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Crítica del Festival de Itálica. Compañías La Phármaco y Raquel Madrid/Javier Vila

Un paseo místico por San Isidoro del Campo

La Phármaco y Raquel Madrid/Javier Vila llenan el monasterio de Santiponce de música y danza

Raquel Madrid y Javier Vila ABC

Marta Carrasco

San Isidoro del Campo es un lugar mágico, en sí mismo, y aún más lo ha sido por mor de la danza. La que fuera morada de Casiodoro de Reina y lugar de nacimiento de la Biblia del Oso, fue el escenario de la obra de Raquel Madrid y Cirpi López , «Tratado de sueños de andar por casa». Se trata de un preludio que tendrá lugar todos los días antes del espectáculo programado para esa noche en el claustro de los Muertos de San Isidoro.

Una mujer y un hombre nos reciben en los jardines, y poco a poco, van conduciendo a tan sólo 40 personas , por entre los revovecos del monasterio. Del Jardín, al interior del templo gótico. Junto al retablo de Martínez Montañés una gran pantalla blanca sobre la que se producen proyecciones, y delante danzan los intérpretes. La luz de forma psicodélica ilumina el dorado del altar, y los bailarines quieren que les sigamos. Lo hacemos por el interior de las estancias, muy oscuras, repletas de frescos y pequeños altares, donde ambos cantan aprovechando el eco de las bóvedas. Vuelven a bailar iluminándose con linternas, y finalmente nos introducimos en un refectorio enorme. Raquel Madrid y Javier Vila van vestidos de blanco. Una enorme pantalla donde se proyectan imágenes de los mismos bailarines. Parece como si entran y salen de la pantalla, y sobre sus trajes blancos se proyectan también las imágenes. La propuesta es muy interesante, mística, misteriosa, con un soberbio espacio sonoro de Miguel Marín . La danza terrena, intensa, cercana y justa. Una grata sorpresa esta obra que servirá de antesala durante todo el ciclo en San Isidoro.

«Miserere» de la Phármaco

Luz Arcas ha reunido a seis bailarinas para su obra «Miserere. Cuando la noche llegue se cubrirán con ella». Con una estupenda música en directo que en el Claustro de los Muertos era aún más auténtica si cabe, la propuesta de Arcas es recorrer en tres actos sin interrupción, el sacrificio, el temor y la palabra.

La coreógrafa nos presenta un montaje coral con seis mujeres de varias generaciones, y entre ellas la que fuera bailarina de Forsythe, Ana Catalina Román . Su intención es devolver el carácter tribal a la danza, su primitivo origen, incluso utilizando el foklore para ello, como una reinterpretación de los verdiales de Málaga o la tarantella, hasta música sefardí, tangos o canciones indias y el clásico «La muerte y la doncella» de Schubert , o el «Miserere de Allegri».

Montaje de La Phármaco ABC

Es una obra con mudanzas coreográficas que se repiten en círculos que se desarrollan casi constantemente en el lado izquierdo del escenario. En esta especie de aquelarre femenino, Arcas intenta llevarnos al rito de la purificación del chivo expiatorio que concluye al final. Con algunos momentos en los que decae el ritmo expresivo de la coreografía, la presencia en escena de bailarinas de peso como Raquel Sánchez o Ana Catalina Román junto a otras jóvenes y estupendas intérpretes, son el atractivo de una pieza en la que, sin concesiones al gran público, Luz Arcas desarrolla una intensa lectura de misticismo y la vital renovación.

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