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Crítica de Danza

El éxodo hacia la felicidad

Marta Carrasco

«Auguri» es la palabra italiana para decir felicidad, pero también significa augurios, como los que antiguamente dicen que traían los pájaros. Olivier Dubois quiere ver el futuro del hombre y persigue su felicidad.

En la escena, unas enormes pantallas aparecen al fondo del escenario. Tras ellas, en la penumbra, una mujer de melena roja camina a pasos quietos y desaparece. Es Karine Girard, habitual en la compañía de Dubois.

Después dos cuerpos más, tres, cuatro. Aparecen y desaparecen. Son como hologramas. Poco a poco los bailarines salen de esas ventanas-pantallas hacia el escenario. Primero de uno en uno, y con la composición musical de una sinfonía electrónica, los pasos comienzan a acelerarse sin pausa. Empieza a cambiar el ritmo. Los intérpretes corren a toda velocidad, parece una especie de loca carrera, un éxodo hacia ninguna parte, o hacia todos lados.

Son veintidós bailarines en velocísima carrera, una especia de coreografía milimétrica, donde el más mínimo fallo significa la catástrofe general de toda la troupe. Los cuerpos vuelven a refugiarse detrás de las pantallas. Salen y entran por los recovecos de las mismas con una velocidad y precisión impresionante. No hay un momento de respiro. La carrera es tan intensa que algunos parecen ir paralelos al suelo, y para equilibrarse giran el brazo exterior hacia fuera, balanceándose. Cada uno corre de una forma diferente, lo común es la velocidad, a veces parecen jugadores de rugby driblando al adversario.

Dice Olivier Dubois, el coreógrafo, que esto es la búsqueda de la felicidad, pero ¿es tan difícil esa búsqueda, o es acaso una huida, un éxodo?

La velocidad continúa,mientras unos y otros se van esquivando. No hay descanso, no hay vacilaciones. No puede haberlas. Apenas hay pasos de danza. Los bailarines no se tocan, a excepción de alguno al llegar a las pantallas, pero es muy leve el contacto cuando hacen un mínimo porté. Son más de mil las entradas y salidas de los bailarines. Es como una especie de ecuación matemática hecha con humanos. No hay fallos.

Pero en esta carrera, ya lo dijo Dubois, no hay medallas de oro. Sólo veintidós personas corriendo porque quieren convertirse en Auguri, en pájaros que puedan contemplar el futuro. El éxodo hacia la velocidad acaba como empezó, en la penumbra del silencio.

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