novillada en la maestranza
José Ruiz Muñoz, personalidad con aires de Romero
Buen debú del sobrino nieto de Curro y arrimón serio e importante del madrileño Gonzalo Caballero
Que sí, que sólo ha sido una tarde, y nada menos que la del debú con picadores y en la plaza de toros de Sevilla —ahí es nada—, pero lo primero que hay que pedir a un novillero son ganas. Y José Ruiz Muñoz las tiene. Y personalidad, algo que se echa de menos incluso en matadores de toros.
Ha asomado simplemente la cabeza el sobrino nieto de Curro Romero —que vio la novillada en una de las últimas filas de la grada del siete— y le queda un mundo por delante. Llegará o no. Quién lo sabe.
Y como seguro que alguien se rasga las vestiduras por titular de esta forma, me apresuro a decirle que el aire de Romero lo dejó en las tres verónicas y la media a su primero. Capote pequeño, como el que usaba el Faraón, encima recogidito. ¿Cuántos capotes kilométricos vemos a lo largo de la temporada? Ya escribo que será lo que tenga que ser, pero la personalidad la tiene y eso es bueno en los tiempos que corren.
La novillada de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez —tanto monta— estuvo bien presentada, algunos con hechuritas de toros, pero fue mansa y descastada en líneas generales. Hasta que se rajó, el mejor fue el segundo. Los demás, de más a mucho menos.
Lama de Góngora no terminó de acoplarse con su primero, el más potableGonzalo Caballero, con su primero sin raza y con la cara alta anduvo firme en todo momento. Donde estuvo realmente bien fue ante el cuarto, el más manso de todo el encierro y que se fue a chiqueros de salida. Allí comprendió Caballero que era donde había que realizarle la faena y jugársela.
Le adelantó la muleta y tiró del manso para enjaretarle muletazos más que estimables. A por todas el chaval, que hizo que la música arrancase. Al hilo de tablas, fue desgranando un trasteo emocionante porque su enemigo podía echarle mano en cualquier momento. Se tiró a matar sin muleta, vaciando la embestida con la mano. Se le protestó la vuelta. No sé...
Faltó acoplamiento
Lama de Góngora ganó terreno en los lances a su primero. Suelto en el caballo, el de García Jiménez tuvo una primera parte de faena para haberse hecho con él. Buenas maneras tiene el sevillano, pero pecó de torear demasiado ligero, sin acoplarse del todo. Mejor al natural hasta que se rajó por completo el animal. El quinto fue un marmolillo con el empezó doblándose pero de ahí no pasó la faena. Se rajó del todo.
José Ruiz Muñoz dejó tres verónicas y una media lentas y acompasadas. Ya quedó escrito ese aire «arromerado» que destiló el percal del joven torero. Buen comienzo con la muleta por alto para torearlo en sendos redondos con enjundia y rematar con el de pecho. El novillo comenzó a apagarse y el chaval, que tiene personalidad, conseguía cruzándose que le embistiese. Sabe andarle a los novillos —no olvidemos que era su debú— y tiene sentido de la medida.
El sexto bis salió algo violento y descompuesto en sus embestidas. Aquí vimos a un José Ruiz Muñoz con solvencia en su quehacer, sin dudar e intentado gustarse, como en alguna trincherilla o molinete. No tenía más el novillo. Deja la puerta abierta el sobrino nieto de Curro Romero.
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