La sofisticación llega a Sevilla con Tata Pila

Una de las sorpresas más agradables, en el aspecto decorativo, de los restaurantes y bares de Sevilla ha sido Tata Pila. En un bonito edificio regionalista de ladrillo en la calle Julio César, las grafías de los grandes ventanales son toda una declaración de intenciones: bistró andaluz, tapas, platos, champagne, cócteles, vinos… Recordándonos esos establecimientos franceses que se popularizaron por sus comidas caseras y su precio asequible.

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Del equipo de Persevera Producciones, artífices de muchos otros locales de moda, el estilo elegido es afrancesado y chic, aunque con detalles que nos recuerdan que estamos en Andalucía, como los azulejos, enmarcados en madera, decorando el zócalo que recorre todo el interior.

En el centro del local está la cocina, a la vista nada más entrar. Está separada por una barra de mármol jaspeado negro, con un vano a modo de pasa-platos y la zona superior de cristal esmerilado, de tal modo que deja pasar la luz a la cocina y entrevemos los movimientos del personal. Todo este conjunto enmarcado en listones de metal dorado que se repiten en una serie vertical ordenada.

Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas

A la izquierda, el color rojo es el protagonista (repitiendo la idea de las puertas y ventanas). El tríptico entelado decorando la pared (con reminiscencias chinescas en el estampado) parece marcar la pauta: el color se repite en las tapicerías de las sillas lacadas en negro mate (volvemos a una estética oriental) y se reproduce de manera descompuesta, como una imagen picassiana, en la serie de espejos móviles de la pared contigua. Debajo, un banco corrido de color neutro y tapicería capitoné añade versatilidad al espacio, permitiendo configurar las mesas en función del número de comensales.

Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas

Pero, sin lugar a dudas, mi zona favorita está a la derecha de la cocina, ya sea en el pequeño comedorcito verde o en alguna de las dos mesas redondas. Los colores predominantes aquí son menos agresivos: azul ultramar para la tapicería de terciopelo de las sillas y un precioso y relajante verde con matices dorados para el asiento corrido en forma de U.

Detrás de la estantería con botellas de agua iluminadas, resaltando el color oro, se encuentran los baños.

Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas

Lo mejor de todo: los baños. Son perfectos: espaciosos, bien iluminados y muy bonitos. El suelo de baldosas hexagonales, los azulejos rectangulares de aspecto artesanal, con la cenefa negra y las molduras de madera enmarcando espejos por doquier, me hace recordar esos baños antiguos de piso bueno del barrio de Los Jerónimos de Madrid.

Hasta el soporte del jabón, un poco oxidado, parece tener cien años. Con el jabón de toda la vida, nada de esos botes dosificadores, tan presuntamente higiénicos (os recuerdo que cuando aprietas para que salga el jabón líquido, todavía no te has lavado las manos). Porque a los que hemos rebasado sobradamente los cuarenta no nos gusta la moda de compartir baño con el otro sexo, pero no nos importa usar jabón en pastilla.

Os enumero los detalles que más me gustan de tata Pila:

Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
  • El terciopelo de flores con el que se ha entelado la entrada a los baños, creando un camerino ultrafemenino en el que ninguna chica puede resistirse a hacerse fotos. Os aseguro, por experiencia, que caben ocho caras reflejadas en uno de los cuarterones de espejo del techo (la foto no la saco porque no hace justicia a mis amigas, pero os aseguro que nos reímos tanto, durante tanto tiempo, que Carlos, el encargado, tuvo que ir a buscarnos, asustado de que una mesa entera hubiera desaparecido). Si os puede la curiosidad, podéis buscar #tatapilatoilette en Instagram.
  • Las puertas blancas con molduras.
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
  • El verde del asiento en combinación con los listones dorados.
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
  • Las mesas redondas, tan propicias a una conversación en la que todos los comensales participen, acompañados de la música de fondo, que en las horas de comida es relajada).
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
  • La profusión de espejos, especialmente en el baño.
  • Las tulipas de cristal abullonadas, de aspecto artesanal, que dan un aire retro.
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
  • La carta, sofisticada pero de productos frescos, con una presentación muy cuidada.
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
Flor de Jerez, Alfonsito y Vermouth
  • Los cócteles, muy apetecibles de aperitivo o para esas sobremesas que se enlazan con la cena.
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Alfonsito, una variante del Bloody Mary, mejorado con oloroso Alfonso
  • Las fotos de «chicas malas» -de Juan Delgado- enmarcadas con diferentes molduras- ¡se acabó la simetría, bienvenidos al caos!- (Lo siento, no pongo fotos, id a verlas, merecen la pena…).
  • La luz que entra a raudales por las ventanas a mediodía.
Alfonsito, una variante del bloddymery, mejorado con oloroso Alfonso
Clara, Jose, Melo y Paola
  • Y, como siempre pasa en los locales del grupo Ovejas Negras Company, el equipo humano con el que cuentan: chicos jóvenes, siempre sonrientes, educados y con personalidad.
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José María y Darío
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Paola
Restaurante Tata Pila en Sevilla. Cuarto de Maravillas
El equipo de cocina, comandados por José María (en el centro): Abraham, Darío, Raul y Víctor.

Espero ansiosa que les den permiso para abrir la terraza, porque seguro que se convertirá en uno de mis lugares favoritos para las calurosas noches que pronto llegarán a la ciudad.

La foto del saloncito verde es de Fernando Alda, el resto de Cuarto de Maravillas.

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