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¡Corred, corred!

Estreno nacional de «Auguri» del coreógrafo francés Olivier Dubois en el Teatro Central

Uno de los pasajes de «Auguri», de Olivier Dubois François Stemmer

Marta Carrasco

Dice Olivier Dubois que estaba como loco por volver a Sevilla, «nosotros y toda la compañía», aseguró.

Hoy y mañana Olivier Dubois/Ballet du Nord estrena la obra «Auguri», que cierra la trilogía iniciada hace diez años con «Révolution» y «Tragédie», ambas vistas en el Teatro Central . La obra, realizada para 22 bailarines, es una de las más ambiciosas realizada por Dubois, sobre todo en lo que se refiere a las exigencias para los intérpretes.

Pero no ha sido fácil que «Auguri» viniera a Sevilla, según aseguró Manuel Llanes, director artístico del Teatro Central, «ha sido posible gracias a la ayuda del gobierno francés». La agregada cultural y directora del Instituto Francés en Sevilla, Marie Christine Rivière aseguró que, «el Central trae desde hace veinticinco años la mejor danza francesa a Sevilla y este proyecto de Olivier Dubois es la prueba. Cuando Manolo Llanes vió este espectáculo en el festival de Avignon, me dijo, «tengo que llevarlo a Sevilla. Ayúdame», y nos pusimos en marcha».

Corred sin parar

Pero la obra es una de las más complicadas y exigentes de Dubois, que habitualmente es un coreógrafo muy exigente con la fisicidad.

Alumno destacado de Jan Fabre , su concepto coreográfico exige un trabajo directo con los bailarines. Ya fuera sobre la emigración, sobre la Divina Comedia y sobre la búsqueda de la felicidad, como en el caso de «Auguri», el trabajo de Dubois se revela en los límites de lo físico y la extenuación.

«Si, para este montaje necesitamos hacer una planificación porque los bailarines corren sin parar durante exactamente una hora. Quince minutos más, y se desmayarían». Para ello contó con una programación en la que intervino tres meses antes del montaje, un entrenador del equipo nacional de Atletismo de Francia, así como un nutricionista que impuso una línea y horarios de comida y un osteópata que prepararon a los 22 bailarines. «Hicimos un protocolo durante la creación de la obra y para la gira. Hay un protocolo para que los bailarines sigan unas pautas. La exigencia física es inmensa».

«Es como una estampida de seres humanos que están buscando la felicidad, o quizás no». El montaje tiene una enorme dificultad al estar milimetrado, «si alguien se para, si se produce un accidente, es una catástrofe. El bailarín va ciego, no ve al que tiene detrás, y se cruzan a una enorme velocidad, si chocan, pueden producirse mucho daño. De hecho, hemos tenido un sólo accidente, en una salida y entrada de los bailarines, de las más de 1.400 que hay en la obra».

Si bien para su anterior montaje Dubois hizo una audición a la que se presentaron 1.300 bailarines , en esta ocasión no fue así, «llamé con los que habitualmente trabajo y les dije qué quería hacer. Todos se quedaron conmigo. De los que estrenaron están todos menos dos», aseguró el coreógrafo.

Pero esto no son los Juegos Olímpicos ni tampoco hay medallas de oro, «aquí nos preguntamos sobre la emoción», dice Olivier Dubois, quien asegura que en cualquier obra teatral lo esencial es la política y la erótica . En esta obra el coreógrafo, quiere no tocar tierra, «es como ver el vuelo. Si puedo observar el vuelo de los pájaros quizás pueda conocer la trayectoria de los hombres y así el futuro de la humanidad».

Elegido uno de los veinticinco mejores bailarines del mundo por la revista Dance Europa, es director del Ballet du Nord desde el 1 de enero de 2014 y del Centro Coreográfico National Roubaix Hauts .

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