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País Vasco y Navarra dan clases de política industrial en Sevilla

Estas regiones priman el liderazgo del sector privado, las estrategias por encima de las pugnas partidistas o la conexión de las empresas con la formación profesional

Manu Ayerdi, Javier Carnero, Arantxa Tapia y Germán Ayora RAÚL DOBLADO

LUIS MONTOTO

Los dos territorios más industrializados de España ya han perfilado una hoja de ruta para incrementar su tejido empresarial. Y en ambos casos ofrecen lecciones que podrían ser aplicables perfectamente a Andalucía, como se demostró en un encuentro organizado en Sevilla por la Asociación Territorial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental . En la situación de partida de estas tres comunidades hay diferencias descomunales si se atiende a los términos relativos, pero la realidad es que la Junta de Andalucía toma decisiones políticas sobre un entramado industrial que tiene la misma dimensión que el vasco, aunque en valor y rentabilidad está a la zaga.

La industria supone el 24,4% del PIB vasco y el 28,6% del navarro, frente al 12% de Andalucía . En términos absolutos, las cifras cambian. La facturación agregada de la industria en Andalucía roza los 65.000 millones de euros, mientras que la del País Vasco —concentrada en un territorio mucho más reducido y con una población cuatro veces inferior— se sitúa en 52.000 millones. Pero el tejido industrial genera un valor añadido muy superior al andaluz (16.000 millones frente a 12.000), ya que en las ventas de las grandes industrias andaluzas pesa mucho el coste de la materia prima (como el petróleo en el caso de Cepsa o el hierro en el de Acerinox).

¿Qué está haciendo el Gobierno de Euskadi y el de Navarra para incrementar el margen de sus industrias? Ambos tienen una estrecha interlocución con el sector privado (que lidera realmente la definición de las prioridades) y tratan de «despolitizar» todo lo que tiene relación con la estrategia a largo plazo. «Hemos analizado nuestras capacidades empresariales y científicas para ver dónde está nuestra industria y, a partir de nuestras fortalezas, detectar hacia dónde debemos ir», indica Arantxa Tapia , que es consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco . En su estrategia RIS3 el País Vasco detecta fortalezas en la industria manufacturera avanzada, así como en el sector energético y en las empresas asociadas el medio ambiente.

Tapia, que es c atedrática de Ingeniería Industrial y ha sido profesora en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), remarca que han hecho «un grupo de trabajo integrado por agentes privados en el que las propias empresas nos dicen en qué ámbitos de la fabricación avanzada desean desarrollarse», como los nuevos materiales y procesos, la implantación de sistemas de fabricación más flexibles, la eficiencia energética o las fábricas conectadas digitalmente. La meta es «mantener la competitividad de la industria para asegurar su posicionamiento en los nichos de mayor valor añadido».

En estos territorios la industria supera la media europea ya que aporta en torno al 25% del PIB

El País Vasco marca tres pilares estratégicos, donde además de la digitalización y los nuevos modelos de negocio, está también la formación para el empleo. «En el futuro inmediato habrá 100.000 nuevos empleos en la industria de Euskadi que no se podrán cubrir si no se hace una intensa labor de formación profesional». Uno de los retos es reducir la diferencia entre grandes compañías y pymes. «Hemos puesto a disposición de las pymes industriales una red de activos, como laboratorios, equipamientos y software, para orientar su actividad hacia la industria 4.0», resume.

En el caso de la energía, tienen iniciativas como Windbox (un centro para el ensayo y la validación de componentes para el sector eólico), una experiencia que ahora trasladarán al ámbito de las redes inteligentes y la industria off shore. «El liderazgo de estos centros es del sector privado», indica.

Para impulsar la digitalización de los grandes grupos industriales vascos, la consejería de Desarrollo Económico ha creado el programa internacional Bind 4.0 , que atrae a start-up de todo el mundo con proyectos pioneros a cambio de desarrollar sus iniciativas en el seno de las grandes compañías vascas (como Sener, Aernnova, CAF o ITP).

El caso navarro

El vicepresidente de Desarrollo Económico del Gobierno de Navarra, Manu Ayerdi , aporta otra reflexión para que una estrategia industrial sea sólida. «Estoy en un Gobierno cuatripartito que se formó cuando al fin salíamos de la crisis; teníamos que ser capaces de hacer una estrategia que trascendiera nuestro mandato, que fuera de toda la región y pudiera ser asumida por los que vengan detrás, seamos nosotros o no», remarca.

Ayerdi, que antes de entrar en política fue director financiero en firmas de infraestructuras como Alcer y Arian , aporta otra clave: «La estrategia industrial le da un protagonismo muy destacado al sector privado y a los centros de conocimiento, genera así unas líneas estratégicas muy compartidas; el Gobierno debe tener un perfil muy bajo para que todos la hagan suya». El cumplimiento de objetivos es evaluado por un organismo independiente.

Si el País Vasco diferencia las medidas para pymes y grandes empresas, en Navarra ponen el acento en el diálogo que debe existir entre las firmas con centros de decisión en el territorio y las multinacionales. « Visitamos periódicamente a las compañías internacionales para testar sus necesidades, saber qué están haciendo en el resto del mundo y tratar de captar nuevas inversiones», concluye.

En el encuentro hizo de anfitrión Javier Castro, secretario de general de Innovación , que explicó las medidas de la Junta, como el pacto andaluz por la industria con patronal y sindicatos.

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