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faenas históricas

Ortega Cano, el día en que «Pantalano» hizo resurgir el toreo puro

El torero de Cartagena protagonizó una memorable faena en la Feria de Abril con un excelente toro de Jandilla

Ortega Cano, el día en que «Pantalano» hizo resurgir el toreo puro efe

fernando carrasco

El 15 de agosto de 1983 se presentaba en Sevilla como matador de toros Ortega Cano. Lo hacía frente a una corrida del Conde de la Maza, compartiendo cartel con Manili y Macandro. Cortaba una oreja.

A partir de esos momentos el diestro de Cartagena, resurgía de sus propias cenizas tras diez años de alternativa. Y Sevilla fue una plaza que se le dio habitualmente bien. Una de sus faenas más memorables aconteció el 29 de abril de 1998 al toro «Pantalano» de Jandilla —que fue premiado con los honores de la vuelta al ruedo tras tan bravas embestidas y manera de morir en el ruedo—, al que le cortó las dos orejas cuando muchos ya daban por acabada a una de las figuras más emblemáticas de los años 80 y 90 del pasado siglo.

Aquel día compartió cartel con los jóvenes Julio Aparicio y Raúl Gracia «El Tato». Atrás quedaban grandes tardes del cartagenero por todo el orbe taurino que parecían ya olvidadas. Pero ya se sabe que quien tiene la moneda...

ABC de Sevilla, en crónica de Zabala de la Serna, describía aquella faena. «Emanaba la belleza de su toreo clásico, desmayado a veces y espléndido en unos soberanos ayudados por bajo. Se transfiguraba Ortega Cano al término de cada serie, y botaba de alegría, botaba por el reencuentro de sí mismo, botaba. Y el toro embestía y embestía».

Una faena que hizo que toda la plaza saltase de emoción en cada muletazo, en cada serie. Ortega Cano iba escribiendo, a golpe de sentimiento, una página importante en la historia de la plaza de toros de Sevilla. Continuaba el cronista:«La faena fue de menos a más (...) porque Ortega Cano se fue sosegando, entregando, extasiando».

«Los tendidos se frotaban los ojos para quitarse las legañas de la incredulidad, para acertar a tocar aquello, como Santo Tomás la herida abierta del Crucificado. Era él, sí, el José Ortega Cano de los viejos tiempos en los que triunfaba por todas las plazas de España. Era él, sí, que yo lo vi».

Y el texto de aquella crónica de ABCde Sevilla finalizaba de la siguiente manera: «La corrida de Jandilla, noble hasta decir basta, pasará a la historia por el toro Pantalano, que encumbró a Ortega Cano en hombros por la puerta de cuadrillas».

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