Muere Curro de Utrera, decano del cante flamenco

La voz de Francisco Díaz García se ha apagado sin una sola astilla. Ha muerto Curro de Utrera , el cantaor más veterano que quedaba en el flamenco, que ha llegado en activo hasta su último día y con el eco intacto. Hijo del calero que enjabelgó el cortijo de Gómez Cardeña , su familia conoció el hambre de la posguerra y con apenas trece años tuvo que ponerse a cantar por las tabernas para recoger unas monedas . «Le cantaba de niño a los soldados que hacían las instrucción en Consolación y abrieron una colecta para comprarme unas botitas y unos pantalones», contaba.

En el año 40 logró enrolarse en la compañía de Pepe Marchena , a quien idolatraba, y se emborrachó con la Niña de los Peines, con Tomás Pavón y con todas las grandes figuras de la llamada «edad de oro» del cante. Grabó decenas de discos para promover estilos en desuso como la caña, el polo o la serrana, entre otros. Admiró a Fernanda y a Bernarda , a Bambino y a Gaspar de Utrera como ellos lo admiraron a él. Pero sus formas eran distintas. Su destino era convertirse en el gran cantaor no gitano de Utrera. Por eso le dio nombre a la peña de su pueblo , donde se acaban de decretar dos días de luto oficial , aunque Curro vivía en la localidad cordobesa de La Guijarrosa , donde ha fallecido como consecuencia de un cáncer de próstata.

Curro de Utrera participó en el espectáculo «Toda una vida» de la pasada Bienal de Flamenco junto a otros veteranos como Romerito de Jerez, La Cañeta o Carrete de Málaga. Hizo escuela con las alegrías de Córdoba y los cantes abandolaos lucentinos. Y dejó letras por soleá que siempre serán su bandera: «Utrera cristiana y mora, / cuna de grandes poetas, / de tu gente yo aprendí / los cantes de la Serneta». Esa cuna de poetas oficiará mañana, tras ser velado durante el día de hoy en Estepa, el funeral del decano del cante, un hombre bueno que nunca olvidó a su amigo de la niñez que cantaba con él en las tabernas para buscarse la vida y que nunca logró prosperar: «El día que Pepe Marchena me dijo que me contrataba, le di a mi compañero todas las perras que habíamos recogido». Lo contaba con el pelo blanco , quejándose del olvido al que había sido sometido en sus últimos años de carrera, y con la ilusión todavía virgen. Porque al maestro Curro de Utrera sólo lo ha retirado de los escenarios la muerte , y de manera temporal, pues su obra es inabarcable.