Muere Juan Peña El Lebrijano, último genio del cante de oro
El maestro ha fallecido en su domicilio de Sevilla. Tenía 75 años y revolucionó el flamenco clásico con obras tan legendarias como «Persecución» o «La palabra de dios a un gitano»
Fue a medianoche. A esa hora en la que tantas veces estuvo Juan inventándose cantes imposibles. El hijo de Bernardo Peña, gitano de Lebrija, y María la Perrata , calé de Utrera, ha muerto este miércoles de madrugada en su domicilio sevillano, en la plaza de San Julián. Tenía 75 años.
«El Lebrijano» fue el primer cantaor de la historia en hacer discos temáticos
Juan Peña El Lebrijano pasará a la historia como uno de los cantaores más importantes de todos los tiempos, un flamenco de leyenda que le cambió el paso al género por dentro y por fuera. Gabriel García Márquez dijo de él que cuando canta se moja el agua. Era una forma de exponer que el gitano rubio de Lebrija no pisaba terrenos de otro, era rompedor hasta lo imposible.
Empezó cantando siguiendo la escuela mairenista, pero pronto se abrió hacia nuevos horizontes. En su disco «De Sevilla a Cai» , sin duda el más importante de toda su carrera, grabado con el Niño Ricardo y Paco de Lucía , el Lebrijano comenzó a poner nuevas formas en cantes que hasta ese momento parecían intocables, como la soleá o la seguiriya. Luego se atrevió a hacer cosas tan insólitas como meter las Bienaventuranzas por bulerías . Y tras varios discos en los que imprimió su endiablado compás a los estilos clásicos, decidió abrir otra puerta.
Fue el primer cantaor de la historia en hacer discos temáticos. El primero se lo dedicó a la persecución de los gitanos. Con letras de Félix Grande y música de su creación nación «Persecución» , obra en la que inauguró las galeras. Luego vinieron muchos más con la ayuda de José Manuel Caballero Bonald y Casto Márquez en las letras: «La palabra de dios un gitano», «Ven y sígueme» , «Tierra»...
Juan había dejado huella como cantaor para el baile en la compañía de Antonio Gades , pero subió a los escenarios como figura en solitario muy pronto. Fue tan inquieto que nunca se conformó con nada. En el tablao El Duende de Madrid hizo carrera en su juventud hasta aparecer en los carteles de los grandes festivales. Tuvo encuentros memorables con Fosforito y con Camarón .
Exploró las relaciones entre el flamenco y la música andalusí con la Orquesta de Tánger, algo por lo que fue muy criticado. Le dedicó un disco a la Semana Santa, «Lágrimas de cera» , y llegó incluso a meter a compás letras de García Márquez, con quien había hecho amistad. La historia del Lebrijano es interminable.

Aprendiz de la Niña de los Peines , que cantó en su boda con el Pinto y Mairena, Juan conservaba el pañuelo de la diosa de los Pavón y tenía la intención de entregárselo próximamente al cantaor que considerase que podía ser un digno heredero. Pero se lo va a llevar él. Igual que todas las ideas que estaba perfilando en su mesita de noche para hacer un disco con letras de Tagore . Todo se ha truncado. Llevaba una mala racha de hospitales que ha terminado esta madrugada, ya en su casa, cerca de la Virgen de la Hiniesta , a la que iba a ver todos los días.
La capilla ardiente se ha celebrado en el teatro Juan Bernabé de Lebrija , hasta donde fue trasladado para recibir sepultura . Cerca de sus padres. A su despedida asistieron sus allegados, amigos y personalidades como la presidenta andaluza Susana Díaz y el torero Curro Romero .
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