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Concierto Sidecars

Sidecars impone su ley de la gravedad en Sevilla

El grupo madrileño presenta su último trabajo en la capital hispalense con un «sold out» en la Sala Custom

Juancho cantando durante el concierto de este pasado sábado en la Sala Custom E. MENDOZA

E. Mendoza

Le pasó a Isaac Newton con la manzana y le ocurrió a Sevilla con Sidecars: todo se reduce a una cuestión de gravedad. «Vamos a intentar asimilar todo esto, hace un año que se vendió la mitad del aforo y hoy hemos colgado el cartel de “sold out”», declara Juancho desde el escenario de la Sala Custom, donde el grupo madrileño impone su ley de la gravedad. Para algunos, su quinto álbum ha sido como la manzana que les golpea en la cabeza, aunque ellos ya estaban ahí: llevaban más de 10 años comiendo carretera.

«Surcamos Rias Baixas en velero, haciendo como que piloto yo», comienza «Locos de atar», mientras el público se deja las cuerdas vocales, sin pensar en que quedan una veintena de canciones por delante. «Este disco está escrito con una pata en Madrid y la otra en Galicia» , confesará Juancho tras algunas canciones. No es de extrañar, pues, encontrar en la primera fila a dos muchachas autóctonas del lugar. «Venimos desde A Coruña, somos súper fans», reconoce María. «Hace poco que me han operado y mira, mira», dice señalándose con la linterna del móvil una cicatriz en la garganta. Algo que, desde luego, no le impedirá seguir con su coreo durante el concierto: «¡Juancho, tío bueno, te queremos!»

Y no son ellas las únicas que pasan de ser «dos locos de atar, flotando en el mar», a tener «una noche ridícula». Sidecars y todo su séquito reconocen que aquel beso fue de película: «y todavía nos sabe la boca…». Así, Ruly, Gervass, Juancho y compañía, conducen el show hacia «La Tormenta». Por lo que, inevitablemente, acabamos mordiendo el polvo, arrastrándonos hacia la salida, sabiendo «que no vas a aguantar toda la vida».

Sidecars tocando en la Sala Custom E. Mendoza

«Bienvenidos y bienvenidas, muchísimas gracias», agradecía el músico madrileño a su público, que sólo sabía repetir su nombre, como ultras de un equipo de fútbol: «Juaaaaancho, Juaaaaancho». Sidecars presentó un show eléctrico, vibrante y lleno de ritmo, solo había que fijarse en el que hacía los acompañamientos del grupo: no deja de bailar y mover el culo con «La Polvorosa». Mientras, Juancho araña las cuerdas de su nueva guitarra proclamando que «no puedo desintoxicarse de ti». De esta manera, comandado por el peso de las guitarras eléctricas, el concierto se encamina hacia la media noche con «Ya no tengo problemas», «Fuego cruzado» y «Canciones prohibidas». Aunque también habrá tiempo para desenfundar la acústica en alguna canción.

«Es alucinante estar presentando un disco que nos ha regalado tantas cosas», subraya Juancho. «Este disco, este año… hay que estar tan agradecidos…». Con esta presentación, se suceden «El camino fácil», «Dinamita» y «Cuando caigas en shock», uno de los temas más esperados de la noche.  Copa de vino en mano, Sidecars brinda por las manzanas conseguidas. Por el uno a uno. Por todo lo que les ha arrastrado la gravedad de sus letras y su música. Y es que parece una eternidad, pero «ya ha pasado lo peor, solo puedo mejorar», corea el respetable, mientras la banda suda la camisa, disfrutando como niños sobre el escenario.

Tras «Olvídame», Sevilla entona uno de los himnos más famosos del grupo: «Soy fan de ti». Y Juancho confiesa por tercera o cuarta vez ser fan de la capital hispalense: «Que nos perdonen Valencia o Málaga, pero vosotros os lleváis el premio a 2018». Porque sí. Porque te pones tan presumida. Porque hasta aquí viene gente de A Coruña, de Badajoz, de Barcelona, siguiendo los pasos de Sidecars. Porque sí. Así, cualquiera se hace fan de ti. Con «Costa Da Morte» y «Tu mejor pesadilla», el grupo madrileño cierra su show antes de los bises. Y al final, con el método científico del rock, terminan demostrando que todo es «Cuestión de gravedad». Bajo los riffs afilados de Juancho y el ritmo que marcan Gervass y Ruly, acabamos asimilando que «la nostalgia y la distancia es peor de lo que uno pueda imaginar».

Tras los bises, el público termina hecho un «amasijo de huesos», mientras Juancho se deshace en halagos hacia sus compañeros: «Si algún día tenemos tanto dinero que podemos dejar de compartir habitación, yo seguiré pidiendo dormir junto a Gervass o Ruly, con quienes llevo desde los 14 años y con los que probablemente compartí también mis primeras pajas», detalla Juancho, ante las risas del respetable.

Antes de cerrar, los Sidecars rugen «una puta canción más» y dejan bien claro que una buena noche de rock tiene que terminar con cientos de gargantas entonando el mismo himno. Con el público «contra las cuerdas», los ojos cerrados y Juancho de rodillas seccionando los últimos acordes de la noche, la banda de Alameda de Osuna cierra el telón con «Los amantes». Como si fuera una sola voz, público y banda se despiden y, a la vez, se consuelan al cantar: «queda mucho que arreglar y que pase lo que tenga que pasar» . Que así sea.

 

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