Así es el mercado navideño de Estrasburgo, el más grande de Europa

Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los campesinos de los pueblos y montañas acudían a las ciudades a comerciar y aprovisionarse de cara al duro invierno

Desde finales de noviembre hasta el día 25 de diciembre, el centro histórico de muchas ciudades de influencia germánica ve cómo se altera temporalmente su fisonomía: se inundan de luces, de abetos decorados y de cabañas de madera donde se exponen a la venta productos de diverso tipo. Son los Mercados de Navidad o Weihnnachtsmarkt, también llamados Christkindlsmarkt (Mercado del Niño Jesús).

Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los campesinos de los pueblos y montañas acudían a las ciudades a comerciar con sus productos y aprovisionarse de cara al duro invierno que comenzaba. Los señores feudales daban permisos para instalar puestos donde vender carnes, dulces, pan, artesanías, vinos y otros licores locales, etc.

Poco a poco se va extendiendo a todas las ciudades de lengua y cultura alemana: Alsacia, Suiza, norte de Italia, etc. Y, posteriormente, al resto de capitales europeas.

Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria
Lucila Rodriguez de Austria

Yo no soy excesivamente aficionada a la decoración navideña, me basta con un Nacimiento más acorde a nuestras tradiciones. Pero tengo que reconocer que me alegra ver las ciudades iluminadas, los escaparates cuidados y los árboles bien decorados (aunque algunos de nuestra ciudad son una auténtica birria). Este año, aprovechando que mi hija vive en Suiza, hemos hecho una escapada de fin de semana a Estrasburgo, una de las ciudades donde más se vive la Navidad (en 2015 fue elegido mejor Mercado de Navidad de Europa).

Capital de la Alsacia y con claro sentimiento de pertenencia a Francia, históricamente ha formado parte en varias ocasiones de la comunidad germánica, lo que se aprecia no solo en su dialecto sino en la configuración de sus pueblos, la gastronomía y una espiritualidad particular en la que conviven catolicismo y protestantismo. Por eso el mercadillo navideño de Estrasburgo es tan especial, porque se aúnan las tradiciones galas y germánicas, siendo el más antiguo de Francia y el más grande de Europa: más de trescientas cabañas de madera y cerca de dos millones de visitantes. Todo concentrado en la Gran Isla, el centro histórico rodeado por el río III nombrado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1988.

Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria

El mercado de navidad propiamente dicho ocupa varias plazas de la ciudad de Estrasburgo: la plaza de la Catedral (maravilloso ejemplo de gótico del siglo XV y la cuarta del mundo en altura), la plaza Broglie (de forma rectangular y con el bello edificio de la Opera Nacional del Rhin al fondo) y la plaza Kébler (en la que se instala un gigantesco abeto con decoración lumínica que va cambiando de color). En las casetas de madera se ofrecen productos de decoración navideña: bolas plateadas, doradas, pintadas de mil colores y motivos, de cristal o plástico; nacimientos artesanales de todos los tamaños; colgantes para el árbol de madera, de tela en forma de corazón, de cerámica o resina; luces de colores y guirnaldas de leds; pájaros, cascanueces, trineos, renos, etc. Todo ello en un repaso exhaustivo de la iconografía navideña germánica y gala.

Pero también se ofrecen objetos para regalo a los que es difícil resistirse: artesanía en madera, en cuero, el lana o cerámica. A mí se me quedó pegada en la mano una jarrita de cerámica vidriada preciosa que ya veo en casa con flores, una alfombrilla para el ratón de piel y madera –ya está bien de las de publicidad de los bancos-, a mi hija un gorro exagerado y calentito de pelo, unos calcetines y varias cosas más que no cuento porque serán regalos de Reyes. Y me quedé con las ganas de traerme unos moldes de cerámica con la típica decoración alsaciana para hacer bizcochos redondos, unos rodillos de madera troquelados con dibujos florales o geométricos para galletas y unas preciosas bolas de cristal con ramitas de abeto y piñas en su interior que se iluminan a pilas.

Mercado Navideño de Estrasburgo. Foto: Cuarto de Maravillas
Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria

Por supuesto, muchas de esas cabañas albergan puestos de comida. No sólo galletas de canela, chocolates, castañas asadas o glaseadas y bizcochos de especias típicos alsacianos para llevar; también ofrecen comida preparada al instante con platos de la gastronomía local como chucrut, salchichas y longanizas, panes calentitos con queso munster (¡umm, que delicia!), raclettes, unas tortillitas de puré de patatas fritas al instante y con queso por encima (grasa y más grasa), sin olvidarnos del foie, una de las excelencias de la zona (¡ay! ¡también he tenido que comprar!) Y, como no, el famoso vino caliente, blanco o tinto, fuertemente especiado (el blanco bastante más bueno que en Zúrich) que consigue subir unos grados la temperatura del cuerpo esas noches gélidas.

No hay que preocuparse de seguir ningún itinerario en el mercado navideño de Estrasburgo, más bien dejarse sorprender por los olores que nos embriagan, la decoración de las calles, los escaparates abigarrados de renos, papá noeles, osos polares de peluche, guirnaldas de flores de pascua, cascanueces de madera (siempre me han dado miedo) y todo lo que os podáis imaginar. Se nos van los ojos ineludiblemente a las ramas de abetos decorados en cada esquina y a las luces de colores que inundan fachadas de tiendas y monumentos públicos, creando un ambiente mágico.

Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria Lucila Rodriguez de Austria

Tanto, que es difícil fijarse en la bonita arquitectura típica renana, de fachadas con travesaños de madera marcando líneas horizontales que se atraviesan con otras en diagonal.

Si queréis empacharos definitivamente de Navidad, podéis hacer como nosotras y dirigiros en coche por la Ruta del Vino hacia Riquewihr, uno de los cinco pueblos de Alsacia que figura entre los más bellos de Francia, con casas de los siglos XV y XVI perfectamente conservadas –aunque con tanta gente en sus calles como una mañana de Viernes Santo en Resolana-. Para terminar con un homenaje en el restaurante del chef Julien Binz en Ammerschwihr, (en febrero de 2017 le han dado una estrella michelín) brindando por nuestra sobredosis de Navidad con un Riesling delicioso y soñando con hacer esta ruta del vino en bicicleta –¡en verano!- recorriendo el milenario viñedo alsaciano entre la llanura del Rhin y los Ballons des Vosges.

Lucila Rodriguez de Austria

Mercado Navideño de Estrasburgo. Foto: Cuarto de Maravillas
Fotos: Cuarto de Maravillas

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