Un puf de cuero, una cesta trenzada, vasos de cobre, alfombras, manteles bordados, azulejos de zellig... No querrás irte de esta ciudad sin alguno de estos recuerdos
Ya os conté en el post anterior que el padre del actual Rey se preocupó de revitalizar la artesanía tradicional de Marruecos, construyendo la fachada del Palacio Real con las Siete Puertas como ejemplo e instando a todo aquél con capacidad económica a tener en su casa un salón marroquí con estuco, madera, mosaico y bronce. Además de revalorizar el trabajo de muchos artesanos que estaban quedándose en la miseria, se recuperan oficios ligados íntimamente a las tradiciones musulmanas. Fez, como ejemplo de ciudad del Islam, no podía ser menos. Y junto a los caldereros, musivarios, estucadores y torneros, encontramos también tintoreros, bordadoras, ceramistas, pintores, tejedores, etc. Como ferviente partidaria de la artesanía (también me considero artesana a ratos) os cuento los objetos que me encantaría traer a casa.
- Un gran plato de cerámica de Fez, del famoso azul cobalto, para servir una ensalada de familia numerosa. Los encuentras en multitud de tiendas en la medina, pero es recomendable visitar una escuela oficial de cerámica, porque así puedes ver cada una de las fases de elaboración pasando por los distintos talleres: modelado, vidriado, decoración con filigrana de metal, mosaico. La materia prima es una arcilla grisácea característica de Fez, de gran dureza. Un primer artesano le da la forma deseada y luego pasa a otro que, con unos utensilios metálicos muy simples, va quitando lo que sobra, puliendo los contornos y perfeccionando la pieza. Los sobrantes se vuelven a amasar para su reutilización. Una vez dada la forma deseada – vasija, fuente, taza, plato, tajines, etc- se da la primera cocción y pasa al taller de pintura, donde unas mujeres con unos pinceles finos van haciendo el dibujo directamente, a mano alzada y sin plantillas. Se vuelve a meter en el horno (doble fuego) para fijar los colores.
- Unos azulejos de zellig (o mosaico marroquí) para decorar una cocina de campo (o una mesa de exterior). Se cuecen piezas de unos 20 x 20 y se esmaltan en colores. De ahí de irán cortando trozos con la forma deseada para componer el diseño, que se biselan y se colocan hacia abajo para verter detrás el cemento que las mantiene unidas. En lugar de teselas de vidrio se usan de barro. Otra forma de trabajar los azulejos es la talla directa, levantando el esmalte y dibujando en negativo. Adecuado para caligrafías, con resultados muy elegantes.
- Un caftán fresquito para las tardes de verano en la playa. Los primeros talleres textiles surgieron en Fez y Tetuán. La seda utilizada no es seda animal, sino unos hilos muy finos que se extraen de un aloe y se tiñen con bonitos colores. También pueden ser de algodón, con o sin bordados y pasamanería, pero siempre son colores bonitos, de tintes vegetales (los puedes ver en el zoco de los tintoreros). La pasamanería, de seda e hilos de oro o plata, es frecuente en caftanes, trajes de novia, arreos, etc.
- Una alfombra. Las alfombras ocupan un lugar fundamental en la artesanía marroquí. Son de dos tipos: alfombras urbanas o alfombras bereberes. Las alfombras urbanas se caracterizan por su espesor y por utilizar en su fabricación se llamado nudo turco. Las más antiguas tienen una trama muy fina con motivos repetitivos que enmarcan una superficie roja de (tinte extraído de la cochinilla). Las del tipo beréber pueden ser del medio Atlas, del alto Atlas, del oeste de Marrakech (Hauz) o de Marruecos oriental (Taurirt). Las del Medio Atlas son más grandes y gruesas (también las usan como colchones) y están decoradas con motivos geométricos básicos, figuras sencillas como el rombo, triángulo, etc. Para conseguir ese grosor, se carda la lana y se retuerce antes de anudarla.
- Un mantel bordado. El bordado es una actividad ejercida por mujeres, pues la paciencia y meticulosidad exigida son cualidades apreciadas en las esposas marroquíes, que tradicionalmente hacían su ajuar, exactamente lo mismo que en España hace cincuenta años. Los de Fez tienen fama de ser los más finos y la verdad es que son preciosos. Se bordan motivos geométricos en telas de calidad, mezcla de hilo y algodón, con unos colores que te dicen que no se van aun metiendo el mantel en lejía (ya os contaré si es verdad). Hay una técnica tradicional, la chbika, típica de Fez y Mekines, muy delicada y apreciada, que es un encaje de aguja realizada con nudos y estirando los hilos, entresacando hilos y reagrupándolos para crear encajes preciosos.
- Unos vasos de cobre para poner velas en el baño. Los objetos de cobre rojo o amarillo son muy variados: bandejas, hervidores, candelabros, cajas de té, farolillos, marmitas para hammam, etc. Los baten manualmente hasta conseguir que el metal se endurezca, en el caso de recipientes para cocinar, o los trepanan creando auténticas filigranas para fanales, luminarias y otros objetos decorativos.
- Armas de colección, que se siguen fabricando en las tres ciudades imperiales. Suelen ser puñales (con sus fundas decoradas con incrustaciones o repujadas) o armas de pólvora (en este caso es la culata lo que se adorna en plata, cobre o esmaltes). La kumiya, propia de los guerreros del alto Atlas, es un puñal de hoja curva, doble filo y mango de cuerno o madera, con una funda que suele ser de cobre cincelado o esmaltado. Los janyer o puñales del Norte son más pesados, con un solo filo y empuñadura de plata. La sbula es de forma vertical montada sobre mango de hueso y con una funda de cuero o terciopelo. Si eres capaz de usarlos de abre cartas serás el más molón de tu oficina.
- Un cubo de madera con asa de cobre. La madera la sacan de los maravillosos bosques de cedros que hay cerca de Ifran (una de las excursiones que no se puede dejar de hacer en tu viaje a Fez). El olor de la madera de cedro impide que le ataque la carcoma, por lo que es perfecto para mobiliario o puertas. Es estupendo llegar al zoco de torneros después de haber pasado por las carnicerías, porque das un descanso a las pituitarias. Si eres un enamorado de la madera tallada puedes llevarte unos pies de mesa, un cortinero para tu casa o un baúl labrado… sólo necesitas haber ido con coche o estar dispuesto a esperar que te lo manden.
- Una cesta trenzada. Porque nunca tenemos suficientes cestas. Aunque también puedes encargarte unos bajoplatos o cualquier otra cosa. Las esteras realizadas con hilos de palmera enana son típicas de los beréberes, que las usan de alfombra, cama o incluso como tabiques en las casas de adobe y los comercios. Además de en la medina, se ven muchos puestos en la carretera que va al Medio Atlas, alternándose con los de frutas. En estos días, lo que toca son granadas y calabazas de montones de formas y colores colgadas de los tenderetes.
- Un puf de cuero (o una bolsa de viaje, o un zurrón, o unas babuchas, o una chaqueta, o un chal…) En Fez hay cuatro curtidurías que mantienen técnicas ancestrales. Visitamos la curtiduría Chouara, la más grande del país con sus 7.200 m2 a orillas del rio Fes que cruza la medina. En las cubetas que se pueden observar desde la terraza de alguna de las tiendas colindantes se sumergen las pieles en cada uno de los procesos de limpieza (con cal, excremento de paloma) y teñido con colorantes naturales. Los hombres trabajan sin parar en ese ambiente putrefacto, sumergidos en las cubas hasta la rodilla, por unos sueldos ínfimos. ¿Cómo no vamos a comprar algo?
La próxima vez que vaya a Fez nada de Ryanair con sus limitaciones de equipaje, decididamente cruzo en coche hasta Tetuán y me dirijo hacia el Atlas ¿Alguien me presta un todoterreno con maletero bien grande?
Fotos: Agustín Vidal-Aragón y Cuarto de Maravillas