador del Premio Cervantes en el año 2009, este chileno de profesión diplomático pero de vocación eminentemente literaria ha sido el protagonista en la inauguración de la XXXVII Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla , que comienza este viernes y termina el próximo 8 de diciembre. Su pregón ha estado lleno de anécdotas en la que aparece algún que otro gran escritor, pero sobre todo sus palabras reflejan su espíritu bibliófilo .

Edwards ha iniciado sus palabras citando la biblioteca de un pariente cercano a su padre en la parte baja de la Alameda de Santiago de Chile: « Era una mansión en forma de buque , de altas paredes ovaladas ocupadas por dos pisos de estanterías de libros», recuerda. Dicha biblioteca la comparó al Nautilus de Julio Verne o a «barcos sepultados en el fondo del mar, en algún Titanic del siglo XIX».

Durante sus años escolares el joven Edwards solía comprar libros de la colección Austral en una librería que se hallaba junto a su colegio. «Fue así como entré, con la conciencia tranquila, en los paisajes castellanos o andaluces de Azorín , en las aventuras terrestres y marinas de Pío Baroja , en narraciones de Ramón Pérez de Ayala , en cartas finlandesas de Ramiro de Maeztu . Y devoré reflexiones, paradojas, maravillosas citas literarias y filosóficas, novelas y nivolas de don Miguel de Unamuno », admite.

También este escritor ha hecho referencia a sus primeros años al servicio de la diplomacia chilena . En 1959 conoció al entonces ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Raúl Porras Barrenechea , un gran bibliófilo y amante de las librerías de viejo. De hecho, Edwards lo acompañó por varias librerías de Santiago de Chile. Ambos compartían los mismos gustos literarios, Jorge Luis Borges , César Vallejo , «el emergente» Julio Cortázar , Jean-Paul Sartre o William Faulkner . Este ministro le confesó que su trabajo le aburría y que «hubiera preferido mil veces partir a Sevilla y seguir historias coloniales, entre papeles y documentos, en el Archivo de Indias». A esto ha añadido que «después conocí un detalle revelador. Los jóvenes limeños que practicaban las mismas lecturas que nosotros, en Santiago, se llamaban Mario Vargas Llosa , José Miguel Oviedo , Abelardo Oquendo , Carlos Germán Belli y Luis Olaiza . Es decir, formábamos parte de una generación que seguía las mismas tendencias literarias sin necesidad de habernos puesto de acuerdo».

Otras incursiones de Jorge Edwards por el apasionante mundo del libro antiguo las realizó en París acompañando a su compatriota Pablo Neruda en el Mercado de las Pulgas, «y en un descuido suyo encontré un “Promenade dans Rome” (“Paseando por Roma”) de Stendhal y en la edición original de mil ochocientos veintitantos». Este escritor pensó que la novela que había adquirido del autor francés era posterior, pero «hablé hace poco en París con una encuadernadora profesional, experta, y me dijo que el libro, en dos volúmenes, tenía una típica, auténtica encuadernación de los años del romanticismo francés».

Importancia del libro antiguo

Llegados a este punto, el ganador del Premio Cervantes comentó que «el libro antiguo nos lleva a todas partes, a todas las experiencias humanas, al conocimiento, a la exaltación del amor, de la belleza, de la poesía» . A partir de ahí citó al escritor y viajero chileno Augusto D’Halmar , del que encontró una vieja novela que hablaba sobre un sacerdote vasco, Ignacio Deusto, que fue párroco de la Catedral de Sevilla. Esta novela fue publicada en Madrid en 1924 y describe el amor prohibido entre este cura que se enamora de uno de los Seises, el gitanillo adolescente del barrio de Triana el Aceitunita. También este escritor encontró en librerías de viejo otras joyas como «El español» del Sevilla Blanco White .

Este escritor ha finalizado hablando este escritor y diplomático chileno de una edición original de «David Copperfield» de Charles Dickens que encontró en una librería de la calle San Diego de Santiago de Chile: «Confieso que compré ese Dickens, que tengo ahora al lado mío, demasiado barato, aprovechando la ignorancia o la distracción del librero. Fue, creo, un pecado venial. En estos delicados asuntos, no basta con pasear y acumular. Hay que leer, hay que estudiar, hay que saber, y hay que amar. A fin de que nuestros pecados, veniales y mortales, nos sean perdonados».

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