El Camino de Santiago: de Puente La Reina a Logroño

Conoce la arquitectura y experiencias que se encontró nuestra blogger en esta etapa del Camino de Santiago

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Hace casi un año emprendimos la aventura de hacer el Camino desde Roncesvalles a Santiago de Compostela. La idea era reservar varios días seguidos, para ir haciendo etapas poco a poco, y completarlo en tres o cuatro años; aunque lo cierto es que éste ha sido un año lleno de obligaciones y devociones y hasta ahora no hemos podido continuarlo. Tal vez necesitemos más tiempo, tal vez toda la vida. El propósito sigue estando ahí.

Aprovechando el día de la Hispanidad (no se me ocurre nada más adecuado) ponemos rumbo a Puente la Reina para terminar de cruzar Navarra. Bajo una lluvia intermitente pero con una temperatura agradable, cruzamos el río Arga por el puente medieval, construido para dar paso a los peregrinos, y nos disponemos a caminar hacia Estella (22 km). Lo más reseñable son las vistas de Cirauqui, un pueblo medieval situado en una colina, tras una senda entre cereales y viñedos. Y, por supuesto, Estella, ciudad nacida por el Camino, con dos impresionantes iglesias románicas (San Pedro de la Rúa y San Miguel Arcángel) y uno de los pocos edificios laicos de la época, el Palacio de los Reyes.

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El siguiente día vamos de Estella a Los Arcos (22 km). Nada más salir, el Monasterio de Santa María la Real de Irache hace que merezca ya la pena esa etapa y afrontemos con energía la subida al siguiente pueblo: Villamayor de Monjardín.

En este punto medio de la etapa, cuando los próximos diez kilómetros se nos anuncian aburridos por monótonas pistas de concentración, nos encontramos con un personaje muy curioso, un hombrecillo pequeño, delgado, que se ofrece muy sonriente a hacernos una foto de grupo. Mi hermana, por cortesía, le pregunta si camina solo y –era obvio- pega la hebra con nosotras, al tiempo que nuestros maridos empiezan a alargar la zancada y nos dejan solas con él. Con un poco de suspicacia al principio, escuchamos su conversación.

–«¿Sois de Sevilla? ¡Entonces seguro que conocéis a José María Maldonado!» –¿El del tiempo? – «No, hombre, el cantautor que ha escrito más de diez canciones del Camino, que es de Sevilla y vive al lado del río…» –«Yo soy más de flamenco»- le digo, ante su cara de decepción y casi desprecio por nuestra incultura. Ni corto ni perezoso, saca su móvil y nos pone una de las canciones de tan ilustre sevillano, esperando que al oírlo, lo identifiquemos. En balde, claro. A la vista de que no tenemos los mismos gustos musicales, cambia de tema, a la espera de que seamos más entusiastas.

Nos cuenta que ha hecho 15 veces el camino de Santiago, que ya lleva gastados ocho pares de botas. Ese día había salido de Los Arcos en dirección a Estella y volvía de nuevo a su punto de partida. -«Así no tengo que coger autobús para volver, y además voy contando los peregrinos con los que me cruzo: hoy van 72»- nos dice como si fuera lo más normal hacer dos veces el mismo tramo e ir elaborando estadísticas.

Es voluntario de todas las asociaciones que existen del camino de Santiago, y colabora con la Diputación Foral de Navarra haciendo fotos de aquellas faltas que encuentra en el camino: malas señalizaciones, mojones rotos, etc. Incluso llegó a inventarse un carromato para ir recogiendo la basura que muchos peregrinos dejan por el camino. A medida que nos va hablando, vamos dejando nuestra suspicacia de lado y empezamos a disfrutar de su conversación.

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Nos enseña a identificar la planta de anís, de propiedades curativas para problemas de digestión, y la planta de rosa mosqueta, con un fruto de color rojo intenso que desprende un aceite con alto poder cicatrizante. Nos habla de mujeres que se convierten en piedra por no ir a Misa, de chamanes del siglo XXI que vagan por esas tierras alimentándose de hierbas y tejiendo arañas de lana para marcar su territorio, de piedras que sanan males del cuerpo y del alma, y mil historias más. Y así, casi sin darnos cuenta de lo cargados que llevamos los gemelos, llegamos a Los Arcos, fin de nuestra etapa, y Jose desaparece por una esquina tan misteriosamente como llegó.

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El tercer día hacemos Los Arcos- Viana (19 km.), donde lo más reseñable son las vistas de Torres del Rio desde el pueblo anterior, Sansol, y la visita a la Iglesia del Santo Sepulcro, una de las más importantes joyas del románico navarro.

Para el cuarto día, el de la vuelta, hemos dejado los 10 km. que nos faltan para llegar a Logroño, entre campos de cultivo y alguna mancha de pinar, completando así los primeros 142 km del Camino por tierras de Navarra.

¿Qué imágenes voy a atesorar en estas etapas? Ya no hay bosques de cuento, y aunque los colores del otoño –muy tardío este año- por fin empiezan a aparecer, los caminos son más bien a través de sembrados. Aunque los beiges y dorados de los pastos recién segados se van salpicando cada vez más con cuadrículas perfectas de vides, de una variada gama de verdes que se resisten a transformarse en granates, cinabrios, bermellones y anaranjados, no en vano estamos a punto de adentrarnos en tierras de La Rioja.

Desde el punto de vista arquitectónico, elijo tres construcciones:

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– El Monasterio de Irache, en Ayegui, con su iglesia de finales del siglo XII y un bonito claustro renacentista.

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San Pedro de la Rúa, en Estella, una iglesia-fortaleza que se empieza a construir en el siglo XII y se termina un siglo después, ya en estilo gótico.

cuarto-de-maravillas-camino-navarra-7 cuarto-de-maravillas-camino-navarra-8– La Iglesia del Santo Sepulcro, en Torres del Río, un pequeño y precioso pueblo. El Santo Sepulcro, es una pequeña construcción del siglo XII de planta octogonal (a imagen del Santo Sepulcro de Jerusalén) y bóveda de ocho arcos. Casi podemos ver un caballero templario arrodillado frente al Cristo románico, con cuatro clavos y corona de rey en lugar de espinas, que preside el altar.

Y desde el punto de vista humano, me quedo con Jose y con todos aquéllos que hacen del Camino su modo de vida, porque, en definitiva, ellos también son el Camino.

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