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literatura

Vicente Aleixandre, treinta años de la muerte del Nobel de la Generación del 27

Este sábado 13 de diciembre se conmemoran tres décadas de un poeta que siempre llevó a Sevilla en su interior

Vicente Aleixandre, treinta años de la muerte del Nobel de la Generación del 27 abc

andrés gonzález-barba

Vicente Alaixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984) quizás no sea uno de los poetas de la Generación del 27 más leídos hoy día, pero nadie puede dudar de que, ahora que se celebran justo treinta años de su muerte tal día como hoy, sigue siendo uno de los más grandes poetas de este grupo. Así lo reconoció la Academia sueca cuando le concedió el Premio Nobel de Literatura en el año 1977, un galardón que venía a reconocer a toda una pléyade de destacados poetas que se veía representada en el autor de «Espadas como labios». Pero lo más importante de todo es que Aleixandre nunca renunció a su condición de sevillano aunque abandonara su ciudad natal a los dos años de nacer.

José María Barrera es profesor asociado de la Universidad de Sevilla y catedrático de instituto. Como investigador hay que destacar un libro suyo imprescindible para conocer la figura de este poeta y la relación tan viva que siempre mantuvo con su ciudad natal, «La luz en la distancia (Vicente Aleixandre y Sevilla)». Comenta a ABC que, «aunque el centenario del nacimiento de Aleixandre pasó un poco desapercibido porque coincidió también con el de Federico García Lorca, hay que tener en cuenta que, por la trascendencia de su Premio Nobel, sigue siendo un poeta muy importante de la Generación del 27.Hoy día son más leídos Cernuda, Lorca o Salinas, pero es un autor de gran calidad y es una figura central dentro del grupo».

Este experto en la figura del autor de «Pasión de la tierra» reconoce que a los treinta años de su muerte, «es justo reivindicarlo porque, si no está olvidado, se le ha postergado en muchos momentos». De hecho, sólo se conocen de sus poesías completas dos ediciones, la de Aguilar y la de Visor, «no habiendo tenido revisiones como le ha ocurrido a Cernuda o Lorca», indica Barrera. Esto ocurre sobre todo porque la poesía de Aleixandre es «hermética y difícil», asegura.

Aleixandre y Sevilla

En el año 1998 apareció el libro «La luz en la distancia (Vicente Aleixandre y Sevilla»). José María Barrera admite que «noté que había una falta de conexión entre Aleixandre y Sevilla. Éste nació en el Palacio de Yanduri en la Puerta de Jerez y a los dos años se marchó a Málaga. «Él siempre recordó la luz en la distancia, por eso intenté recoger las distintas conferencias que dio en la ciudad, los contactos con la ciudad hispalense, etc. Busqué un epistolario en el archivo de Rafael Porlán, publicando seis cartas que estaban inéditas (se habían publicado anteriormente otras cuatro epístolas de Aleixandre recogidas en estos fondos). También publiqué una carta inédita que apareció dentro de un libro de Joaquín Romero Murube», admite Barrera.

Este profesor concluye que «hoy hay que leer la poesía de Vicente Aleixandre porque es una patrimonio que tenemos los propios sevillanos. Pero también es cierto que hay que saberlo leer». Por eso indica este estudioso que se debe contar con una buena edición anotada, «teniendo un sentido muy intuitivo». Barrera aclara que «Vicente Aleixandre es un poeta del amor, que está en la misma línea que San Juan de la Cruz y Salinas. Es la línea del corazón».Por eso, recomienda especialmente la edición en dos tomos de su obra completa que realizó Alejandro Duque Amusco para la editorial Visor.

Por su parte, el poeta sevilla Joaquín Caro Romero, ganador del prestigioso Premio Adonais y pregonero de la Semana Santa de Sevilla, recuerda con cariño la amistad que durante varias décadas mantuvo con Vicente Aleixandre. «Yo tuve una relación con él muy profunda desde mi primer viaje a Madrid en 1961. Me llevaron en coche por carretera Concha Lagos y su marido. Ese fue mi primer contacto con Aleixandre. Desde entonces estuve repetidas veces con él». También este poeta admite que el Premio Nobel le decía «Joaquinito, que seas puntual, porque él vivía en la zona metropolitana de Madrid y yo no sabía moverme bien por ahí». Y es que Aleixandre tenía su residencia en un chalet en la antigua calle Velintonia, hoy calle Vicente Aleixandre, que se encuentra en el Distrito de Moncloa. Dicha casa —que ahora se halla totalmente abandonada y en ruinas— estaba siempre llena de jóvenes poetas que buscaban su consejo.

Joaquín Caro Romero conserva unas treinta cartas de Vicente Aleixandre. La última de ellas fue cuando lo nombraron sevillano de honor en 1978 a raíz de haber ganado el Premio Nobel en 1977 (el propio poeta llamó al Nobel el del «dolor y la enfermedad» por su estado de salud). Dicha distinción la organizaba Radio Sevilla, adonde Aleixandre envió una primera misiva en la que delegaba para que Caro Romero recogiera expresamente en su nombre tan alta distinción:«Manuel Barrios había leído esta carta pero él no me dijo nada porque quería recoger ese título en mi lugar. Posteriormente, Aleixandre me escribió personalmente una segunda carta en la que se mostraba muy extrañado por no tener noticias mías. De hecho, aseguraba que en Radio Sevilla no le habían dicho nada al respecto. Si él no me hubiese escrito, jamás me hubiera enterado y nunca hubiera podido recoger el título de sevillano de honor en su nombre».

Aleixandre no fue a Suecia a recibir el Nobel por pudor

Cuenta también Caro Romero que Aleixandre delegó en el poeta canario Justo Jorge Padrón para que éste recibiera en su nombre el Premio Nobel. «Era un hombre de mucho pudor. Le había salido un herpes en la cara y no recibía visitas. Ese pudor hizo que Justo Jorge fuera hasta Estocolmo en vez de él», reconoce. También comenta Joaquín Caro Romero que Vicente Aleixandre recibía las visitas en la planta baja de la casa siempre tumbado en un sofá, con una manta que le tapaba hasta el cuello. «En los 23 años que yo mantuve una amistad con él tuvo varios perros pero siempre le puso el mismo nombre, Sirio».

Admite también Caro Romero que «Su gran amigo en la Academia era Dámaso Alonso, con el que se reunía casi todos los lunes. Era también su gran amigo de la Generación del 27». Igualmente mantuvo una gran amistad con José Luis Cano. Cano publicó «Conversaciones en Velintonia», «que era un libro fundamental para entender mejor a Aleixandre».

Por otra parte, Caro Romero dice que «Aleixandre era un hombre de una izquierda moderada» y sostiene que jamás tuvo malas palabras hacia sus compañeros de generación, algo que por ejemplo no hizo Luis Cernuda, que ajustó cuentas con sus antiguos amigos. Concluye el pregonero de la Semana Santa admitiendo que «el puesto de Vicente Aleixandre dentro de la poesía es inamovible, como lo tienen Quevedo o Lope de Vega. Su poesía puede ser igual de grande que la de Cernuda o Lorca».

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