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Ruta por la Bienal del siglo XIX: los cafés cantantes de Sevilla

El Plan Turístico organiza un itinerario por estos locales en los que debutaron las más grandes figuras de la Edad de Oro

Ruta por la Bienal del siglo XIX: los cafés cantantes de Sevilla E. beauchy

alberto garcía reyes

Nacieron a comienzos del siglo XIX como lugares de trasnoche en los que, además de flamenco, se programaban otros géneros. Pero poco a poco se fueron convirtiendo en escenario exclusivo del arte cabal, muy mal visto por la alta sociedad en aquella época. Sin embargo, los cafés cantantes de Sevilla acogieron no sólo a las mayores figuras de la historia del flamenco hasta los años treinta del siglo pasado, sino a ilustres intelectuales que fueron a deleitarse con el arte jondo a estos locales: Estébanez Calderón, Jacinto Benavente, George Borrow o Borges están en la nómina de visitantes a estos negocios que proliferaron en el centro de la ciudad creando incluso grandes disputas entre los aficionados. Silverio Franconetti y Manuel Ojeda, el Burrero, pasaron de ser socios en el Café de la Escalerilla de la calle Tarifa, en la Campana, a ser grandes adversarios. Y en esa disputa comenzó una leyenda del flamenco sevillano que todavía perdura. Los cafés fueron la Bienal del siglo XIX hasta que la piqueta acabó con ellos coincidiendo con la entrada definitiva del flamenco en los grandes teatros. Muchos de esos locales todavía conservan sus edificios originales. Otros no. Pero en ellos se escribe casi toda la historia del flamenco. El Plan Turístico de Sevilla ha hecho inventario con todos los que había y ha creado una ruta para rememorar aquel tiempo en el que los cabales iban corriendo de La Campana a la calle Rosario para ver cantar en un sitio a Fosforito el Viejo y en el otro a Antonio Chacón. Un tiempo en el que también hubo sangre. Y en el que se dio el mayor esplendor del género. Aquí comienza un paseo por los escenarios históricos de la flamencura.

Café Cabeza del Turco

Estuvo en la calle Sierpes y se considera el más antiguo. La única referencia conocida es la que realiza el escritor Manuel Chaves Nogales en su libro «La ciudad», donde cuenta que el primer café cantante de Sevilla fue éste y se fundó en torno a 1822. Dice Chaves en esta obra: «Lo flamenco ha caído plenamente bajo la sanción universal; en la actualidad, una juerga es tan estúpida, que nosotros mismos la condenaríamos. Los que se horrorizan al escuchar la mezcolanza de evocaciones, de sentimientos y conceptos antagónicos, a veces incomprensibles, que se viertan por boca de nuestros cantaores en las fiestas del pueblo, debían leer cuidadosamente esas páginas de Éstebanez, y saber lo que eran nuestras diversiones, después de Olés, Tiranas, Polos, Serranas, Caleseras, Rondeñas, Granaínas y Sevillanas, se cantaban aquellos romances peregrinos, aquellas corridas de que tanto gustaba la gente del pueblo. Parece inexplicable, ¿verdad? Pues no hace más de cincuenta años que eran así las fiestas en Sevilla». No hay datos sobre los artistas que allí actuaron, pero sí sobre los estilos que interpretaban, claramente en los orígenes del flamenco tal y como lo conocemos hoy.

Café de Lombardos

Estuvo situado en la calle de los Lombardos, hoy Muñoz Olivé entre 1842 y 1847. Según Fernando el de Triana fue el más antiguo de Sevilla dedicado exclusivamente al flamenco. Estaba en el mismo edificio del Teatro San Fernando, junto a una sala de billares, y se comunicaba con él, por lo que podría decirse que en realidad era la segunda sala del principal coliseo sevillano entonces. La principal figura de sus carteles fue la bailaora Juana la Macarrona.

Café Teatro Suizo

Estuvo en la calle Sierpes, 27 y 29, desde 1860 al 1899. Fue más conocido como salón de cine que como café cantante, aunque también ofrecía espectáculos de flamenco en directo. Tenía salidas por las calle Cuna y Limones. Ese edificio se convirtió después en el conocido Teatro Imperial. Tuvo mucha repercusión en el flamenco, pero en Sevilla pasó sobre todo a la historia porque fue el primer lugar en ofrecer una sesión de cinematógrafo, concretamente el 17 de septiembre de 1896. En el apartado jondo destacaron el maestro Pericet y Las Coquineras.

Café de los Cagajones

Este café estaba en la Plaza de la Paja, actual plaza Ponce de León, en los años 60 del siglo XIX. Fue el lugar donde debutaron en Sevilla los grandes guitarristas José Patiño, de Cádiz, y el sevillano Antonio Pérez.

Café de las Triperas

Estuvo en la calle Triperas (hoy Velázquez). Entre otras muchas figuras de la época, allí se inició Pastora Imperio, razón por la que actualmente se expone allí un busto dedicado a la bailaora sevillana. También fue lugar de actuación habitual del maestro del baile José Otero, que lo recordaba así: «Siendo yo muy pequeño, solía llevarme mi padre, y le oía repetir lo bien que bailaba Los Panaderos Paca la Jerezana y el arte con que la acompañaba en la guitarra el difunto Pérez».

Salón Oriente o Salón Barrera

Fue un café regentado por el bailaor Manuel de la Barrera, maestro de la escuela bolera sevillana, hasta su fallecimiento, momento en que el negocio pasó a manos de sus hijos hasta 1884, fecha de su cierre definitivo. Estubo en el número 10 de la calle Trajano desde 1865 a 1884. En un anuncio de este lugar se usó por primera vez en Sevilla la palabra «flamenco». Lo descubrió José Luis Ortiz Nuevo en una gacetilla del 21 de abril de 1866: «Gran concierto de bailes del país con cantos y bailes flamencos».

Salón Recreo y Café del Burrero

Situado en la calle Tarifa, 1, en la esquina con Amor de Dios, entre 1865 al 1880. Antes de ser un café cantante, este lugar fue una academia de baile regentada por Miguel de la Barrera. Posteriormente se convirtió en el Salón Recreo bajo la gestión del malagueño Luis Botella (durante algún tiempo se llamó Café Botella), que contó con la colaboración de Silverio Franconetti. Unos años después, Botella se marchó y el histórico Silverio se asoció con Manuel Ojeda Rodríguez, conocido como El Burrero porque se dedicaba a la venta de leche de burra. El local pasó a llamarse primero Café de la Escalerilla y luego Café del Burrero y llegó a ser el café más famoso de España, con actuaciones tan célebres como las de la mítica Gabriela Ortega, madre de los Gallos. Silverio se escindió en 1881, pero el Burrero continuó después en el número 11 de la calle Sierpes hasta que a comienzos del siglo XX Ojeda murió tras partirse una cadera y su famoso café se cerró. Entre las principales figuras que allí actuaron –el Canario, la Carbonera…- destaca el cantaor gaditano Francisco Lema Ullet, Fosforito Viejo, que fue protagonista de una célebre disputa con el café de Silverio. La primera referencia que se conoce de este lugar es la publicada en Sevilla el 25 de marzo de 1865 y recogida por José Blas Vega: «Salón del Recreo, situado en La Campana, calle Tarifa número 1. En la noche de hoy habrá un extraordinario ensayo de bailes nacionales o de palillos, contando para ello con ocho buenas parejas y asistiendo además el afamado cantador Silverio, recién llegado de Cádiz; José Ordóñez, conocido como Juraco, y también varias gitanas para los jaleos».

Café de Silverio

El gran cantaor Silverio Franconetti decidió separarse de su socio El Burrero en 1881 y montó su celebérrimo café en el número 4 la calle Rosario, situada entre Tetuán y Méndez Núñez. Allí contrató nada menos que a Antonio Chacón, considerado el Papa del Cante, que se presentó en su local en 1886. Se estableció entonces una pugna por el trono del flamenco entre Chacón y Fosforito, de manera que pese a sus desavenencias Silverio y El Burrero tuvieron que ponerse de acuerdo en los horarios para que el público pudiera asistir a los dos cafés en la misma noche y ver a ambas figuras. Por ese local pasaron figuras como La Macaca, La Serrana, La Seneta, Pepa Oro, Dolores la Parrala, El Perote, la Rubia, la Bilbá, Antonia la Gamba, Juana la Macarrona, la Malena o Antonio el Pintor, entre otras muchas. De allí pasó a La Campana para abrir el Novedades, auténtico templo de la época dorada del flamenco con figuras como la Niña de los Peines, la Macarrona, Juan Breva… En 1889 Silverio decidió cerrarlo.

Salón Novedades

El «Novedades» fue fundado en 1897 por Fernando González de la Serna y Pino, como café conciertos, con el propósito de recuperar el espacio perdido con la desaparición de los antiguos cafés cantantes del Burrero, de Silverio Franconetti y el Salón Filarmónico. Este espacio ocupaba la casa numero 7 de la entonces calle Santa María de Gracia, esquina con Martín Villa, antigua calle Plata. El edificio, más estrecho al principio, fue construido en el siglo XVIII por Nicolás Grubel, y sus descendientes residieron en él hasta principios del siglo XIX. En 1809 consta que fue residencia del marqués de Alventos. Fue derribado el 19 de marzo de 1923 y hasta entonces no pudo realizarse el ensanche proyectado en 1895. El «alcalde palanqueta», Antonio Halcón y Vinent, logró comprar el inmueble a la propietaria, Salvadora García de Leániz, después de años de pleitos y resistencias. El día de su demolición se congregó una multitud en la Plaza de la Campana para ver el comienzo del derribo portando una pancarta que decía «Novedades nunca te olvidaremos». No en vano, allí había visto Sevilla a la Coquinera, Juan Breva, la Niña de los Peines, Antonio el de Bilbao, Pastora Imperio, el Niño Medina, Rita Ortega, Manuel Torre, La Malena, La Macarrona y unos jóvenes que aprovecharon la oportunidad que daba este café de que salieran a cantar los aficionados y que pronto se convirtieron en grandes figuras históricas: Pepe Marchena, Pepe Pinto, El Carbonerillo...

Hubo muchos más, como el Apolo, el del Arenal, el de la Marina, el Vista Alegre, el Kursaal, el Ideal Concert, el Café Madrid, el Filarmónico o la Nevería del Burrero, situada junto al puente de Triana, donde el 13 de agosto de 1885 el padre de la cantaora la Rubia apuñaló al cantaor El Canario dándole muerte, un suceso que lastró ya para siempre la reputación de estos locales que hoy ya sólo existen en las hemerotecas.

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